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Yo me encontraba en el segundo piso de la casa espiando a mi hermana Sarahí, quien estaba despreocupada en el patio trasero tomando el sol con sus enormes chichotas al aire. Mi hermana, al igual que nuestra madre Nellie, tiene una tetas enormes, auténticamente descomunales, tiesas, erguidas y criminalmente excitantes. Sus pezones son llamativamente gigantescos, preciosos. A mi me excita mucho espiarla, pero lo cierto es que aquello me ponía como loco, así que solía subir a mi cuarto a masturbarme mirándola. Yo no lo veía como nada inmoral o pervertido. Eran un excelente par de tetas a mi alcance, y fantasear mientras ves unas chiches de verdad es lo mas divertido, ¿o no?. Además, cuando tienes 20 años bien cumpliditos y todavía eres virgen, los límites de lo debido y lo indebido se difuminan bastante.
Tan abstraído me encontraba en mi estimulante tarea, que no me dí cuenta de que mi madre Nellie entraba en mi cuarto a guardar algo de ropa limpia. – ¿Qué haces Hectorin?.- Preguntó, como si encontrarme con el pito en la mano no fuera la gran cosa. Yo me quedé petrificado, sudando frío con la macana tiesa en la mano. Nellie debía llevar ya unos segundos allí, y yo, ya no podía negar lo que estaba haciendo. Pero era peor aún. Yo estaba en la ventana, mirando hacia abajo, y lo único que había abajo era mi hermana en topless. Pensé en que ya nada me salvaría de su enojo pero enseguida mamá se aproximó a la ventana y miró por ella.
– Ah, tu hermana, lógico, si anda por ahí provocando, ¿que quiere?. La verdad es que cuando estás joven unos pechos de ese tamaño son muy llamativos ¿o no Hijo? Mira como se te pone de gorda. – ¿Qué te pasa tonto? ¿Por qué no sigues?.¿Te da vergüenza que tu madre te vea haciéndote una puñetita? Si es lo mas natural del mundo tontín, y ya no eres ningún niño. Vamos hombre, si es tu hermanita, lo mas lógico es que tu también puedas disfrutarla. Yo seguía catatónico perdido, mientras Nellie comenzó a quitarse el vestido delante de mi, sacándoselo por arriba, despacio. Poco a poco me fué dejando verla entera, veía sus calzoncitos negros que me dejaban ver la inmensa mata de pelos de su caliente panochón. Cuando sus enormes senos caídos quedaron al aire y el vestido tapaba su cara, tardó una eternidad, porque creo que a ella también le excitaba mostrarse desnuda ante mí. Viéndola solo con aquellos pequeños calzoncitos y sus enormes chichotas coronadas con aquellos pezones grandes y oscuros, yo sentía que la verga se me iba a reventar.
Mi madre lentamente se acercó a mí diciéndome –No te agradaría disfrutar de un par de tetas mas de cerca, al mismo tiempo que comenzó a sobarme el pito, y entre aquella visión magnifica de las chiches de mi hermana, y aquel suave movimiento, la verga se me puso aun mas tiesa. Nellie apretaba mi macanón con suavidad, y manténía un ritmo constante y agradable, me estaba haciendo la mejor puñeta de mi vida. Era un cosquilleo que me subía hasta la panza, con un placer que yo ni había soñado. Todo el cuerpo me hormigueaba, y tenia convulsiones de puro placer.
Nellie me miraba a la cara como queriendo ver que ya me viniera. De vez en cuando bajaba la mirada mostrando asombro por mi gruesa tranca. Yo la acerqué mas a mí y comencé a manosearle sus grandes pechotes. Mis dedos pellizcaban sus pezones. La acerqué intentando meterle mi verga en la boca pero ella giró su cabeza evitándolo. Nellie seguía meneándomela cada vez mas deprisa como intentando terminar cuanto antes. Yo jalándola hacia mi intenté bajarle los calzones lo suficiente como para dejar su oscura panocha a la vista. Me aparté para vérsela. Ella seguía sobando suavemente mi verga, sin soltarla. En un descuido acerqué mi mano y la metí entre sus muslos. Noté sus labios vaginales muy mojados y comencé a masturbarla. Nellie se pegó a mí girando su cara como queriéndola esconder. Soltó mi escurriente tranca, y mirándome a los ojos me sonrió, a la vez que sus manos me acariciaban la cara. Se terminó ella misma de bajar los calzones. Y me empezó a quitar la camiseta que llevaba. Ahora estábamos los dos desnudos uno enfrente del otro. Me tomó de la mano y se tumbó sobre mi cama. Boca arriba, levantó un poco sus piernas y abríó sus muslos. A mi vista estaba aquel caliente panochón que tanto había deseado. Me coloqué entre sus piernas. Y caí sobre ella manoseando su grueso cuerpo. Empecé a besar su cara mientras torpemente intentaba penetrarla, mi madre bajó su mano buscando mi garrote y lo condujo hasta colocarlo en la entrada de su cálido boquetón diciendo:
-Ahora mi vida, empuja y entra en mamá. Vamos a disfrutar los dos de este momento. Empuja sin temor mi amor métemela.
Ella sola se la estaba cabeceando y de un sólido golpe se la clavé hasta dentro. Un escalofrió me recorríó el cuerpo cuando sentí su calor y humedad mientras la oía suspirar, gemir, no sé. Empecé a bombearla con fuerza como un loco mientras oía a mi madre diciendo:
– Sigue mi amor sigue. Sigue más y más. Así mi vida lléname. Me separé un poco para mirarla. Nellie tenía los ojos cerrados, ella misma se pellizcaba sus pezones y se mordisqueaba los labios jadeando. Sus enormes flanes se balanceaban coronados por sus pezones tiesos, contraídos y duros. Mi gruesa tranca era apretada por su escurriente panocha. Sentía que los iba a echar de un momento a otro. Sentí como si la verga me fuera a reventar, comencé a sentir como aventaba chorros de leche que inundaban aquella cálida cueva, no podía detenerme, como seguía con el miembro bien parado seguía bombéándola con premura. Mi madre comenzó a jadear fuerte, agitada levantaba las caderas como queriendo ser penetrada aun más. Suspiró mas fuerte y yo cai sobre ella. Sentía como su panochita palpitaba y escurría, ella aún tenía los ojos cerrados. Nos quedamos unos segundos así quietos. Creo que ninguno de los dos sabía que hacer. Al final Nellie abríó los ojos, respiró hondo, me sonrió y pasándome las manos por mi pecho me dijo: – Bueno cariño, ya no eres virgen, espero que esto te haya servido. Nunca ha pasado esto y nunca volverá a pasar. ¿De acuerdo?
Preso del deseo le contesté, sacando mi medio erecto miembro de su interior, ¡No madre!, necesito que me desleches una vez más y sentándome sobre la cama volví a ofrecerle mi flácido y grueso instrumento -Mamá…. Me gustaría que me la chuparas…. – Uffff. No lo he hecho nunca, respondíó…. Ni siquiera a tu padre…. Pero sus ojos no se apartaban de mi gruesa polla.
– Vamos mamá. Por favor. Solo un poquito…. Nellie se arrodilló ante mi mástil y comenzó a besarlo cariñosamente. -Uffff, que gusto mamá. Su lengua recorríó la totalidad de mi miembro provocándome un placer indescriptible. Ver a mi madre completamente en pelota, sudada, arrodillada y sumisa, lamíéndome la macana lascivamente se trataba de algo sumamente morboso que incrementaba mi placer, hasta límites insospechables. Al poco tiempo de estar lamíéndome delicadamente el pito sin darme un solo segundo de descanso, logró con gran facilidad hacer crecer nuevamente aquel fantástico músculo el cual volvía a tomar aquel aspecto amenazador y lleno de venas que tanto la hipnotizó. Una vez que la tuve completamente tiesa mi madre echándose sobre la cama exclamó, Héctor – ¡Aquí tienes el sexo de tu madre! Delante de mi tenía un triángulo de pelos rizados que ocultaban la entrada al placer de su cálido rajadón. Acerqué una mano y comencé a masturbarla por encima de su clítoris para de vez en cuando penetrarla con dos dedos. Mi Madre abríó un poco sus piernas y sentí lo mojada que estaba.
– ¡Aquí estoy mamá! – Le dije. – Túmbate y abre bien las piernas que te voy a llevar al cielo. Nellie obedecíó y se dejó llevar, mi madre no opuso la menor resistencia. Entonces sintió como mis dedos le separaban los labios de su caliente vulva para enseguida sentir como mi lengua empezó a lamerla. Ella gimoteaba suavemente al sentirse profanada y su coño lanzaba más y más flujos mostrando que estaba dispuesta a ser penetrada una vez mas por mi joven y grueso ariete. Mi madre no daba crédito a lo que le hacía en su sexo, lo único de lo que era consciente era del tremendo placer que estaba sintiendo con la lengua de su hijo. Y no tardó mucho en hacerlo evidente, dando gemidos y chillidos de placer al sentir su primer orgasmo, retorcíéndose mientras yo no dejaba de lamerla.
– ¡No puedo más! – Empezó a hablar presa de la lujuria. – ¡Cójeme! ¡Clávame tu verga hasta el fondo Hijo! ¡Sepúltamela sin piedad!
También preso de lujuria me levante mirando como brillaba el peludo hueco de Nellie por los flujos que no paraban de salir. La tenía allí delante, como siempre la había deseado, abierta de piernas, con sus redondas y enormes tetas expuestas para chupárselas y manosearla hasta cansarme.
Mira cómo la tengo ahora, mamá. Y la verdad, estoy deseando hacer contigo todo lo que he visto hacer antes en tantas películas porno que he visto. Daba gusto manosear su cuerpo relleno, sobre todo sus estupendas chichotas así como dedear aquel tremendo panochon, peludo, húmedo, suculento y que adivinaba acogedor. Puse sus brazos en ambos lados sujetándolos firmemente para admirar por completo su poderoso cuerpazo desnudo, procedí a acercarle mi gruesa macana otra vez súper parada y colocándosela entre sus abiertos muslos, me eché a los hombros sus curvadas pantorrillas y apoyando en la entrada de su abierta vulva la punta de mi ariete empecé a hundírselo. Mi madre gemía y se quejaba, pero no de dolor, estaba más que lubricada, sino de pasión, era obvio que era una hembra lujuriosa que disfrutaba como una loca con una verga metíéndosele en la concha. Las salvajes acometidas de su desenfrenado hijo sobre su tembloroso cuerpo, provocaban que la cabecera de la cama chocara contra la pared, escuchándose un “blom, blom, blom” con cada una de las salvajes arremetidas a las que la sometía.
Mi madre gemía de placer mientras yo emitía sonidos guturales indescifrables.
-¡Aaay hijo…que lindo…aaah…que rico…si…sigue, mi rey!
-¡Mami, que rica estás, esto es el cielo! ¡Que sabrosa estás, madre! ¡Me encantas! ¡Apriétame asiii mami! ¿Te gusta como te la estoy metiendo mamá?
-¡Si, hijo… si… me encanta…
Métemela… mi rey… me encanta tu verga… métemela… métemela toda… toda… aaay!
Mi madre se abría de piernas cuanto podía, al tiempo que yo le pellizcaba los pezones, gimiendo ambos como dementes al tiempo que proseguían los bum, bum, bum, al ritmo de la verguiza que le propinaba.
Y yo se la metía una y otra vez, hasta el fondo, se la metía toda, despacio primero, después de prisa, luego con recios golpes repentinos de pelvis, envergándola hasta el fondo de un solo empujón y sacándosela por completo dejando completamente abierto su palpitante boquete, lamíéndole las exquisitas chichotas, manoseándole sus piernas para terminar en sus nalgas. Nellie se retorcía y balbuceaba pidiéndome más y más verga, yo rendido adorador de sus portentosas redondeces, la halagaba verbalmente patentizándole mi adoración por sus formas:
-¡Que chichotas, mamá, me encanta como se mueven tus pechos, me encanta mamarte las tetas,… y que preciosas nalgas tienes, que nalgotas,..! ¡Que rico coges mama!
-¡Soy tuya, mi amor, papito, soy tuya! ¡Cógeme, mi rey, cógeme toda, que por hoy soy tuya!
-¡Toma verga, mami, toma verga para tu chochito lindo! ¡Apriétame con esa deliciosa conchita… que rica estás, madre… que rico aprietas mi verga, me encanta!
-¡Y tú a mi hijito… me encanta como me bombeas! ¡Cógeme, hijo, méteme la verga, métemela sin piedad! ¡aaah que rico me coges hijoooo!
Y mi exquisita y cachonda madre se vino como una loca tantas veces, apretándome el nabo sabrosamente, redoblé mis caricias y la fuerza de los vergazos que le atizaba hasta hacerla venirse de nuevo dejándola medio muerta. Tratándola como muñeca de trapo me inclinaba un poco para estrujar sus enormes tetas mientras trataba de chupar sus pezones mientras la seguía bombeando. Nellie volvíó a gemir quedamente acariciando mi pecho con su mano, alentándome y sintiendo como dentro de ella mi miembro todavía conservaba su dureza, todavía estaba metido totalmente dentro de aquel pasadizo viscoso de su raja jugosa, entonces se abandonó a la cogida, abriendo más sus piernas, facilitando mis arremetidas, sollozando… -Así Héctor, culéame, lléname toda, la quiero toda, más, más, dame más, más verga, toda tu verga hijito de mi vida…dame fuerte… los intermitentes gemidos estentóreos de Nellie se mezclaban con el incesante chapalear de mi miembro erecto al entrar y salir de la vagina abierta y anegada de jugos y semen, y cuando por fin volví a sentir que estallaba mi verga, los gemidos de Nellie se hicieron gritos…
-Ay, ay, me vengoooo, me vengo papito de mi vida, no me la saques, sigue bombeando, me llevas al cielo hijito, más, quiero sentir tu lech…eeee, to…da… tu lech…eeeeeeee… -, entonces acabe como un potro, eyaculando a chorros, sincronizando mis lechadas con los vivaces gritos de Nellie, orgasmo perfecto, simultáneo y riquísimo…Cuando las palpitaciones de mi miembro y de su concha se espaciaban, aún escuchaba a Nellie balbucear en estertores y sin fierzas -Má…aaaassss, todaaaaa, tooooooda, tod… , todoooo tuuu sem…eeeeen, dámmmm…eeeeeloooo ttttt… odo…
Luego ambos quedamos desfallecidos, satisfechos de placer, semidormidos, todavía entrelazados, todavía pegados nuestros cuerpos, uno dentro del otro, mi verga semiflácida dentro de sus carnes aguadas y llenas de semen mientras seguía sobando su cuerpo desnudo. Para finalizar le dije —A ver, Madre, has quedado muy sucia… Creo que lo mejor será que te des una duchita conmigo, ¿te parece? Mi madre asintió moviendo la cabeza de arriba abajo,… Hasta ahí todo bien, salvo que esa ducha se alargó mucho más de la cuenta. No describiré todo lo que pasó en el baño, pero me dediqué a darle polla a mamá por la boca, por el frente y por su culo. Una despedida de lo más completa…