Portada » Historia » Ferrocarril en España y Manifiesto de Sandhurst: Historia y Consecuencias
El desarrollo ferroviario en España fue tardío debido a la falta de capital y apoyo gubernamental. Aunque comenzó en 1848 con la línea Barcelona-Mataró, su expansión significativa llegó durante el Bienio Progresista (1854-1856) con inversión extranjera. Sin embargo, la rápida construcción entre 1856 y 1866 fue desordenada y especulativa, generando una crisis económica en 1864. Se adoptó un modelo radial con Madrid como centro y un ancho de vía distinto al europeo, dificultando la conexión industrial. Aunque impulsó la modernización, la mala planificación y la especulación contribuyeron al colapso del régimen isabelino en 1868.
El retraso se debió al subdesarrollo económico del país, la falta de capital propio para invertir en infraestructuras y la ineficacia de los gobiernos para impulsar el ferrocarril. España no tenía una burguesía industrial fuerte ni una revolución agraria que generara suficientes recursos para financiar el proyecto.
La construcción tardía y apresurada (especialmente entre 1856 y 1866) provocó una planificación deficiente y una financiación inadecuada. Se adoptó un modelo radial con Madrid como centro, lo que dificultó la conexión entre zonas industriales clave como Cataluña o el País Vasco. Además, el ancho de vía ibérico, distinto al europeo, dejó a España desconectada del resto de Europa.
Los gobiernos moderados no impulsaron suficientemente el ferrocarril, y las primeras leyes (como la de 1844) solo sirvieron para la especulación. Fue con el Bienio Progresista (1854-1856) cuando se aprobó una ley que permitió la entrada de capital extranjero, subvenciones estatales y una mayor intervención pública en la construcción.
El capital extranjero, especialmente francés (familias Rothschild, Prost y Pereire), fue fundamental para financiar el ferrocarril, ya que España no tenía suficiente inversión privada. Sin embargo, esto generó dependencia económica y no permitió que la industria nacional se desarrollara en torno al sector ferroviario.
El ferrocarril permitió la unificación del mercado nacional, facilitó el comercio y la movilidad, pero también causó crisis económicas. La especulación y la financiación basada en el endeudamiento llevaron a la quiebra de muchas compañías ferroviarias y a una crisis económica en 1864. A largo plazo, sin embargo, la infraestructura ferroviaria ayudó al desarrollo del país.
España vivía una crisis política tras el Sexenio Democrático, con la Primera República fracasando ante la guerra carlista, la insurrección cantonal y la guerra de Cuba. En este contexto, Alfonso XII, con el apoyo de Cánovas del Castillo, publicó el Manifiesto de Sandhurst el 1 de diciembre de 1874, presentándose como un monarca liberal y parlamentario. Poco después, el golpe de Martínez Campos en Sagunto restauró la monarquía, iniciando la Restauración Borbónica (1875-1931), basada en el turnismo político, el caciquismo y el parlamentarismo monárquico, que se mantuvo hasta la Segunda República.
El objetivo principal era justificar y anunciar la restauración de la monarquía borbónica en España con Alfonso XII como rey. Buscaba dar una imagen de estabilidad y consenso tras el fracaso del Sexenio Democrático.
El manifiesto presentaba a Alfonso XII como un monarca constitucional y liberal, dispuesto a gobernar con las Cortes y respetar la tradición española. Se ofrecía como un rey que garantizaría el orden y la estabilidad, alejado de los errores del pasado.
Se justificaba en la necesidad de recuperar la estabilidad tras los conflictos del Sexenio Democrático, como la guerra carlista, la insurrección cantonal y la guerra de Cuba. También se hacía hincapié en la legitimidad de Alfonso XII como heredero de Isabel II.
El manifiesto fue una declaración de intenciones que preparó el camino para la Restauración. Sin embargo, la vuelta de Alfonso XII se precipitó con el pronunciamiento del general Martínez Campos en Sagunto el 29 de diciembre de 1874, lo que permitió su proclamación como rey en enero de 1875.
El Manifiesto fue el primer paso de la Restauración, impulsada por Cánovas del Castillo, quien diseñó un sistema basado en la monarquía constitucional, la alternancia de dos partidos (conservadores y liberales) y el control electoral a través del caciquismo. Este sistema proporcionó estabilidad política a España durante décadas, aunque con prácticas fraudulentas.