Portada » Historia » Fernando VII y la reaccion absolutista
Los moderados en el gobierno: El 16 de octubre de 1820 se aprobó la ley que suprimía las sociedades patrióticas, aunque en la práctica siguieron actuando. Los moderados pretendían reformar en sentido conservador la Constitución de 1812 mediante la introducción del sufragio censitario y la creación de una segunda cámara. Estos intentos de reforma fracasaron. De entre las medidas de los gobiernos moderados destacó la ley de supresión de órdenes monacales y reforma de regulares, aspecto básico en el programa liberal. Otras reformas fueron la abolición de los gremios, la desamortización de los bienes de la Iglesia y la supresión de las vinculaciones y mayorazgos de la nobleza. Los gobiernos de esta etapa estuvieron inmersos en una crisis constante. A las conspiraciones protagonizadas por los exaltados, se sumaron las intrigas del rey y la acción de la guerrilla realista, que se levantó contra el gobierno a comienzos de 1821. Los exaltados en el poder: El intento de golpe de Estado protagonizado por la Guardia Real del 6 al 7 de julio de 1822 cambió el signo de esta etapa. La conjura, apoyada y fomentada por el rey y su entorno, fue descubierta a tiempo y frenada por la Milicia Nacional y el Ayuntamiento de Madrid. Ante la tibieza del gobierno de Francisco Martínez de la Rosa, los moderados quedaron muy debilitados. A partir de esta fecha, se formaron gobiernos de liberales exaltados y aumentó la presión internacional sobre el régimen constitucional. En ese contexto, el rey de Francia, Luis XVIII decidió enviar un ejército, los Cien Mil hijos de San Luis, que invadió España en abril de 1823 y ocupó el territorio nacional con el apoyo de tropas realistas españolas. La resistencia fue escasa, al contrario de lo que ocurrió en 1808. En junio el Gobierno y las Cortes marcharon a Cádiz huyendo del ejército francés. Ante la negativa de Fernando VII a emprender el viaje, fue declarado mentalmente incapacitado por las Cortes. El 1 de octubre Fernando VII restauraba su poder absoluto y el 13 de noviembre hacía su entrada triunfal en Madrid. El monarca ordenaba una persecución implacable contra liberales. La década ominosa: Represión y exilio: Los primeros años fueron de una acentuada represión política, aunque la Santa Alianza presionó para suavizar la dureza inicial del monarca español. Muchos liberales abandonaron España. La mayor parte buscó refugio en Reino Unido, único país con monarquía constitucional. Tras la revolución de París en julio de 1830, un elevado número de exiliados se trasladó a Francia. Desde uno y otro país conspiraron para derrocar a Fernando VII. Quienes no pudieron huir fueron encarcelados o asesinados. El aparato represivo del Estado absolutista se articuló en torno a cuatro instrumentos básicos: La creación en enero de 1824 de la Superintendencia General de Policía y de las comisiones militares, que se ocuparon de la depuración de funcionarios y militares. El cuerpo de voluntarios realistas, era una milicia absolutista opuesta a la Milicia Nacional de los liberales, el odio hacia los ricos fue la base ideológica de este cuerpo. Los tribunales de justicia condenabas por delitos o por poseer símbolos liberales. Las Juntas de Fe, heredadas de la Inquisición, actuaron en algunas diócesis a las órdenes de los obispos. Estos instrumentos represivos desataron un clima de persecución de tal entidad en las personas y en las conciencias que la historiografía liberal denominó como “ominosa”. Las reformas de los gobiernos absolutistas: El decreto de 1 de octubre restableció las instituciones anteriores a 1820, aunque algunas no subsistieron, como la Inquisición o el consejo del Estado, que desaparecieron. No se trataba pues de una simple restauración del Antiguo Régimen , hasta el propio monarca era consciente de que debía modernizarse, aunque a través de un despotismo anacrónico. La pérdida de las colonias agravó aún más la crisis crónica de la Hacienda. Fernando VII acudió a nuevos empréstitos para cancelar la deuda anterior o hacer frente a los gastos militares y de la administración. Se hacía necesaria una reforma fiscal. Esta fue llevada a cabo por Luis López Ballesteros que aplicó reformas significativas: La reforma fiscal de 1824, dirigida a recuperar viejos impuestos, que acabó en fracaso. El diseño de los primeros presupuestos del Estado de la Historia de España en 1828-29. La creación de la Real Caja de Amortización y del tribunal de Cuentas. La reducción de la deuda pública. El plan de la minería. Además se llevaron a cabo cambios en la administración del Estado. La crisis del absolutismo y la cuestión carlista: Aunque Fernando VII era todo menos moderado, las reformas y la suavización del Antiguo Régimen extendieron la idea entre los absolutistas de que el rey estaba en manos de los liberales. El propio hermano del rey, Carlos María Isidro, estaba en esa línea y en torno a él empezaron a organizarse los más radicales. Fruto de este clima fueron las sucesivas insurrecciones carlistas durante la década. La más importante tuvo lugar en Cataluña en el verano de 1827; fue la guerra de los agraviados. Los rebeldes reclamaban el programa típico del absolutismo. La cuestión sucesoria: El rey quería asegurar la sucesión ya que no tenía descendencia. Casado por cuarta vez a fines de 1829 con María Cristina de Borbón, en mayo de 1830 se anunciaba el embarazo de la reina. Un mes antes se había publicado la Pragmática Sanción de 1789 que derogaba la Ley Sálica, lo que permitía reinar a las mujeres. En octubre de 1830 nacía Isabel II. Este acontecimiento radicalizó a la facción carlista, que apoyaba como sucesor a Carlos María Isidro. En el verano de 1832 tuvieron lugar los sucesos de La Granja, una confusa sucesión de acontecimientos: aprovechando una transitoria crisis de salud, Fernando fue convencido por los absolutistas para firmar la derogación de la pragmática de 1789, lo que suponía que su hija no podría reinar. Pero, tras recuperarse, el rey, presionado por los anticarlistas, revocó dicho documento, cambió el gobierno por uno más moderado y dejó como heredera a su hija Isabel. Pero el carlismo crecía, los voluntarios realistas apoyaban su causa y en mayo de 1833 Carlos y su familia marchaban a Portugal a un exilio encubierto. Mientras dos amnistías permitieron el regreso de los exiliados liberales. El clima de guerra civil se anunciaba cuando Fernando VII falleció e Isabel II, con solo dos años fue proclamada reina.