Portada » Filosofía » Explorando las Éticas Griegas y Modernas: Eudemonismo, Hedonismo, Estoicismo y el Contrato Social
Entre los filósofos griegos sofistas, existía una posición de relativismo y escepticismo sobre los valores morales. Sócrates contrapuso en su mensaje una defensa original y revolucionaria, al considerar necesaria la existencia de conceptos válidos moralmente para todos los hombres. En «El Banquete», Platón introduce el mito de Eros, que representa como un semidiós. El término eudemonismo hace referencia a ‘buen demonio’ o ‘buen sentido’, que implica el disfrutar para ser feliz. Para Platón, la idea era la del bien; la felicidad es el premio de la virtud y de la acción moral que se orienta hacia el bien.
Discípulo de Platón, Aristóteles consideraba que todos los hombres tienden a la felicidad y fue más allá al identificar nuevos elementos que orientan el comportamiento moral del hombre. Este ha descrito el complejo proceso que se da en nuestro interior que busca estar presente en este mundo.
Solo a través de la bondad llegamos a la felicidad. Aristóteles introdujo una novedad al exigir la presencia de los bienes materiales para que el hombre fuera feliz. El hombre debe tener y disfrutar a lo largo de su vida de una vida libre y no servil. Un hombre pobre, feo o sin amigos no puede ser completamente feliz. Existe aquí una crítica al idealismo de Platón y a distintas regiones posteriores.
Su creador fue Aristipo de Cirene (435 a.C.). El placer es la finalidad de la vida. Lo que quiere el ser humano es tener el mayor placer posible y tiene una capacidad de elección entre ellos, independientemente de las consecuencias. Los actos son buenos o malos dependiendo de la cantidad de placer que produzcan.
Epicuro de Samos (341-270 a.C.) crea una escuela llamada ‘Los filósofos del jardín’. En sus «Cartas a Meneceo», Epicuro del Helenismo, los epicúreos ponen la felicidad en el placer, pero saben que el placer no siempre lleva a la felicidad, a veces puede hacer daño. Si se quiere felicidad duradera, hay que encontrar los placeres espirituales, que dan paz al alma. La ataraxia es la ausencia de inquietud, de preocupación. Las cosas que producen temor y contra las que no podemos hacer nada son el destino, que no depende de nosotros, hay que encajarlo. Los dioses son tan perfectos que son indiferentes al destino humano. Mientras se vive, no se tiene la sensación de muerte y cuando estás muerto ya no tienes la misma sensación.
Se desarrolló en el Imperio Romano aunque nació en Grecia. Séneca y Marco Aurelio fueron figuras clave. Para el estoico, la felicidad es el último fin de la vida humana, y esta consiste en vivir de acuerdo con la naturaleza. El universo está regido por la ley natural y la razón humana. De lo que se trata es de soportar lo que acontece alrededor, sea positivo o negativo, porque está previsto por ese logos, porque es inevitable y al hombre solo le queda aceptarlo, superarlo, encajarlo…
El Evangelio no es un libro de moral, sino los hechos y dichos de Jesús. Es una catequesis pero con características morales:
Toda la conducta del ser humano tiende a la felicidad, es el bien supremo, y para él no puede ser más que la contemplación de Dios. Es un Dios personal, el único capaz de satisfacer las aspiraciones humanas.
Hasta Kant, las distintas éticas habían sido materiales; frente a todas ellas, la ética de Kant es formal. No podemos confundir ética material con materialista; lo contrario de una ética materialista es una ética espiritualista, lo contrario de una ética material es una formal. Son éticas materiales las que la bondad o maldad de la conducta humana depende de algo que se considera bien supremo para el hombre: los actos serán buenos cuando nos acerquen a la consecución de tal bien supremo y malos cuando nos alejen.
Podemos señalar dos elementos en toda ética material:
Una ética material es la que tiene contenido en cuanto que establece un bien supremo y en cuanto que dice lo que ha de hacerse para conseguirlo.
Kant rechazó las éticas materiales porque decía que presentaban estas deficiencias:
Una ética formal es una ética vacía de contenido, que no tiene contenido en ninguno de los dos sentidos en que lo tiene la ética material: no establece ningún bien o fin que haya de ser perseguido y por tanto no nos dice lo que hemos de hacer sino cómo debemos actuar, la forma en que debemos obrar.
Se limita a señalar cómo debemos obrar siempre, trátese de la acción concreta de lo que se trate. Un hombre actúa moralmente cuando actúa por deber. Kant distingue tres tipos de acciones: contrarias al deber, conformes al deber y acciones por deber; solo las últimas poseen valor moral. El caso de un comerciante que no cobra precios abusivos a sus clientes, tal vez lo haga para asegurarse la clientela y la acción es conforme al deber, pero no por deber: la acción se convierte en un medio para conseguir un propósito, un fin. Si actúa por deber, por considerar que ese es su deber, la acción es un fin en sí misma, algo que debe hacerse por sí. El valor moral de una acción no radica, pues, en algún fin o propósito a conseguir, sino en la máxima, en el móvil que determina su realización, cuando este móvil es el deber.
La exigencia de obrar moralmente se expresa en un imperativo que no es ni puede ser hipotético sino categórico. «Obra solo según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne en ley universal». «Trata a los demás como quieres que te traten». Esta formulación muestra claramente su carácter formal; este imperativo no establece ninguna norma completa concreta, sino la forma que ha de poseer cualquier norma de nuestras acciones, cualquier máxima ha de ser tal que el sujeto pueda querer que se convierta en norma para todos los hombres, en ley universal.
Imperativo categórico: «Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin al mismo tiempo y nunca meramente como un medio». Lo único que es fin en sí mismo es el hombre, en tanto que ser racional. No ha de ser utilizado nunca, por tanto, meramente como un medio.
Sirve para explicar cómo armonizar la dimensión pública y privada del ser humano. Legitimidad-legalidad, autores: Hobbes, Locke, Rousseau y Kant.
El contrato social debe conducir al parlamentarismo, el poder del estado debe respetar los derechos del pueblo. «El hombre es bueno por naturaleza, es la sociedad la que corrompe su obra».
Debido a la propiedad privada de la tierra y al enfrentamiento consiguiente, la sociedad debe reformarse por un pacto social. El ciudadano debe renunciar a los privilegios adquiridos, pero no a sus derechos innatos y naturales. La voluntad general aparece como soberano, en el pueblo reside la legitimidad del poder. Legal es lo que está de acuerdo con la ley, esto no quiere decir que sea legítimo.
¿Cómo es la naturaleza humana?
Para Hobbes, el hombre es cuerpo movido por dos tipos de deseos: alcanzar metas y huir para conservar la vida. Naturalmente es egoísta y dado a la guerra, por lo tanto, una vida pobre, débil y corta. Esto le llevó a denunciar su libertad y consiente ser gobernado por un poder absoluto. En cambio, para Rousseau, en estado de naturaleza el hombre es bueno, libre y solo la vida social le lleva a la corrupción y a la maldad.
«Bondad y maldad»: Rasgo común: Necesidad de apoyo emocional. Reconocimiento personal. Viene determinado por un montón de aspectos externos que condicionan la vida y la psicología, así como el desarrollo de la aparición del poder político.
Forma de gobierno autocrático, características:
Los regímenes dictatoriales normalmente proceden a la eliminación física de sus oponentes.
Es una forma extrema de dictadura. El enorme desarrollo tecnológico que ha vivido la humanidad en el último siglo ha generado el desarrollo de nuevos armamentos y sofisticados mecanismos de control de la población. Algunas dictaduras han conseguido un poder casi absoluto transformándose en totalitarismos. Estos últimos han llevado al extremo los mecanismos represivos más brutales.
Casos vinculados:
En el caso a) estamos ante un estado que ha vulnerado algún aspecto concreto del contrato pero que conserva los procedimientos e instituciones propios de un estado democrático y de derecho. El caso b) es diferente, ya no podemos hablar de un estado democrático y de derecho sino de un tipo de estado dictatorial o ilegítimo.
Características de la desobediencia civil:
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