Portada » Filosofía » Explorando la Filosofía de Aristóteles y San Agustín: Ética, Política y Conocimiento
Según Aristóteles, existen dos tipos de virtudes: las “virtudes éticas” y las “virtudes dianoéticas”.
A lo largo de nuestra vida, vamos forjando un carácter que se refleja en nuestras acciones y comportamientos. La ética trata de rectificar aquellas conductas que son moralmente malas, lo que Aristóteles llama pasiones o vicios. Para alcanzar la virtud del carácter, se precisa que el hombre, a través de la repetición de buenas conductas o decisiones, consiga incorporar una rectitud que no tenía. Según Aristóteles, las acciones humanas están determinadas por tres aspectos: la volición, la deliberación y la decisión; es decir, queremos algo, deliberamos sobre el mejor modo de conseguirlo y, por último, tomamos la decisión. En el caso de la volición, en todos los hombres está naturalmente orientada hacia el bien, pero hay que saber deliberar y decidir acertadamente, es decir, en llevar a la práctica la decisión acertada. Esto se puede conseguir repitiendo y practicando, y se generará el hábito del comportamiento bueno. Por esto, Aristóteles define la virtud como un hábito. Existen infinidad de maneras de hacer el mal, pero solo una de ser bueno, y es encontrar y conquistar el término medio que equilibra sus vicios, pero no consiste en la media aritmética, sino que es otro estado donde ya no tenemos vicios, en esto consiste la virtud. En palabras de Aristóteles: “la virtud es un hábito selectivo que consiste en la posición intermedia… entre dos vicios, el uno por exceso y el otro por defecto”. Con respecto al bien, la virtud es un extremo, porque consiste en la máxima perfección. Cuando se conquistan las virtudes éticas se puede pasar a las virtudes dianoéticas.
Consisten en cultivar la parte racional, es decir, el Entendimiento o la dianoia. Se trata de la Sabiduría, tienen por objeto la Verdad, relacionada con el Bien Superior o la felicidad perfecta, que solo puede ser aportada por la «vida contemplativa». La actividad del intelecto es la única que se quiere por sí misma, no es un medio para obtener un fin distinto. Esta actividad nos acerca a los dioses, puesto que ellos se dedican a la contemplación. Naturalmente, el hombre necesita de bienes externos además de salud y virtudes prácticas, pero la perfección de la naturaleza humana es la «vida contemplativa».
La sociedad es necesaria para que el hombre pueda desarrollarse, por lo tanto, el hombre es un ser social, un animal político. La ciudad es el marco para poder desarrollar las virtudes. Para saber vivir en sociedad hay que dotarse de un orden político que permita un trato justo entre los ciudadanos. Hay que buscar un régimen que garantice la seguridad, estabilidad y que organice distintas actividades para satisfacer las necesidades. Sostiene que la democracia es un buen sistema de gobierno, pero precisa un nivel de educación muy elevado en el pueblo. Todo sistema de gobierno tiene peligro de degenerar: la democracia puede degenerar en demagogia, la monarquía en tiranía y la aristocracia en oligarquía.
Se distancia del enfoque idealista de Platón, no cree en la separación entre mundo sensible y mundo inteligible. Aristóteles defiende la posibilidad de captar la realidad verdadera a partir de la experiencia. Las ideas o formas universales no residen en otro mundo, están en las propias cosas, inmersas en los seres sensibles. Los sentidos perciben los seres sensibles, pero la mente sabe sacar a relucir el aspecto universal que hay de común en todos. Lo destacable es que la idea, lo universal, no está en otro mundo, por eso la filosofía de Aristóteles está cercana al Realismo. El proceso sería el siguiente: Los sentidos perciben un objeto y la imaginación elabora una «imagen», esa imagen pasa a un aspecto del entendimiento que Aristóteles llama entendimiento activo, que saca a relucir su forma universal, por último, esa forma universal pasa al entendimiento pasivo, donde lo universal se proyecta sobre la materia uniéndolos de nuevo. Aquí es donde el ser humano es capaz de ver ese aspecto universal en todo. Aristóteles realiza una distinción entre el saber teórico (la filosofía), y el saber práctico (la ética y la política). En cuanto a la antología o realidad, Aristóteles resuelve el problema del cambio arrastrado desde los presocráticos, introduciendo dos tipos de distinciones en los seres: «ser en potencia» y «ser en acto». En cada cambio hay algo que permanece y algo que varía, el cambio es el paso de la potencia al acto. Además introduce el término de «sustancia», que es lo que cada ser es y lo hace único, y el de «accidente», que puede variar sin que afecte a la sustancia. También introduce el concepto de «materia» y «forma», la materia en un principio es un sustrato indeterminado que gracias a la forma adquiere su determinación. Los seres humanos son un compuesto de materia y forma (hilemorfismo). Aristóteles dice que entre las cosas existe una gradación, que nos lleva a considerar que existe un ser perfecto y causa primera de todo. Lo argumenta diciendo que es imposible retroceder hasta buscar el origen de los seres, por lo tanto ha de existir un motor inmóvil que mueve todo lo demás, Dios, es un Acto Puro. Todos los seres buscan plenitud, buscan a Dios. La parte humana divina es el entendimiento pasivo.
Aristóteles dice que la realidad se divide en distintos seres que están regidos por tres tipos de alma: vegetativa (plantas), sensitiva (animales) y racional (humanos). Pero en cada reino se incluyen las almas anteriores. El alma es la forma del cuerpo y este su materia, el cuerpo estaría en estado potencial y el alma dota al cuerpo la capacidad para actualizar ese potencial. Aristóteles dice que el alma es “una entelequia y forma que tiene la posibilidad de convertir la materia en un ser de tal tipo”. El alma no puede subsistir sin el cuerpo, aunque el alma tenga una parte inmortal y divina.
Fue uno de los pensadores cristianos que más desarrolló el concepto de «creación», el cual para los cristianos parte desde la nada, es decir, ex nihilo, y esto es privativo del cristianismo. Recoge de Platón algunas de sus ideas para explicar cómo fue esa creación. Dice que el mundo fue creado por Dios a partir de unos modelos que contiene él de todos los seres, llamados atributos divinos. En Dios no existe el tiempo, el tiempo empieza con el mundo, Dios sólo ha tenido que querer crear el mundo y así se ha hecho, de una sola vez ha creado lo que ha sido, es y será. Los seres han sido creados en forma germinal, como «razones seminales», deben desarrollarse aún, tienen que acabar de perfeccionarse, ahí San Agustín ve el margen para «el libre albedrío humano», es decir, desarrollar potencialidades ocultas, como ya dijo Aristóteles. En definitiva, existen dos grados en la realidad: Dios y las criaturas, a su vez podemos distinguir en las criaturas el cuerpo y el alma, la cual está denominada la «razón superior» y es la parte que se comunica con Dios, la que recibe revelaciones, luego está la «razón inferior» que entronca con el cuerpo y apoya a la fe con la investigación de la experiencia. En definitiva, en primer lugar está creer y después entender. San Agustín da primicia al conocimiento por revelación, dice que las verdades obtenidas por revelación divina son las más importantes y en todo caso, iluminan el camino de la investigación.
El hombre es un compuesto de cuerpo y alma que a raíz de la Caída, empieza a experimentarse como una dualidad: por un lado el alma, que es la parte que quedó pura y busca a Dios, mientras que el cuerpo desprecia a Dios, de tal modo que el hombre vive en una tensión constante entre la fuerza integradora del alma y la desintegradora del cuerpo. El hombre fue creado bueno, pero al estar dotado del libre albedrío eligió el mal. San Agustín cree que el alma posee tres facultades a imagen de la Trinidad: voluntad, entendimiento y memoria, Padre, Hijo y Espíritu Santo. El nacimiento de cada ser humano es original e irrepetible, por lo que la vida humana debe aprovecharse para salvarse.
El hombre solo puede encontrar la felicidad en Dios, pero como está corrompido, debe practicar la rectitud moral a través de los mandamientos para convertir el mal en bien. Aquí está el problema del origen del mal y como lo solventa el cristianismo, de un modo distinto a las demás teorías, por ejemplo al maniqueísmo, por el cual estuvo muy influido San Agustín. El maniqueísmo defiende la alternancia de dos principios opuestos: el bien y el mal, cuando domina el mal nos vemos obligados a pecar por lo que no tenemos culpa, y cuando domina el bien no tiene mérito porque no elegimos hacer el bien, nos vemos obligados. El cristianismo en cambio, afirma que el mal no es una fuerza positiva, es la carencia de bien, y aparece cuando no hacemos el bien.
Dice que en el mundo existe una ciudad terrenal y una ciudad celestial, la cual debería prevalecer sobre la terrenal. La historia del hombre está llena de guerras debido al conflicto entre ambas ciudades, entre las tinieblas y la luz, entre la búsqueda de las virtudes celestiales y las tendencias del cuerpo hacia la ambición, el odio, etc. Un buen gobernante es aquel que sabe mantener la paz en su estado y sabe procurar los bienes indispensables para la supervivencia, y además el Estado terrenal debe estar sujeto a la Iglesia, ya que el hombre busca la transcendencia.