Portada » Psicología y Sociología » Explorando Habilidades Sociales, Comunicación y Lenguaje: Conceptos Clave
Michelson y otros (1983), citados en Hazel y Schumaker, enumeran las siguientes características o rasgos de las habilidades sociales:
Algunos puntos clave sobre los déficits en habilidades sociales:
Hymes caracteriza la competencia comunicativa como aquella que establece “cuándo se debe hablar y cuándo callar, qué decir, a quién y de qué modo”.
Según John L. Austin, representante de la “teoría de los actos de habla”, las expresiones o enunciados lingüísticos pueden servir para fines muy distintos:
La Deixis es el señalamiento que se realiza mediante ciertos elementos lingüísticos que muestran, como este, esa; que indican una persona, como yo, nosotros o un lugar, como allí, arriba; o un tiempo como ayer.
La presuposición es aquello que se da por sentado o supuesto.
El principio de cooperación propuesto por Grice debe entenderse como una guía que aceptan los participantes en cualquier interacción comunicativa para facilitar su desarrollo y hacer posible su éxito, respecto a expectativas e intereses. El principio requiere de los interlocutores que contribuyan a la conversación, adecuándola a un propósito y en una dirección determinados.
Grice complementa su principio general con una serie de orientaciones secundarias denominadas “categorías” o “máximas” de cantidad, cualidad, relación o relevancia y modalidad:
Estas categorías generales de comportamiento se pueden expresar por medio de máximas:
Puntos clave sobre la competencia social:
La competencia social permite comunicarnos, expresarnos, y transferir ideas con los otros de nuestro entorno.
La competencia supone un conjunto de habilidades, relacionadas con las más variadas demandas situacionales. Competencia no debe entenderse acá sólo como conocimiento (implícito y explícito), sino también como actuación.
Cada habilidad está constituida, a su vez, por conductas específicas, discretas e identificables, que entran en juego en la interacción con los demás.
Toda habilidad (sea del tipo motor, intelectual, lingüística, no verbal, etc.) es una forma de comportamiento flexible y adaptativo, que apunta a alguna finalidad.
Los hábitos consisten en cadenas de conductas simples o conexiones estímulo-respuesta que, debido a su frecuente reedición, se han ido automatizando; aunque en un comienzo requerían de control consciente. Ejemplo: el niño que aprende a hacer el nudo de sus zapatos deberá, inicialmente, atender a cada uno de los elementos que constituyen la tarea total y tendrá que hacerlo en la secuencia esperable.
Una vez que se ha adquirido un hábito, puede ser repetido en ocasiones subsecuentes prácticamente sin variación.