SEGISMUNDO

Cuando Segismundo es liberado por primera vez de su encierro, arremete contra su padre y abusa de su condición de rey. La rabia y la ira lo ciegan, impidiéndole controlarse. Como consecuencia, es devuelto a prisión, haciéndole creer que todo ha sido un sueño.

Sin embargo, este comportamiento es comprensible, dado que Segismundo ha sido tratado como una fiera en su encierro, como un animal salvaje. Se supone que los animales actúan por instinto, sin voluntad ni libertad. Del mismo modo, Segismundo actúa inicialmente por instinto.

A lo largo de la obra, Segismundo lucha consigo mismo, con su naturaleza interior y sus impulsos incontrolables. La reflexión moral de este pasaje es la necesidad de no dejarse llevar por las pasiones, ya que las consecuencias no tardarán en llegar. Segismundo aprende esta lección y, al ser liberado nuevamente, no se deja arrastrar por la furia. Esta capacidad de reflexión y dominio de su violencia son prueba de la libertad humana, al igual que su decisión de entregar a Rosaura a Astolfo, refrenando así sus pasiones. La obra plantea la constante lucha entre la pasión y la prudencia, donde esta última debe prevalecer.

ROSAURA

Rosaura entra en escena disfrazada de hombre y acompañada de Clarín. Llega al castillo donde está encerrado Segismundo y se encuentra con Clotaldo, quien inicialmente planea matarlos por irrumpir. Sin embargo, Rosaura le entrega una espada que perteneció a su madre, revelando así su conexión. Rosaura busca vengarse de Astolfo, quien la ha deshonrado al abandonarla para casarse con Estrella. Para Rosaura, recuperar su honor exige el derramamiento de sangre de Astolfo.

Rosaura se hace pasar por criada de Estrella, pero su identidad corre peligro cuando Astolfo lleva un retrato suyo. Astolfo salva la vida de Clotaldo, impidiendo que este lo mate, pero Rosaura sigue necesitando recuperar su honor. Cuando Segismundo llega al poder, Clotaldo revela que Rosaura es su hija, otorgándole así nobleza. Finalmente, Segismundo facilita el matrimonio entre Rosaura y Astolfo, permitiéndole a Rosaura recuperar su honor y posición social.

BASILIO

Basilio es un rey sabio que medita sus decisiones con serenidad, buscando siempre el bienestar de su pueblo. Inicialmente, cree en el hado y, temiendo que su hijo Segismundo se convierta en un tirano, lo encierra. Basilio prioriza el bienestar de su pueblo sobre su propio hijo. Sin embargo, Basilio reconoce que la voluntad del ser humano es más poderosa que las leyes de los astros; el hombre tiene el poder de decidir su propio destino.

Tras conocer a su hijo, Basilio siente compasión y lo visita en la torre. Acepta lo inevitable, no por cobardía, sino reconociendo la necesidad de enfrentar a Segismundo. Este encuentro representa la conciliación entre la racionalidad (Basilio) y la bestialidad (Segismundo), donde ambos se reconocen y se aceptan mutuamente.

CLARÍN

Clarín es el «gracioso» en La vida es sueño. Su función principal es hacer reír al público y aliviar la tensión del drama. Tradicionalmente, el «gracioso» es bondadoso y leal a su señor, pero Clarín es un personaje más complejo. Clarín afirma su propia existencia y autonomía; no es un simple acompañante, sino un individuo con sus propios pensamientos y sentimientos. Actúa según su propio criterio, sin preocuparse por las consecuencias para los demás.

Clarín es un «gracioso» atípico: no participa en las intrigas amorosas, cambia de amo por conveniencia y carece de la nobleza y bondad características de este tipo de personaje. Se preocupa únicamente por sí mismo y se divierte observando los conflictos de los demás. Su posición es similar a la del espectador, lo que le permite juzgar y reírse de lo que sucede a su alrededor.

Clarín evoluciona hasta convertirse en un personaje profundo y, finalmente, en el más trágico de la obra. Es el exponente de varias ideas calderonianas:

• La vida como espectáculo
• La confusión entre apariencia y realidad
• La afirmación de la voluntad divina por encima del destino, ejemplificada en su propia muerte

Clarín pasa de su sueño de prudencia a la realidad de la muerte, sirviendo de ejemplo a Basilio, quien, confiado en su ciencia, fracasa en la educación de su hijo y despierta a la realidad.