Portada » Historia » Expansión económica y transformaciones sociales en Europa durante el siglo XVI
La reducción de la población del siglo XIV facilitó la recuperación de la economía a partir de la mitad de la centuria siguiente. Influyeron también en la recuperación algunos cambios en las tenencias de la tierra, que facilitaron el acceso a ella, la expansión entre los agricultores de la industria doméstica, el transporte y otras actividades complementarias.
En Europa central y oriental, esta tendencia se vería frenada por el avance de la servidumbre. En la mayor parte de Europa occidental, el crecimiento de la producción fue estimulado precisamente por lo contrario: el retroceso de los derechos feudales y la reducción de la extensión de las tierras de los señores, que se vieron obligados a traspasar parte de su patrimonio fundiario para sanear sus economías del impacto de la devaluación monetaria. En España, el interés de la aristocracia en aprovechar la favorable situación económica originó un reforzamiento de la propiedad señorial que condujo a una extensión del mayorazgo, lo que aumentó la concentración de la propiedad y redujo el volumen de tierras que accedían al mercado.
En general, la mejora de la situación económica, pese a las diferencias regionales, hizo que los europeos, al menos los occidentales, tendieran a casarse a edades más tempranas, lo que incrementó la fecundidad y la natalidad. La mortalidad también descendió como consecuencia de la reducción de las epidemias. La expansión demográfica se caracterizó por las desigualdades. La desigualdad demográfica más reseñable radicó (en España y el resto de Europa) en que la población urbana creció más que la total, lo que se debió en su mayor parte a la afluencia de gente del campo a la ciudad. También han de considerarse tanto los crecientes incentivos, salariales y de empleo, que brindaban las manufacturas y el comercio urbanos, como la mayor facilidad que ofrecían las ciudades para conseguir el mínimo de subsistencia. La tasa de urbanización se había multiplicado por más de cuatro en Portugal. El progreso de la urbanización puede considerarse al mismo tiempo causa y efecto de la gran expansión sufrida por los sectores secundario y terciario. Más influirían en la demanda global los cambios en la distribución de la población entre el campo y la ciudad. Por ello, una extraordinaria expansión de los talleres urbanos que fabricaban carruajes, mobiliario, relojes, tapices y objetos de cristal, cerámica, oro y plata. Las guerras fueron otro factor que impulsó actividades del sector secundario como la industria textil y la naval, del armamento y la munición, controladas normalmente por el Estado por su carácter estratégico.
También el descubrimiento y colonización de América impulsó la industria europea. La corriente de metales preciosos, especias, tintes, azúcar, tabaco… del Nuevo Mundo hacia Europa fue equilibrada por las exportaciones europeas a América de manufacturas y servicios de transporte y comerciales. En la segunda mitad de la centuria, la capacidad productiva de la industria española no pudo seguir el ritmo de la demanda interna y colonial, lo que se debía a su atraso técnico, la inflación y la excesiva carga tributaria. Por ello, las producciones de otros países europeos ocuparon el lugar dejado por las españolas en el mercado americano. La colonización del Nuevo Mundo fue un capítulo relevante de la edad de oro que vivió el comercio europeo a lo largo del siglo XVI. El otro comercio transoceánico, el asiático, fue dominado por Portugal hasta finales de la centuria. El comercio intraeuropeo tuvo un papel significativo, incrementándose su volumen y valor casi en todas las áreas.
La expansión del comercio, y de la economía en general, precisaban progresos en las finanzas. La oferta monetaria resultó potenciada por los progresos habidos en las técnicas de crédito y el descenso del precio del dinero. Las innovaciones en las técnicas financieras fueron algo común en la Edad Moderna, de manera que en las primeras décadas del siglo XVIII el uso del crédito se había difundido por casi toda Europa, proliferando extraordinariamente los préstamos. En el siglo XVI se crearon las primeras instituciones financieras modernas, las bolsas de valores y los primeros bancos abiertos al público, que estaban estrechamente unidas al comercio internacional. La expansión de las economías europeas tras la crisis bajomedieval fue también estimulada por la evolución de los precios. ¿Qué factores originaron tan duradera inflación? Se ha recurrido para explicarla a diversos factores, monetarios y reales. Para los no monetaristas, el alza de los precios debió de causarlo el que el crecimiento de la población y la demanda fueran mucho más intensos que el de la producción.
Por último, las economías europeas se beneficiaron del aumento de la productividad resultante de la cadena de pequeños adelantos técnicos que se produjeron. A partir de mediados del siglo XV, la invención de la imprenta y de sus progresivas mejoras no solo impulsaron la industria del papel, sino que facilitaron la difusión y ampliación de las nuevas técnicas. En la ingeniería cabe destacar la mejora de la rueda hidráulica. Los progresos de la química permitieron mejorar el tratamiento de los metales y de la obtención de la pólvora y resultaron, además, trascendentales para perfeccionar la fabricación del vidrio, que desde Italia se difundió por Europa. El sector textil se benefició de nuevas máquinas de batanado de lana, el perfeccionamiento del hilado de seda, el uso del torno de hilado y los avances hacia el telar mecánico. La expansión europea no habría sido posible sin los progresos en la navegación que se dieron (vela triangular latina, barcos de varios mástiles…) y que multiplicaron los intercambios. El comercio también crecería por la difusión de la contabilidad por partida doble y las letras de cambio endosables.