Portada » Geografía » Evolución y factores explicativos de la distribución de la población
La distribución de la población es el resultado de una evolución en la que han intervenido diversos factores.
En la época preindustrial, la economía era básicamente agraria, por lo que los factores tuvieron más peso en la distribución de la población. Las mayores densidades se situaban en las zonas con relieve llano y baja altitud, clima templado cálido y proximidad al mar o a los ríos. Estas zonas eran la costa levantina, los valles atlánticos, los valles fluviales del interior y Baleares. También influían factores humanos, la coyuntura económica atraía la población hacia las áreas más dinámicas. El descubrimiento de América dio a Castilla gran prosperidad, convirtiéndose en la zona más poblada. En el siglo XVII, la crisis económica y demográfica originó migraciones hacia la periferia.
En la época industrial, mediados del siglo XIX y crisis de 1975, se consolidó una economía industrial y urbana, por lo que los factores naturales perdieron peso. Aumentaron su peso Madrid y las regiones periféricas, en unos casos por su alto crecimiento natural y en otros por la instalación de actividades económicas que atrajeron a la población. Primero la industria en Asturias, País Vasco y Cataluña, a las que se sumaron los ejes del Ebro y del Mediterráneo. Y luego, el turismo en el litoral mediterráneo e insular.
En la época postindustrial, desde la crisis de 1975, influyen nuevos factores que mitigan y refuerzan los contrastes en la distribución de la población. La crisis industrial de 1975 frenó las migraciones interiores a las áreas industriales y provocó retornos. En la actualidad, la tendencia a la difusión espacial de población y de algunas actividades económicas, y las políticas de desarrollo endógeno de las comunidades autónomas, refuerzan los contrastes en la distribución de la población.
Las consecuencias del envejecimiento son múltiples:
Entre las soluciones se han planteado el recurso a la inmigración, el retraso en la edad de jubilación, la racionalización del gasto sanitario, servicios de respiro a familias con ancianos y el incremento de residencias.
El crecimiento real de la población se calcula mediante la fórmula CR=CN(nacimientos-defunciones)+SM(inmigrantes-emigrantes).
Entre mediados del siglo XIX y principios del siglo XX, el incremento fue bajo debido al escaso crecimiento natural propio del régimen demográfico antiguo y a la emigración a ultramar.
En el periodo 1900-1980, el crecimiento fue elevado, sobre todo durante los años 60, debido al alto crecimiento natural de la transición demográfica. Sin embargo, este incremento habría sido mayor de no haberse visto afectado por la mortalidad catastrófica, guerras y emigraciones.
Entre 1980 y 2000, el aumento de la población fue muy bajo debido al escaso crecimiento natural del régimen demográfico actual. Sin embargo, este retroceso habría sido mayor de no haberse visto compensado por el retorno de emigrantes a raíz de la crisis económica mundial y por el aumento de la inmigración extranjera desde 1995.
Desde 2000 a 2008, el crecimiento de la población se aceleró debido a la inmigración extranjera, que elevó la natalidad.
Desde 2008, la población detiene su crecimiento y decrece debido a la crisis económica. Por eso, las áreas con mayores retrocesos han sido las que más inmigrantes recibieron en el periodo anterior.
Desde 1995 España se ha convertido en un país de inmigración. Se distinguen dos etapas:
En esta etapa hubo un elevado crecimiento de la inmigración. Por parte española, influyó la necesidad de mano de obra propiciada por la prosperidad económica, sobre todo en empleos de baja cualificación insuficientemente cubiertos por la población española. Además, la proximidad de España a África la convierte en la puerta de entrada de inmigrantes africanos a Europa. Por parte de los inmigrantes extranjeros, influyeron motivos económicos y políticos.
Desde 2008, la crisis económica ha provocado la disminución de las entradas de extranjeros y ha ocasionado retornos de inmigrantes a sus países de origen o emigración a otros destinos. La causa principal ha sido el desempleo. Este problema ha afectado a los más jóvenes, dando lugar a un aumento de las personas inmigrantes de más de 35 años.
La política inmigratoria española pretende que la inmigración resulte beneficiosa para todas las partes implicadas.
– La política de la UE sobre asilo e inmigración implantó un sistema común para la concesión de asilo y de visados y reforzó la cooperación frente a la inmigración clandestina mediante el intercambio de información y el control de las fronteras exteriores de la Unión.
– La Ley de Extranjería de España regula todos los aspectos de la inmigración: entrada en el país, modalidades de presencia, derechos y libertades, condiciones de trabajo y procedimiento de expulsión o repatriación.
– La lucha contra la inmigración clandestina mediante la colaboración con los países de origen, la intensificación de los controles fronterizos y la lucha contra las redes de inmigración ilegal.
– La colaboración con los países emisores en el control de la emigración, las repatriaciones y los retornos.
– La ordenación de los flujos migratorios, seleccionando el tipo de inmigrantes que necesita España y organizando su llegada mediante convenios con los países de origen. La crisis ha endurecido estas medidas.
– El impulso de la integración de los inmigrantes, implantando medidas contra la xenofobia y el racismo.
Según su situación, se diferencian los extranjeros nacionalizados tras varios años de permanencia en el país, los inmigrantes con permiso de residencia que mantienen su nacionalidad de origen y los que no tienen permiso de residencia.
El perfil de los inmigrantes varía según su procedencia:
– Los inmigrantes europeos son jubilados con nivel de vida medio-alto, sobre todo británicos y alemanes, que aprecian las buenas condiciones climáticas, o adultos atraídos por las posibilidades de negocio o de conseguir mejores trabajos.
– Los inmigrantes extracomunitarios son jóvenes que acuden a España por motivos económicos o políticos. Realizan trabajos de poca cualificación en los servicios, la construcción, la agricultura, la minería y la pesca.
El destino principal es Cataluña, Madrid, la Comunidad Valenciana y Andalucía, seguidas de Canarias, Murcia y Baleares.
– Consecuencias demográficas: la inmigración ha influido decisivamente en el crecimiento demográfico de España. Durante el periodo de auge 1995-2007 se impulsó el crecimiento. Desde 2008, la salida de inmigrantes ha reducido el volumen de la población española y la tasa de natalidad.
– Consecuencias económicas: la inmigración aporta población activa, que desempeña las tareas más duras y peor remuneradas; contribuye al crecimiento del PIB; aporta más dinero a las arcas públicas del que consume en educación y sanidad; y alivia la carga del elevado gasto en pensiones. Sin embargo, la inmigración también se relaciona con algunos problemas, como la pérdida de competitividad, la presión a la baja sobre los salarios, el aumento del déficit exterior y el consumo de bienes importados.
– Consecuencias sociales: han surgido actitudes xenófobas o racistas entre algunos que consideran la inmigración como una invasión que compite por el empleo, consume recursos sociales en perjuicio del bienestar de la población española y amenaza la identidad nacional. Muchos inmigrantes sufren duras condiciones laborales y malas condiciones de vida en barrios marginales y viviendas de escasa calidad. También existen dificultades de integración debido a las diferencias culturales, lingüísticas y religiosas.