Portada » Biología » Evolución: Origen de las Especies y Evidencias Científicas
Charles Darwin imaginó una explicación con elementos fundamentales que se consideran válidos en la actualidad. En 1858, presentó la teoría de la descendencia con modificación junto con Alfred Russel Wallace, quien llegó a idénticas conclusiones de manera independiente. La publicación de El origen de las especies (1859) y El origen del hombre (1871), apoyadas en datos recogidos durante 20 años de investigación, produjo un escándalo social en la sociedad victoriana. La intuición de Darwin era deudora de los trabajos de Thomas R. Malthus, clérigo británico autor de Ensayo sobre el principio de la población, que explicaba que algunos factores ambientales, como el hambre o la enfermedad, limitaban el crecimiento de la población humana. La enfermedad, la muerte y la competencia con los demás seres vivos (congéneres) en la explotación de los recursos necesarios para el mantenimiento de la vida, diezman la población de cada especie y, de ese modo, tienden a mantener el número de sus individuos en equilibrio con las demás formas de vida.
Darwin observó que la larga práctica de la humanidad en la cría de animales domésticos producía continuamente la aparición de nuevas especies por el cruce provocado de animales seleccionados. De ahí dedujo que, en condiciones naturales, las cosas podrían ocurrir de modo semejante. La competencia por un alimento común y las dificultades del medio podrían actuar como mecanismos de selección natural que «elegirían» a ciertos individuos, cuyas condiciones fueran mejores, en detrimento de los demás, favoreciendo su supervivencia y aumentando su tasa de reproducción. Este fenómeno provocaría cambios significativos en las especies, así como la aparición de otras nuevas. En la «lucha por la existencia», la «selección natural» hace que «sobrevivan los más aptos».
Se considera la evolución como un hecho fuera de toda duda razonable en el ámbito de la ciencia, aunque hay discusiones sobre los mecanismos concretos que explican el proceso evolutivo. El estudio del registro fósil (hallamos ejemplares de seres vivos desaparecidos que guardan parecido con las especies actuales), la unidad estructural y funcional de todos los seres vivos (todos ellos con estructura celular), la uniformidad del ciclo reproductivo, las semejanzas anatómicas profundas y la evolución embriológica se consideran pruebas suficientemente satisfactorias de la existencia de un tronco común del que todas las especies partieron en algún momento del pasado.
A la vez que se gestaba la teoría darwiniana, Gregor Mendel descubría los principios y mecanismos básicos de la herencia. Sin embargo, sus descubrimientos apenas alcanzaron publicidad y no se incorporaron a la teoría evolucionista hasta principios del siglo XX. La concepción actual de la evolución de los seres vivos, la teoría sintética, suma a los mecanismos descritos por Darwin y Wallace los conocimientos actuales sobre la genética de poblaciones. El código genético, impreso en el ADN de los seres vivos, contiene las instrucciones precisas que configuran la morfología y el funcionamiento de cada uno de ellos. La herencia es un proceso por el cual la información codificada en el ADN progenitor se reproduce en moléculas idénticas en los descendientes. La información genética tiende a mantenerse intacta de generación en generación. El mecanismo de reproducción sexual garantiza, en las especies que lo emplean, la preservación de los genes y, al mismo tiempo, una elevada tasa de diversidad gracias al entrecruzamiento de estos (ciertas bacterias, hongos y algas que se reproducen asexualmente son menos diversas). De vez en cuando hay errores en el mecanismo reduplicador de la herencia que introducen cambios de forma aleatoria: mutaciones espontáneas.
Una mutación es una modificación heredable en las características de un gen (cada uno de los elementos de un cromosoma que, solo o junto con otros, determina un rasgo del individuo adulto; la totalidad de los genes se denomina genoma). Las mutaciones producen transformaciones en la fisiología o en las funciones y sistemas de relación con el medio de los seres vivos, ya que afectan a la información básica que dirige el proceso de desarrollo de cada uno de los miembros de la especie, y pueden deberse, además de a las razones apuntadas, a la intervención de factores externos (radiación o agentes químicos). El índice de mutaciones que conocemos en la actualidad es bajo, pero el número de genes es tan elevado que existen muchas probabilidades de que, al menos uno, sea objeto de mutación.
Muy a menudo, las mutaciones que se producen en la genética de un organismo bien adaptado tienen consecuencias negativas para su supervivencia (como el síndrome de Down), y otras, efectos intrascendentes (aparición de un sexto dedo junto al meñique). Pero cuando sus efectos se combinan con condiciones medioambientales adecuadas, una mutación puede implicar una ventaja para la supervivencia o la reproducción.