Portada » Arte » Evolución del Arte Gótico: Escultura y Pintura Medieval
En los inicios del periodo gótico, siglos XII y XIII, las portadas de las catedrales albergan las principales producciones escultóricas. El norte de Francia irradia el modelo escultórico a imitar en el resto de las portadas de las catedrales europeas. Ya en el siglo XIV la situación cambia debido al conflicto bélico de la Guerra de los Cien Años entre Francia e Inglaterra, lo que dio lugar a una evolución del estilo escultórico con peculiaridades locales o nacionales. La escultura se libera del marco arquitectónico, florecen esculturas de madera o piedra, adquieren gran protagonismo las vírgenes, santos y los donantes laicos, además de retablos y sepulcros, respondiendo a sentimientos religiosos cada vez más acorde con el gusto cortesano imperante del momento.
El grupo escultórico de la jamba derecha de la fachada occidental de la Catedral de Reims es la culminación de la evolución iniciada en las grandes portadas catedralicias. Sus figuras ilustran el tránsito de formas románicas en la Anunciación y un marcado naturalismo gótico en la Visitación. Las estatuas se liberan de su condición de soporte arquitectónico y se presentan prácticamente exentas.
La Anunciación, compuesta por la Virgen y el ángel sonriente, insinúa el movimiento a partir de la gesticulación de los brazos. Los rasgos de la Virgen María carecen de expresión, sus vestiduras tienen un modelado superficial y pliegues rectos y angulosos, subrayan la verticalidad. Mientras que la Visitación, el encuentro de María e Isabel embarazadas, reviste de un gran dinamismo interno y remite a la Antigüedad. Ambas mujeres comparten la postura clásica del contrapposto; sus cabezas se inclinan y sus manos gesticulan; los rostros son expresivos y diferenciados, los ropajes y modelados son profundos, envuelven el cuerpo y muestran la buena nueva.
En el gótico cobran relevancia los temas sobre la Virgen María: el llanto por Cristo, la Piedad, la Anunciación o la Visitación.
A la izquierda, el ángel anuncia a María que concebirá al Hijo de Dios.
A la derecha, pocos meses después de recibir el anuncio de que sería madre, María, embarazada de Jesús, viaja hasta Judea para visitar a su prima Santa Isabel, que también espera un hijo, a pesar de su presunta esterilidad y edad avanzada.
Autor: atribuido al maestro de Beau Dieu de Amiens
Cronología: 1235 -1240
Localización: Catedral de Burgos
La Puerta del Sarmental se sitúa en el crucero sur, uno de los cuatro accesos de la Catedral de Burgos.
Exhibe uno de los más bellos conjuntos escultóricos del gótico del siglo XIII. Un eje de simetría divide el conjunto, destacando la figura que ocupa el centro del tímpano, el Cristo en Majestad, y reforzado a su vez por la figura del parteluz, el obispo Mauricio, que completa la alusión a la apocalipsis.
A izquierda y derecha se sitúan en dos registros: el ángel y los animales que simbolizan a los evangelistas, que aparecen representados sentados y con un tamaño inferior al de Cristo, de acuerdo con el precepto de la perspectiva jerárquica.
Por debajo se sitúa una hilera de apóstoles, con las cabezas nimbadas y coronados por un doselete corrido que forma arquillos trilobulados.
Rodean el tímpano las arquivoltas con decoración vegetal, hileras de ángeles y serafines y los veinticuatro ancianos del Apocalipsis sentados sobre unas peanas que sirven de pequeños doseles a las figuras inferiores.
Aunque adosadas a la arquitectura, las esculturas están talladas en altorrelieve y, a pesar de la frontalidad, se aprecian algunas características que alejan su factura de la abstracción y el hieratismo románico. El mayor sentido narrativo en las actitudes de los personajes, el trabajo de los ropajes y los pliegues que acentúan el modelado de las figuras, un mayor naturalismo en las proporciones y el interés en plasmar rasgos individuales revelan la influencia de los talleres de Amiens y Reims.
En el tímpano del Sarmental se representa la iconografía clásica de la Maiestas Domini: Cristo entronizado bendice con su mano derecha y con la otra sostiene el Evangelio.
Lo rodean los evangelistas, representados ellos mismos y a través de sus símbolos –Tetramorfo–, inclinados sobre sus pupitres aparecen escribanos que están recogiendo atentamente las palabras del Señor.
También le acompañan, en las arquivoltas, coros de ángeles y los veinticuatro ancianos del Apocalipsis a modo de corte celestial. Por debajo del tímpano se sitúa la hilera de los apóstoles con el Evangelio en las manos y alegorías de las artes liberales.
Autor: Giotto di Bondone
Cronología: 1303 -1305
Técnica: fresco
Tema: bíblico
Localización: Capilla Scrovegni (Padua)
La obra de Giotto representó un punto de inflexión en el arte gótico. Influenciado por el precepto franciscano, dio un renovado valor a la naturaleza y situó al ser humano en una nueva dimensión. La introducción del paisaje como fondo, la corporeidad de los personajes y la observación de la naturaleza son elementos que anuncian el Renacimiento.
Giotto se aleja de las rígidas fórmulas bizantinas en esta escena casi familiar de la Huida a Egipto, creando una composición de admirable claridad y armonía.
La Virgen María, que viaja a lomos de un asno protegiendo al niño Jesús entre sus brazos, centra la composición destacando sobre la roca del fondo, que enmarca el grupo piramidal.
Su actitud silenciosa y majestuosa contrasta con la de los demás personajes, que se muestran más vivaces, mirándose y conversando con naturalidad.
El artista florentino evita la postura frontal de las figuras que, aunque todavía lineales, muestran una mayor corporeidad y actitudes menos hieráticas.
Las figuras también presentan unos rasgos faciales más definidos, potenciando además la sensación de movimiento con detalles como la posición de las patas delanteras del asno o los cruces de miradas entre los personajes.
Magnífico es el trabajo de los vestidos, más realistas y cuidados, con unos ropajes muy ligeros y fluidos, y la paleta de colores que con extraordinaria delicadeza parece esculpir las figuras. Sustituye el característico fondo dorado trecentista por un paisaje árido y montañoso, con unos árboles dispersos que evidencian un nuevo interés por el entorno y el espacio tridimensional.
El ciclo pictórico de la capilla Scrovegni narra la historia de la salvación de la humanidad a través de 38 escenas, que se centran en tres temas principales: episodios de la vida de Joaquín y Ana, episodios de la vida de la Virgen y episodios de la vida y muerte de Jesucristo, cerrando el conjunto el Juicio Universal. Esta escena recrea el episodio de la Huida a Egipto que narra el Evangelio de San Mateo (2, 13-15).
Autor: Simone Martini
Técnica: Temple sobre tabla.
Localización: Galería Uffizi. Florencia
El sienés Simone Martini destaca por la exaltación cromática de sus obras, así como el valor otorgado a la línea y al movimiento, le convierten en un claro precedente del estilo internacional gótico.
En la escena central aparece el arcángel Gabriel ofreciendo respetuosamente una rama de olivo a la Virgen. Las figuras delgadas y esbeltas destacan sobre un fondo dorado, que aumenta el simbolismo de la escena. Los contornos de los personajes están definidos con una refinada línea negra. Tanto en la Virgen como en el ángel predominan las líneas curvas y sinuosas, vehículo expresivo de la ternura e idealismo propios de la pintura de la escuela de Siena. Toda la tabla está realizada con gran minuciosidad en los detalles.
Para las figuras humanas, Martini utilizó colores fuertes y contrastados sin hacer usos de elaboradas gradaciones cromáticas.
La escena propiamente dicha de la Anunciación aparece inscrita en tres arcos polilobulados. La Virgen escucha y observa, sentada en un rico trono, al arcángel Gabriel, de grandes y doradas alas, que está arrodillado y le ofrece una rama de olivo. La caracterización de María es profundamente humana, con un gesto de recato y turbación que coincide fielmente con el relato bíblico. Su tamaño es proporcionalmente mayor al resto de personajes.
A los lados de esta representación y separados por dos finas columnas se encuentran las figuras de dos santos, también enmarcados bajo arcos polilobulados. A la izquierda está San Ansano, patrón de Siena y a la derecha, probablemente, Santa Veneranda.
El pintor procuró dotar de cierta profundidad a la escena, por ejemplo, la presencia del jarrón del fondo pretende determinar un segundo plano dentro de la composición.
Martini fue el primero en representar arrodillado al ángel Gabriel en la escenificación de la Anunciación. Esta novedad iconográfica obtuvo gran difusión en el gótico.
Autor: Jan van Eyck (Maaseyck, 1390 – Brujas, 1441)
Cronología: 1434
Técnica: óleo sobre tabla
Tema: escena costumbrista o de género
Localización: National Gallery (Londres)
Van Eyck presenta a una pareja en el interior de una habitación. El espejo en la pared del fondo marca el eje de simetría compositivo, en confluencia con la lámpara del techo y el perro.
El espejo refleja la escena desde el punto de vista opuesto al del espectador y amplía el espacio pictórico, que abarca incluso el ámbito del pintor y de los hipotéticos testigos de la escena situados detrás de él.
La construcción del tema muestra una imagen teatral y poco espontánea. Contribuye a este efecto el predominio de la línea sobre el color, que perfila los contornos de las figuras y de los objetos, y les confiere una corporeidad y solidez casi escultóricas. Esto le permite plasmar incluso el más mínimo detalle con una escrupulosidad microscópica, gracias al empleo de la técnica del óleo aplicado con plumillas.
Dispone en primer plano los zapatos del hombre, de madera clara, y los de la mujer, al fondo, de color rojo. La diagonal ayuda a crear mayor perspectiva.
La luz, con precisión realista, ilumina a la esposa y deja en penumbra la parte izquierda del lienzo. Dominan tres grandes manchas cromáticas: el verde del vestido, el rojo de los cortinajes y los cobertores, y el marrón de la capa del mercader.
El cuadro presenta un retrato de Giovanni Arnolfini, un comerciante italiano que residía en Brujas, y Giovanna Cenami.
El caballero coge la mano de la dama y hace el voto nupcial levantando el antebrazo derecho.
El perro representa la fidelidad, y el espejo y el rosario a su lado, la pureza de la Virgen.
La firma del pintor «Johannes van Eyck fuit hic» (Jan van Eyck estuvo aquí) en lugar del habitual «… me pixit» (me pintó), situada sobre el espejo, hace pensar que el artista participó en el enlace en calidad de testigo.
Autor: El Bosco
Cronología: 1500 -1505
Técnica: óleo sobre tabla
Tema: religioso
Localización: Museo del Prado (Madrid)
El Jardín de las Delicias sigue siendo hoy en día un jeroglífico de difícil resolución. A pesar de algunas interpretaciones de naturaleza psicoanalítica, se cree que sus imágenes beben de la cultura popular de su época.
El espacio escénico del tríptico se divide en tres franjas horizontales superpuestas que permiten conseguir una gran profundidad de campo.
El cuerpo izquierdo de la tabla representa el Paraíso; la tabla central, El Jardín de las Delicias, y la tabla derecha, el Infierno.
El Bosco supedita los colores y la luz al tema tratado en cada cuerpo. Así, los tonos blancos, verdes y amarillos que dominan en el Paraíso todavía prevalecen en el cuerpo central. En el Infierno utiliza el negro y el gris, más cercanos al miedo, al terror y al misterio.
El tríptico muestra de manera alegórica que los placeres de la vida son efímeros. En la tabla central, el pintor escenifica la lujuria, que se acompaña de frutos silvestres. En un segundo plano, alrededor del lago de la Juventud, giran los vicios y, al fondo, se representa el estanque del Adulterio.
En la tabla de la izquierda se representa la creación de Eva contemplada por Adán, al fondo puede verse el estanque de la vida rodeados de animales, algunos de ellos fantásticos y de árboles exóticos; y en el cuerpo de la derecha se representan los castigos del Infierno donde el negro de la oscuridad y el rojo del fuego dominan ahora el paisaje. La conversión de las presas en cazadores, como es el caso del conejo que lleva una víctima humana colgada de una lanza y las proporciones desmesuradas de los objetos cotidianos convertidos en instrumentos de tortura expresan el caos existente en el infierno, donde las relaciones entre los seres vivos se han invertido.
El dibujo de El Bosco se caracteriza por ser simple, claro y expresivo, y las escenas por la minuciosidad con las que son representadas. La influencia flamenca se aprecia en la precisión y delicadeza de los trazos y en las soluciones compositivas y lumínicas que el artista adopta.