Portada » Arte » Evolución del Arte: Del Prerrománico al Gótico
La desaparición del Imperio romano de Occidente supuso la fragmentación política y cultural del territorio. En la península Ibérica, destacan dos modelos en el ámbito del arte. El reino visigodo trató de mantener las tradiciones tardorromanas en una sociedad recién cristianizada. No obstante, la conquista árabe y la Reconquista cristiana borraron la mayor parte de sus huellas, aunque aún se conservan algunas pequeñas iglesias.
El pueblo visigodo fue uno de los primeros en entrar en contacto con el Imperio Romano. Debido a este contacto, aprendieron latín y se convirtieron al cristianismo. En la península Ibérica, establecieron su capital en Toledo y crearon un reino unificado que duraría hasta la llegada de los musulmanes en el 711.
Destaca la iglesia de San Pedro de la Nave en Zamora.
Se desarrolla desde finales del siglo VIII a principios del siglo X, con características que lo sitúan a la cabeza del desarrollo artístico de la Europa cristiana.
Destaca Santa María del Naranco en Oviedo.
Es el arte de los cristianos que deciden quedarse en territorio musulmán. Su arte está fuertemente influido por el arte omeya.
Destaca San Miguel de la Escalada, León.
En el románico intervienen elementos de distinta procedencia. Las influencias y aportaciones islámicas, visigodas y bizantinas definen las múltiples variables regionales, pero existen caracteres comunes en toda Europa. El debilitamiento de las invasiones orientales hizo que las naciones recobraran seguridad, recordando la antigua hermandad romana. La Roma de aquellos tiempos era la Roma del Papa, lo que se tuvo muy presente para sentar las bases del nuevo estilo. Se puede hablar de un imperio espiritual romano. Los lazos de unión entre estados serán las órdenes religiosas y las peregrinaciones, vehículos de tendencias culturales, planos arquitectónicos y programas decorativos.
La arquitectura románica se considera el arte total, que integra a las restantes artes sin excluirlas. Utiliza elementos y técnicas de las arquitecturas precedentes, pero con un espíritu nuevo, creando un nuevo estilo. Es una arquitectura funcional, que atiende a valores espaciales y volumétricos utilitarios, pero con un profundo valor simbólico. La decoración esculpida y pintada no es meramente superpuesta, sino una forma de conocimiento que transmite verdades profundas, accesible para todos y cargada de belleza.
Desde el punto de vista constructivo, la arquitectura románica es de base romana, pero rechaza los materiales ricos. Todo se hace con el material del país, labrado en piedra. El plan basilical adquiere mayor complicación al fragmentarse los espacios y añadirse torres.
El prototipo de construcción del Románico es la Iglesia de Peregrinación. El problema de la arquitectura radicaba en solucionar el problema de la bóveda. Inicialmente, se abovedó la cabecera y el resto se dejaba en madera, pero más tarde se abovedó toda la nave con una bóveda de cañón (generada por un arco de medio punto), lo que obligó a cegar ventanas y aumentar la resistencia y grosor de los muros. Para reforzar la bóveda, se utilizaron arcos fajones que descargaban el peso sobre columnas o pilares, y en el exterior se contrarrestaba el peso con estribos o contrafuertes. El papel del arco fajón es doble: absorber el peso de la bóveda y articular el espacio.
Otra solución sería contrarrestar la nave principal con las laterales, comunicadas por medio de los arcos formeros. Destaca la incorporación de las tribunas sobre las naves laterales, formando otra nave superior, con sus correspondientes vanos de iluminación y estancias. La bóveda central descarga su peso sobre grandes columnas o pilares, cuadrados o cruciformes. Las columnas tienen el fuste liso y la temática de sus capiteles es muy variada, destacando la iconográfica.
El muro es de sillarejo, recio, con contrafuertes. Predomina el macizo sobre los vanos, con ventanas estrechas y abocinadas. La fachada se presenta a los pies de la nave central y en los brazos del transepto. Presenta jambas abocinadas con columnillas, de las que parten las arquivoltas. Surge el parteluz como un pilar que divide la puerta. Sobre la portada se sitúa, en ocasiones, un rosetón.
El interés principal del templo está en el ábside, donde se desarrollan los actos de culto. Se crea una cripta bajo el altar mayor, lo que lleva a la aparición de un pasillo tras el altar, llamado girola o deambulatorio. En los brazos del transepto pueden aparecer altares más pequeños llamados absidiolos.
Algo fundamental y simbólico es la planta, que es de cruz latina, simbolizando la cruz de Cristo. La aparición del transepto crea el crucero, donde se eleva la cúpula. Para pasar del cuadrado al círculo se usan las pechinas. Por fuera se coloca una torre poligonal llamada cimborrio o tambor. La fisonomía externa se amplía con campanarios y torres de planta cuadrada.
Las peregrinaciones a Roma, Tierra Santa y Santiago de Compostela son fundamentales en la época del románico. El culto a las reliquias mueve a multitudes de peregrinos. Este hecho incrementó las relaciones entre los distintos territorios. Los templos se constituyen en foco de atracción de peregrinos, como Santiago de Compostela, que es de cruz latina con tres naves.
En el siglo X surge un reformismo eclesiástico de las órdenes del Císter y de Cluny. Esta estructura supuso la base del estilo románico, que se expandió por toda Europa. Inicialmente, estas construcciones se realizaron en lugares alejados y de difícil acceso. El núcleo principal es la iglesia, dedicada a los ritos de la comunidad. A uno de los lados se alzaba el claustro. Toda la vida monástica se desarrollaba en estos grandes espacios. Destacan San Pedro de la Roda, Santo Domingo de Silos y San Martín de Canigó (Francia).
El soporte escultórico más importante era la fachada, y más concretamente la portada, cuya decoración invitaba a la meditación. La decoración era de carácter didáctico, todo tenía su función específica y debía responder a una idea concreta relacionada con las enseñanzas de la Iglesia. Se consideraba que la teología aconsejaba al arte.
El tímpano, el dintel, las arquivoltas, las jambas, etc., constituían el lugar donde se desarrollaba la teoría escultórica, que alcanzaba su máxima expansión en los capiteles. La escultura románica era monumental, y su dependencia de la arquitectura no era sólo funcional sino material. El instrumento medieval es el heraldo de la antigüedad: el cincel, el taladro o trépano y las limas. La talla siempre se hacía directamente sobre el bloque.
Esta escultura se observa en piedra y en madera. La decoración escultórica se desarrolla en las portadas y capiteles.
El tímpano semicircular es el lugar predilecto para el escultor románico. La vuelta de Cristo es la imagen más frecuente. Hay concepciones sintéticas del Juicio Final. Cristo se presenta majestuosamente para juzgar a los hombres, dando fe de la grandeza divina y del fin de los tiempos. Su imagen, grande y con plena frontalidad, está sentada en un trono e inscrita en una aureola almendrada que alude a su gloria, la mandorla. Sus gestos son autoritarios. Su mano derecha se alza amenazando al hombre. Esta visión apocalíptica del Todopoderoso recibe el nombre de Pantocrátor. Esta figura, en ocasiones, está flanqueada por el tetramorfos, los cuatro evangelistas, figurativamente o simbólicamente. Destacan los pórticos de Santa Fe de Conques y el Pórtico de la Gloria de Santiago de Compostela.
Se encuentra en las portadas, interiores y claustros. Son puntos privilegiados para la escultura en piedra. La temática no es decorativa, sino que son historias con temas a veces de complicado desarrollo. Son escenas del Antiguo y Nuevo Testamento, vidas de santos, alegorías de vicios y virtudes; en los capiteles también se presenta el horror vacui.
Las imágenes exentas en pocas ocasiones se labran en mármol, caliza o piedra. La madera fue el material más utilizado en este tipo de tallas. Se utilizaba la madera más abundante del lugar. Este trabajo en madera no era definitivo. La policromía o el recubrimiento de metales preciosos o pedrería conferían el acabado perfecto y exigible a cualquier imagen que debía despertar la admiración y la fe entre los fieles.
Destaca el Cristo crucificado y la Virgen sedente con el Niño. Cristo está sujeto a la cruz con cuatro clavos. Los brazos son rígidos, sin sentir peso físico. En la cabeza lleva corona real, no de espinas. No sufre, no experimenta dolor. Es un Cristo inexpresivo, vivo o muerto. A veces aparece vestido y otras veces aparece solo con un faldón que va desde la cadera hasta la rodilla.
La Virgen sostiene al Niño entre sus piernas mientras éste bendice y sostiene el libro de la vida en la otra mano. Son figuras inexpresivas, rígidas, sin comunicación entre ellas: «la idea prevalece sobre la materia». Otra iconografía es el Descendimiento de Cristo, un grupo escultórico donde, además de Jesús, aparecen otras figuras que contemplan dicho pasaje evangélico.
La pintura tiene lugar en muros y ábsides. El fresco es la técnica básica del Románico. Se usan dos materiales: cal y arena, mezclados con agua. Se extendía sobre el muro la mezcla. Tras una segunda imprimación, pero esta vez fresca, se pintaba.
La pintura románica está relacionada con las características de la escultura. Las figuras aparecen serias, adaptadas al marco y con perspectiva jerárquica. Existe igualmente un horror vacui. El esquema de las figuras es muy sencillo. Es una pintura plana. Se trazan líneas paralelas con tonos claros y oscuros para acusar el bulto. En rostros y manos se aplica algo de volumen. El dibujo es grueso y seguro, se contornea la silueta con trazos negros y se aplica una amplia variedad cromática. Hay que tener en cuenta que este arte se sometía a fórmulas concretas, lo que facilitaba su aprendizaje y difusión.
El color de las vestimentas, los animales, etc., responden sólo a la voluntad de crear una armonía cromática. Destaca el negro como delimitador y estructurador de formas, y el blanco como mancha. La decoración tiene herencia del mosaico bizantino. El lugar predilecto para su colocación es el ábside. Un Pantocrátor, dentro de su Mandorla, rodeado por el Tetramorfos. Otras veces es la Virgen con el Niño. Las figuras se disponen rígidas y frontales.
Desde el siglo XII hay cambios en la creación de un nuevo arte. La arquitectura se caracteriza por la sensación de movimiento ascendente. Como consecuencia del sistema constructivo empleado, se crea una revolución arquitectónica que se logra a través de un largo periodo de tanteos. En los primeros tiempos, el edificio gótico tiene su apoyo en la arquitectura románica, pero acabará oponiéndose a ella.
Los elementos fundamentales de esta arquitectura son dos:
Por tanto, la arquitectura gótica se convirtió en una arquitectura de esqueleto, en la que el muro perdió su función y pudo ser horadado. La bóveda ojival se forma al cruzarse dos arcos adheridos al casco. Se determinaban así cuatro ramas de ojiva. La introducción de un tercer miembro se convertirá en una bóveda de crucería sexpartita. Más tarde se desarrollan otras más complicadas: terceletes, estrelladas, etc.
Los apoyos tienen un papel muy importante en el gótico. En cambio, el muro constituye un peso muerto. La pared se esfuma, prevalece el hueco. Con su cerramiento surgen así las grandes vidrieras apuntadas, que tamizan la luz y la espiritualizan. En las paredes se abren grandes rosetones, huecos circulares con tracería calada en piedra.
El contrafuerte es la consecuencia lógica del sistema ojival. En una arquitectura que desarrolla empujes como consecuencia de la elevación, el estudio de los elementos de contrarresto es fundamental. Este desarrollo será en altura, ya que los muros son muy altos y tienden a combarse. Para buscar el máximo de eficacia en el contrarresto, se separa el contrafuerte de la pared por medio de un arco de transmisión llamado arbotante, coronado por unas terminaciones: los pináculos.
La planta es basilical, normalmente de cruz latina, de tres o cinco naves, aunque la planta suele perder su forma de cruz latina y tiende a convertirse en planta de cruz griega. Destaca la cabecera con deambulatorio y capillas radiales. Normalmente se aprovechará el espacio entre los contrafuertes para multiplicar el número de capillas; las familias nobles, gremios y corporaciones las convertían en lugares de celebración, enterramiento y emblemas de su estatus después de adquirirlas.
La portada se organiza, siguiendo la tradición románica, mediante jambas abocinadas con columnas y estatuas adosadas, arquivoltas apuntadas, parteluz, dintel y tímpano. El conjunto suele estar culminado por un gablete. El cuerpo básico de la fachada se divide en tres tramos: el inferior se corresponde con los tres portales ojivales; el tramo central corresponde a los vanos de iluminación, tanto por un rosetón como por grandes ventanales; en el superior se desarrolla una galería abierta donde surgen las torres de los campanarios. En el tambor de la cúpula, manifestando el sentido verticalista de este arte, se coloca un gran pináculo, coronado por una imagen: la flecha.
Las ciudades suelen ser de reducida superficie, en parte por los recintos amurallados, y para facilitar la proximidad de talleres y tiendas al centro y al mercado. Aparecen nuevos tipos de edificios: almacenes gremiales, ayuntamientos, hospitales y universidades. Fuera de las murallas también se sitúan los barrios de los gremios que lo exigen por las características de su actividad.
Según la importancia de la ciudad y el grado de libertad, surgirían sistemas administrativos más simples o más complejos. El edificio civil más notorio de la ciudad será el ayuntamiento, sede del gobierno de la comuna.
En algunas ciudades de especial relieve económico, las funciones comerciales de contratación tenderían a separarse del ayuntamiento. La lonja es donde los mercaderes realizaban los cambios y transacciones comerciales.
La arquitectura fue el marco propio de la escultura. En el arte románico, este marco fue a la vez soporte y delimitador; en el gótico, varió dicha relación. Estas esculturas tendieron a adquirir un volumen completo. La figura sale del marco arquitectónico y quedan enmarcadas en hornacinas, nichos donde se introduce una escultura, y se suelen colocar sobre la imagen una especie de protección, llamada doselete.
El carácter fundamental es el realismo. El arte gótico es humano y expresivo. Se rehumaniza el arte. En las ropas desaparecen los pliegues esquemáticos para ofrecernos rasgos más amplios y naturales. Las figuras son generalmente esbeltas, más altas incluso que el modelo natural.
El lugar de máximo interés escultórico fue la fachada. Si en el románico la distribución es un tanto caótica, en el gótico existe gran orden en la colocación de las figuras. Los tímpanos se ocupan con escenas del Juicio Final, vida de la Virgen o de Santos; en las arquivoltas se colocan reyes, ángeles, músicos, santos; en el parteluz se coloca una figura del Señor o de la Virgen. En los capiteles van desapareciendo los temas iconográficos para quedar decorados con motivos vegetales.
Los retablos aumentan de tamaño y comienzan a disponerse tras el altar. Adoptan la forma de tríptico. La parte central es ocupada por esculturas y las laterales por pintura. Adquieren proporciones gigantescas. Suelen estructurarse en un banco o predela, el cuerpo del retablo, y un ático de menores dimensiones. De izquierda a derecha se divide en calles, separadas por estructuras de tipo arquitectónico. La calle central suele coronarse con la escena del Calvario. Los compartimentos son ocupados por diversas escenas de la vida de Cristo. Se tallan en madera policromada. Progresivamente se prefiere realizarlos en piedra o alabastro. Siempre se policroma. Requiere la colaboración de varios maestros: el arquitecto, el ensamblador, el entallador, los pintores y maestros doradores.
Se desarrolla la escultura funeraria, en las que el difunto aparece en posición orante o yaciente y la tumba puede ser adosada (pegada a la pared) o exenta, con gran realismo. Suelen ser realizadas en mármol.
Durante el gótico, decae la pintura mural, pero aparece la pintura sobre tabla (retablos) y sobre cristal (vidriera). Valen para la pintura las características formales ya precisadas en la escultura.
El dibujo tiene un papel muy señalado. La pintura es una grisalla que se colorea. Se usan medios tonos y el sombreado; ya no es un arte planista. Existe un canon y unas proporciones naturales. Se intenta reflejar la realidad, oponiéndose al simbólico. La perspectiva apenas interesa, los fondos son planos o dorados. La luz sólo interviene para manifestar el volumen de los cuerpos. En el siglo XV empezábamos a percibir la existencia de atmósfera. Las figuras se disponen en filas horizontales.
Se desarrolla en el siglo XIII. El fresco nunca se abandona en Italia y va a ser el elemento técnico por excelencia en esta época. Los pintores propugnan una belleza naturalista inspirada en la verdad, una síntesis de color y dibujo y una valoración de volúmenes, aunque siga existiendo influencia de Bizancio. Se producen intentos de restablecer la perspectiva. El recurso que hallan los pintores es introducir suelo o techo en las habitaciones. Las figuras se disponen delante, y el espacio detrás. La convergencia de vigas del techo y de la solería indicarán la profundidad.
Fue el gran renovador del arte en el paso del siglo XIII al XIV. Anteriormente, las figuras se entendían como siluetas coloreadas y se manejaban en función de la masa. Para Giotto, estas figuras son seres que ya conocen el dolor, la tristeza, la desesperación, etc. Se comunican o permanecen pensativas. Todas las figuras son macizos bloques a fin de obtener un efecto plástico. Giotto sitúa los cuerpos en un espacio arquitectónico o paisajístico que simula la tercera dimensión, creando una sensación de profundidad. Los fondos siguen siendo planos. Valora el paisaje y el espacio. Tiene un sentido discreto del paisaje. El paisaje aparece empequeñecido, de forma que son las figuras y no el marco lo que interesa. Estudia la luz como un elemento nuevo, descubre el efecto del claroscuro. Valora los vacíos para que las figuras tengan sobrado espacio. Introduce animales y cambia el concepto de plasmar claramente un tema para que cada figura fuera mostrada íntegramente. En las figuras, las miradas son penetrantes, con los ojos muy rasgados. Se emplean colores simples, encajados en un dibujo. La línea pierde el mandato en el dibujo. Los pliegues se obtienen por gradación de colores. La pintura abandona el idealismo por un realismo.
En Siena, las formas góticas van a ser la continuación de las bizantinas. En esta pintura se incluyen elementos europeos, como el uso de sinuosas curvas que confieren un ritmo a los cuadros, haciendo que el empleo del color crease su propia espacialidad. Los cuadros tienen mayor volumetría y profundidad. Entre sus autores más representativos destaca Simone Martini.
El siglo XV representa una nueva orientación de la vida y del arte. Una novedad técnica surge en este periodo: el óleo. Los flamencos disolvieron los colores en aceite, con cuyo resultado trabajaban con mayor lentitud y exactitud. Podían hacer colores transparentes para ser aplicados por capas, logrando dominar el problema de las sombras. El óleo precisa un dibujo más preciso. La conservación es más duradera, sobre todo si se cubría posteriormente con una capa de barniz. Otra novedad es la incorporación de la tabla donde se desarrolla la pintura. Se estudian los problemas de la luz, reflejos, sombras y calidades de los objetos. Es una pintura minuciosa y detallista. Los artistas se recrean en los detalles más insignificantes. Florece el retrato. Los burgueses desean obtener imágenes reales de su persona, de ahí el naturalismo y la objetividad tan acusada. Se detallan arrugas, cabellos, joyas, etc. Se concede la misma importancia a un objeto, un paisaje o una persona. Los artistas juegan con luces y sombras, y a veces demuestran detalles y miniaturas. En relación con la perspectiva, se concede bastante importancia, bien a través de una ventana o con la introducción de un espejo.
Su obra principal es la Adoración del Cordero Místico de Gante, obra de Jan y Hubert Van Eyck. Destacan en su producción varios cuadros de la Virgen con sus donantes, como los del Canciller Rolin y el del Canónigo Van Der Paele. El Matrimonio Arnolfini es una representación simbólica del matrimonio.
Una de sus fuentes de inspiración favoritas fue la cultura popular. Como características técnicas destacan la minuciosidad en el detalle, la variedad y riqueza del color y el cuidado por la perspectiva. Destaca sobre todo la originalidad del tema, al dar a los objetos de uso cotidiano un sentido diferente y convertir las escenas en momentos llenos de simbolismos, con imágenes inquietantes, absurdas, etc. Todos sus cuadros están impregnados de un sentido del humor burlesco.
El matrimonio Arnolfini, pintado en 1434 por Jan van Eyck, pertenece al gótico.