Portada » Historia » Evolución de las Fuerzas Políticas de Oposición al Sistema: Republicanos, Nacionalistas y Tradicionalistas
El republicanismo era el principal grupo de oposición política y constituía la minoría parlamentaria de oposición más numerosa. Su fuerza era notable en las zonas urbanas, donde el voto podía expresarse con mayor libertad y la influencia caciquil era mucho más reducida.
Con el nuevo siglo se produjo una evolución del republicanismo histórico en el que perdieron protagonismo los partidos y los líderes hegemónicos del periodo anterior. Este nuevo republicanismo se caracterizó por ser un amplio movimiento social, de carácter reformista, que agrupó a sectores de la burguesía librepensadora y a amplias capas de las clases populares.
En 1903, con la finalidad de dar unidad al republicanismo, nació la Unión Republicana, coalición que intentaba agrupar a los diferentes grupos republicanos alrededor de Nicolás Salmerón. Su programa tenía como fin último la convocatoria de Cortes Constituyentes y la proclamación de la República.
En 1908 (año de la muerte de Salmerón) se funda en Santander el Partido Republicano Radical, liderado por Alejandro Lerroux, que se escinde de la Unión Republicana debido a la entrada de republicanos en la coalición catalanista Solidaridad Catalana, en la que Lerroux no había querido integrarse.
El partido presentaba desde su fundación un discurso profundamente demagógico, anticlerical y supuestamente revolucionario, que calaba muy bien entre las clases populares barcelonesas. Con el tiempo fueron generando un pensamiento cada vez más anticatalanista, a la vez que moderan su discurso y su ideario para tratar de acceder a los votantes de la burguesía urbana. Tras los sucesos de la Semana Trágica (1909) trasladan su sede a Madrid.
También como escisión de la Unión Republicana nace en Valencia, en 1908, el Partido Republicano Autonomista de Vicente Blasco Ibañez. El Blasquismo es un movimiento populista y anticlerical que presentaba notables semejanzas con el lerrouxismo. Su principal diferencia con el Partido Republicano Radical fue su carácter autonomista y la pretensión del establecimiento de una república española democrática.
Como respuesta a la represión que el Gobierno llevó a cabo tras la Semana Trágica, en 1909 se constituyó la Conjunción Republicano-Socialista, que integraba a diversos grupos republicanos (entre ellos los tres analizados anteriormente) y al Partido Socialista Obrero español (PSOE). En las elecciones de 1910 esta alianza obtuvo 27 escaños y ganó en Madrid, Barcelona y Valencia.
En 1912 Melquiades Álvarez fundó el Partido Reformista, que se declaraba republicano y tenía en sus filas a intelectuales como José Ortega y Gasset y Manuel Azaña. Pretendía abandonar los ya viejos planteamientos puramente republicanos para ofrecer un programa basado en la democratización profunda de la vida política. Aunque tuvo cierta influencia entre la intelectualidad, no consiguió una implantación efectiva ni entre las clases medias ni entre los trabajadores.
Aunque la derrota militar de 1876 hizo que el carlismo perdiera buena parte de su potencial, no significó su desaparición. A principios del siglo XX el carlismo mantenía bastante activa su presencia y sus bases. El 1909 muere el pretendiente al trono Carlos María de Borbón, al que sucedió su hijo Jaime, con los que el movimiento también se denominó jaimismo.
Las disputas y disidencias en el seno del partido durante la jefatura de Don Jaime fueron frecuentes. La más importante se produjo a raíz de la Primera Guerra Mundial, cuando apareció un sector contrario al apoyo oficial a los Aliados. En esta coyuntura, Juan Vázquez de Mella se manifiesta abiertamente germanófilo, abandona su militancia y funda el Partido Tradicionalista en 1919.
Las bases militantes del carlismo se concentraban en Navarra, el País Vasco y Cataluña; aunque también se desarrollaron en algunas localizaciones de Andalucía (Sevilla y Huelva principalmente) y otras regiones. Todas las tendencias carlistas aceptaron la participación electoral y siempre dispusieron de representación en el Congreso.
Con la llegada de la República en 1931, los diversos grupos del carlismo consiguieron reunificarse en un solo partido que se denominaría Comunión Tradicionalista.
El catalán era el nacionalismo de mayor relevancia en las primeras décadas del siglo XX. Estuvo dominado por la Lliga Regionalista, fundada en 1901. Esta formación política consideraba que se debía compatibilizar la regeneración política y la modernización económica con su reivindicación de la autonomía de Cataluña.
Este era el partido de la burguesía catalana y no contó con el apoyo de la clase obrera, ya que no atendía a las reformas sociales. Practicó una política pactista colaborando en ocasiones con los partidos del turno (Conservadores y Liberales).
La victoria en las elecciones municipales de 1905 de la Lliga Regionalista alarmó al ejército, que veía peligrar la unidad del país. El gobierno liberal presidido por Segismundo Moret apoyó al ejército y promulgó la Ley de Jurisdicciones, que establecía que los delitos contra la nación y el ejército serían juzgados por tribunales militares.
El nacionalismo catalán reaccionó con la formación de una coalición electoral llamada Solidaritat Catalana (Solidaridad Catalana), que incluía a todas las fuerzas políticas catalanas (Lliga Regionalista, Partido Republicano Federal y parte de la Unión Republicana), así como a otras fuerzas como los carlistas Partido Católico Nacional. La coalición consiguió una clara victoria electoral, en 1907, frente a los partidos del turno.
Durante los años siguientes, el catalanismo moderado, representado por La Lliga, alternó etapas de colaboración con el gobierno central con otros momentos de mayor radicalización. Entre 1914 y 1924, La Lliga llegó a controlar la Mancomunidad de Cataluña, organismo administrativo que coordinaba el funcionamiento de los municipios catalanes.
Con la guerra social desatada en Cataluña a partir de febrero de 1919, debida al enfrentamiento entre la CNT y las fuerzas del orden público, hizo que La Lliga Regionalista se fuese decantando cada vez más por planteamientos sociales frente a la reivindicación puramente nacionalista. Este cambio provocó la aparición de nuevas formaciones nacionalistas: Acció Catalana y Estat Català. La última será una de las formaciones que, en 1931, participan en la formación de Esquerra Republicana de Cataluña.
Tras la muerte de Sabino Arana en 1903, fundador y líder del PNV (Partido Nacionalista Vasco), se inició un duro y largo enfrentamiento entre el sector independentista y defensor de las ideas aranistas, y otro más moderado, liberal y posibilista que optaba por la autonomía vasca dentro de España.
Con la nueva estrategia del sector autonomista, el nacionalismo vasco, se extendió desde Vizcaya al resto de las provincias vascas En 1911 se creó un sindicato nacionalista y católico, Solidaridad de Trabajadores Vascos. En 1916, el PNV pasó a denominarse temporalmente Comunión Nacionalista Vasca se aproximó a la burguesía industrial, amplió sus bases sociales y se consolidó como la fuerza mayoritaria en el País Vasco. Sus primeros éxitos electorales fueron en 1917 y 1918, cuando por primera vez se presentó a las elecciones generales, y obtuvo seis de los siete escaños de Vizcaya.
En 1921 se escindió el grupo con tendencias más independentistas (Aberri). Unos y otros se reagruparon en 1930 bajo la denominación tradicional de Partido Nacionalista Vasco.