Portada » Lengua y literatura » Evolución de la Lírica Española desde 1940 hasta la Actualidad
El final de la Guerra Civil Española condenó al exilio a numerosos intelectuales y poetas, como Juan Ramón Jiménez, Rafael Alberti y Luis Cernuda. El tema de España, desde la perspectiva de la ausencia, se convirtió en un motivo recurrente en sus obras, marcado por la angustia y la negación.
La poesía de la primera posguerra estuvo profundamente influenciada por el contexto histórico. Ante el horror de la guerra, los poetas buscaron respuestas, a menudo a través de una poesía espiritualista que se dirigía a Dios, ya sea en forma de oración o de rebeldía. Se distinguen dos tendencias principales:
En torno a un grupo de poetas cordobeses, como Pablo García Baena y Ricardo Molina, surgió esta revista, caracterizada por su fidelidad a la estética de la Generación del 27, con especial influencia de Cernuda. Cultivaron una poesía reflexiva que resonaría en las décadas siguientes.
Los colaboradores de la revista Postismo (1945) se consideraban herederos de las vanguardias de principios del siglo XX. Carlos Edmundo de Ory, su figura más destacada, representó un puente entre la poesía vanguardista de posguerra y la poesía experimental posterior a 1965.
En 1955 se publicaron Pido la paz y la palabra de Blas de Otero y Cantos iberos de Gabriel Celaya. En estas obras, los poetas trascendieron la angustia existencial para enfocarse en el sufrimiento colectivo. La poesía se convirtió en un instrumento de denuncia social.
A mediados del siglo XX surgió un nuevo grupo de poetas que se apartó de la poesía social, sin abandonar la preocupación por el ser humano ni el inconformismo. Sin embargo, se percibía un cierto escepticismo sobre la capacidad de la poesía para transformar la realidad. Esta poesía se centró en lo cotidiano.
A partir de 1965, surgió una nueva generación de escritores que concebían la poesía como una forma específica de trabajar el lenguaje. Rechazaron la poesía de posguerra, excepto al grupo Cántico y al Postismo. Obras importantes de este periodo son Arder el mar (1966) y Dibujo de la muerte (1967). Se recuperaron técnicas y tradiciones literarias olvidadas durante la posguerra. Entre las tendencias destacan:
Se produjo un abandono gradual del experimentalismo y surgieron nuevas tendencias: