Portada » Español » Evolución de la Educación Femenina: Siglos XIX y XX
El texto puede dividirse en dos partes:
Todo el texto está en función de explicar la evolución del concepto de educación femenina en nuestro país, forzado por las demandas femeninas.
El texto, en su estructura externa, aparece dividido en tres párrafos de breve extensión, en cada uno de los cuales se expone una idea, aunque todas giran en torno a una única unidad temática: la educación femenina. Destaca la función referencial porque lo importante es la información que se quiere transmitir al receptor, si bien en el texto adquiere también relevancia la función expresiva (no podemos saber si el emisor es hombre o mujer, pero sí que es partidario de una educación en igualdad), y la apelativa, ya que, aunque el texto sea expositivo, subyace en él una invitación al lector a luchar por conseguir una educación no sexista que permita a la mujer incorporarse al mundo social y laboral en igualdad de condiciones que el hombre.
El período oracional, variado, y con tendencia a la brevedad, facilita el seguimiento del hilo argumental del texto y su comprensión, favorecido por los elementos lingüísticos y marcadores discursivos que modalizan el enunciado y dan cohesión al texto (el conector concesivo aunque, al inicio del texto con el que se introduce una objeción; el consecutivo consecuentemente de la séptima línea, o el adversativo sin embargo con el que comienza el último párrafo), además de expresiones como así concebida, con la que comienza el segundo párrafo, con las que se marca el resultado final de un proceso. Las referencias temporales refuerzan igualmente la cohesión: para fines del siglo XIX, a partir de entonces, al iniciarse la centuria, en los comienzos del siglo XX.
Predominan las oraciones enunciativas porque lo que se expone se muestra desde un punto de vista objetivo, a fin de dar credibilidad a lo expuesto, potenciando su rigor e imparcialidad. Los tipos de proposiciones son variados. Existen proposiciones coordinadas, principalmente copulativas, a lo largo de todo el texto, por lo que suponen de adición («será entonces cuando el tema cobre mayor entidad y se produzca el acceso de estas a la enseñanza»; «la educación femenina cubría los requisitos del liberalismo; salvaba el teórico principio de igualdad, respondía a las exigencias del progreso y preservaba las estructuras sociofamiliares de cualquier peligro»; «no tardaría mucho en mostrar sus insuficiencias y discriminaciones…»), en ocasiones uniendo proposiciones subordinadas adverbiales causales («porque la naturaleza las llamaba a compartir su vida con los hombres y tenían que saber atenderlos»; «porque estaba en sus manos la dirección de sus hijos durante la infancia y debían estar preparadas para formarlos») con las que se suman los motivos que se aducían para ofrecer a la mujer una educación discriminatoria e insuficiente. También son frecuentes las proposiciones subordinadas adjetivas, casi todas ellas especificativas, que sirven para delimitar o restringir el significado del antecedente («que se basaban en el bienestar de la familia»; «que las preparara ante todo para ser mejores esposas y madres»; «la única que las haría felices…»), alguna de las cuales está sustantivada (la que les convenía).
Entre las adverbiales impropias, las hay concesivas (aunque para finales del siglo XIX existía…), con un carácter informativo, o causales (porque la naturaleza las llamaba a compartir su vida […] y (…) y (porque) debían estar preparadas para formarlos) con las que, como ya se ha indicado, se introducen los argumentos que defendían una enseñanza femenina dirigida a favorecer el bienestar familiar, y oraciones pasivas reflejas («se produzca el acceso de estas a la enseñanza»; «una instrucción elemental (…) se consideraba suficiente»; se debatiera y difundiera un modelo de enseñanza femenina») características de este tipo de textos, en las que no interesa el agente.
Desde el punto de vista morfológico, las formas verbales predominantes son las del pretérito imperfecto de indicativo, tiempo imperfectivo cuya acción en el pasado se presenta en proceso durante un tiempo amplio, marcado por las referencias temporales a las que aludimos antes. No obstante, tomando como referencia el final del siglo XIX, punto de inflexión del cambio con respecto a la educación anterior, aparece una forma en futuro imperfecto de indicativo (será) y otras dos en presente de subjuntivo (cobre, se produzca) con un claro valor de pasado, en cuanto que visto desde el presente en que se escribe el texto, pero de futuro, en cuanto que percibida la acción verbal desde la referencia temporal finisecular. Y lo mismo ocurre con las formas verbales que aparecen en el tercer párrafo, cuya medición temporal se hace desde los comienzos del siglo XX de forma relativa: el condicional (tardaría, haría) adquiere el uso trasladado de pretérito perfecto simple, mientras que el pretérito imperfecto de subjuntivo (debatiera, difundiera), que aparece en correlación con él, adquiere un valor de pasado visto desde el presente en el que el texto se redacta. Es significativo el uso de las perífrasis verbales modales de obligación que aparecen en el primer párrafo (tenían que saber, debían estar) referidas a la educación que, como obligación y no por voluntad propia, debían seguir las mujeres en aras del bienestar familiar y social.
La persona verbal en que aparecen conjugadas las formas verbales es la tercera, lo que potencia la imparcialidad, la exposición de unos hechos objetivos. Desde el punto de vista léxico-semántico, el vocabulario utilizado es culto y variado: consenso, centuria, instrucción. Son frecuentes los sustantivos abstractos, de sentido generalizador, formados por derivación a partir de adjetivos o verbos: necesidad, enseñanza, instrucción, educación, igualdad, progreso, insuficiencias, discriminaciones, excepto bienestar, formado por composición. El léxico se agrupa en torno a campos semánticos bien definidos: el de la educación (enseñanza, instrucción, contenidos culturales, educar, principios orientadores, ejercicio profesional, dirección), el relativo al ámbito familiar (hijos, esposas, madres, infancia, atender, formar, felicidad), el relacionado con la ideología liberal del siglo XIX (principio de igualdad, progreso, estructuras sociofamiliares) y el del ámbito económico-social (desarrollo de los servicios, demanda de trabajo, pioneras o trabajadoras).
Entre los recursos estilísticos que aparecen en el texto, cabe destacar el contraste entre el tono y las palabras rimbombantes con que se adorna la «adecuada educación» que se propone a la mujer de finales del siglo XIX como progresista y motor de su felicidad, que no es otra cosa que dependencia, sumisión y esclavitud (en la naturaleza las llamaba a compartir su vida con los hombres, la supuesta dignificación que elevaba a las mujeres a la igualdad con los varones se ve truncada en cuanto que tenían la obligación de atenderlos, o lo que es lo mismo, mantener una dependencia real de ellos; en el aserto en sus manos estaba la dirección de sus hijos durante la infancia, las mujeres estaban llamadas a realizar una gran empresa que las ennoblecía, pero en cuanto a que tenían la obligación de estar preparadas para formarlos, se les obligaba, en realidad, a estar a su servicio).