Portada » Historia » Europa en Crisis: De la Paz Armada a la Primera Guerra Mundial y la Revolución Rusa
Se llamó así porque, aunque aparentemente reinaba la paz, las tensiones entre las naciones europeas eran crecientes. De hecho, en aquella época los países dedicaron gran parte de su producción industrial a fabricar armamento.
Guillermo I recurrió a la diplomacia para conseguir mantener un equilibrio de fuerzas entre los países europeos.
Guillermo II sustituyó el sistema de alianzas por una política de expansión, que se centró en obtener un imperio colonial acorde con el poder económico que estaba desarrollando Alemania. Guillermo II no renovó el Tratado de Reaseguro con el Imperio ruso porque pensaba que no se iba a producir un acercamiento entre este país y Francia. Sin embargo, este acercamiento sí se produjo debido a la ayuda económica francesa que recibió Rusia para impulsar su industrialización.
La Primera Guerra Mundial, también conocida como la Gran Guerra, fue un conflicto bélico que se desarrolló entre 1914 y 1918. En ella participaron varios países europeos, incluidas sus colonias africanas y asiáticas, además de Estados Unidos, Japón, China y algunas repúblicas Iberoamericanas; lo que otorgó al conflicto un carácter mundial.
Durante esta etapa Alemania puso en práctica el Plan Schlieffen, consistente en realizar una ofensiva rápida en el frente occidental, invadiendo Bélgica y el norte de Francia para llegar a París. Una vez derrotada Francia, las tropas alemanas avanzarían sobre el frente oriental y derrotarían al ejército ruso. El plan alemán no tuvo los resultados previstos porque el avance de sus tropas fue frenado por los franceses y británicos en la primera batalla del Marne. Al mismo tiempo, Japón ocupó las colonias alemanas en el Pacífico y China.
El frente Occidental se estabilizó y comenzó una nueva fase en la que ambos bandos, ante la imposibilidad de avanzar, se centraron en la defensa de sus posiciones. Para ello se construyeron las trincheras que les permitían defenderse de las nuevas armas. Para romper el frente occidental se emplearon nuevas tácticas bélicas como el desgaste del adversario, con ataques sucesivos en un lugar concreto. Además, se utilizaron barcos acorazados y submarinos en la batalla de Jutlandia donde la flota británica derrotó a la alemana.
Estados Unidos decidió participar en el conflicto a favor de los aliados debido al hundimiento de buques mercantes neutrales por parte de los submarinos alemanes, ya que la guerra submarina total, iniciada por los alemanes el 1 de enero de ese año, ponía en peligro a su propia flota mercante, que abastecía a Reino Unido y a Francia. En el mismo año, el Imperio ruso sufrió una revolución política y social cuyo triunfo provocó que, en 1918, Rusia se retirara del conflicto tras la firma de la Paz de Brest-Litovsk.
La ayuda norteamericana permitió el avance con éxito de los aliados en el frente Occidental. El agotamiento y la falta cada vez mayor de recursos de las potencias centrales les condujo a solicitar la paz. En el imperio alemán, Guillermo II abdicó y el 11 de noviembre de 1918 se firmó el armisticio.
Woodrow Wilson propuso los Catorce Puntos, que debían servir de bases para las negociaciones de paz. Se basaba en buscar la conciliación a través de la creación de la Sociedad de Naciones, el establecimiento de Estados democráticos, la libertad de comercio y el respeto al derecho de autodeterminación de los pueblos.
Los tratados firmados fueron:
En 1917, el Imperio ruso sufrió un proceso revolucionario que terminó para siempre con el gobierno autocrático del zar Nicolás II.
Alfonso XIII accedió al trono en 1902 y durante su reinado tuvo que hacer frente a una serie de problemas que, a largo plazo, terminaron con la monarquía parlamentaria establecida por su padre Alfonso XII.
Tras el desastre de 1898 y la pérdida de sus últimas colonias, el gobierno español decidió recuperar el prestigio internacional que había perdido intentando obtener nuevos territorios; tras repartirse Marruecos con Francia, España estableció un protectorado en sus dominios marroquíes. La presencia española en Marruecos provocó la oposición de la población de este país y, finalmente, una guerra.