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CAPITULO IV
Savater plantea un lema fundamental para la ética «haz lo que quieras», y dice que hay que dejarse de ordenes y costumbres, de premios y castigos. No le preguntes a nadie que es lo que debes hacer con tu vida:
Pregúntatelo a ti mismo.
(Savater, 1996, 49). Pero resulta que en ocasiones importantes o cuando nos tomamos lo que vamos a hacer verdaderamente en serio, todas estas motivaciones corrientes resultan insatisfactorias: vamos, que saben a poco, como suele decirse. (Savater, 1996, 50).
La buena vida humana es buena vida entre humanos, o de lo contrario puede que sea vida, pero no será ni buena ni humana. Las cosas pueden ser bonitas y útiles, los animales resultan simpáticos, pero los hombres lo que queremos ser es humanos, no herramientas ni bichos. Y queremos ser tratados como humanos, por que eso de la humanidad depende en buena medida de lo que los unos hacemos con otros. La buena vida humana es «la vida entre seres humanos». Los hombres somos humanos y queremos ser tratados como tales por eso «DARSE LA BUENA VIDA» no debe ser muy diferente a» DAR LA BUENA VIDA». El mundo en le que vivimos los humanos es un mundo lingüístico, una realidad de símbolos y leyes sin la cual no solo seriamos incapaces de comunicarnos si no también de captar la significación que nos rodea. (Savater, 1996, 55).
En esta parte del libro se nos plantea el aspecto económico el cual creo que esta en todas partes, problemas de la sociedad que creo que es la que nos esta comiendo a partir de la gran variedad de problemas que surgen por este. Para lo anterior esta el comerciante Kane, que a pesar de tener mucho dinero y poder no era feliz debido a que para conseguir lo que tenia, había tenido que crearse una gran cantidad de enemistades, las cuales no le podían proporcionar el cariño necesario para ser feliz, cariño que no puede proporcionar ningún ser vivo a excepción del humano.
(Savater, 1996, 56).
Tanto Esaú como Kane estaban convencidos de hacer lo que querían, pero ninguno de ellos parece que consiguió darse buena vida. Lo que queremos es darnos la buena vida pero no lo esta tanto en que consiste eso de la buena vida. Y es que querer la buena vida no es un querer cualquiera. (Savater, 1996, 60). El hacer lo que verdaderamente nos hace bien, no es que queramos lo que nos apetece en el momento si no que debemos querer lo que sabemos que, a la larga, nos hará. En esta vida todo son complicaciones y quien busca las simplicidades nunca llega a ser nada por sí mismo. Cuando estamos obsesionados por las cosas materiales nos perdemos y no nos damos cuenta que lo que de verdad en esta vida nos hace falta es lo que las personas nos pueden dar. Cuando tratamos a los demás como cosas, a la manera en que lo hacia Kane, lo que recibimos de ellos son también cosas. Pero de este modo nunca nos darán esos dones mas sutiles que solo las personas pueden dar, no conseguiremos amistad, ni respeto, amor. Kane se le olvido este pequeño detalle y de pronto se dio cuenta de que tenía de todo salvo lo que nadie más que otra persona puede dar: aprecio sincero o cariño. (Savater, 1996, 63). La verdad es que las cosas que tenemos nos tienen ellas también a nosotros en contrapartida: lo que poseemos nos posee. Lo que tenemos muy agarrado nos agarra también a su modo… O sea que más vale tener cuidado con no pasarse. La mayor complejidad de la vida es precisamente ésa, que las personas no son cosas. Al principio no encontró dificultades: las cosas se compran y se venden. Las cosas Se usan mientras sirven y luego se tiran. La ética lo que intenta es averiguar en que consiste en el fondo, mas allá de lo que vemos en los anuncios de la tele, esa dichosa buena vida que nos gustaría pegarnos. A las cosas hay que manejarlas como cosas, y a las personas hay que tratarlas como personas, de este modo las cosas nos ayudaran en muchos aspectos y las personas en uno fundamental, que ninguna cosa puede suplir el de ser humanos. A lo mejor ser humanos no es cosa importante porque queramos o no ya lo somos sin remedio… ¡Pero se puede ser humano-cosa o humano-humano, humano simplemente preocupado en ganarse las cosas de la vida, todas las cosas, cuanto más cosas, mejor y humano dedicado a disfrutar de la humanidad vivida entre personas! Por favor, no te rebajes; deja las rebajas para los grandes almacenes, que es lo suyo (Savater, 1996, 65). Yo creo que la primera e indispensable condición ética es la de estar decididos a vivir de cualquier modo: estar convencido de que no todo da igual aunque antes o después vayamos a morirnos. Cuando se habla de «moral» la gente suele referirse a esas órdenes y costumbres que suelen respetarse por lo menos aparentemente y a veces sin saber muy bien por qué. Pero quizá el verdadero intríngulis no esté en someterse a un código o en llevar la contraria a lo establecido sino en intentar comprender, por qué ciertos comportamientos nos convienen y otros no, comprender de qué va la vida y qué es lo que puede hacerla «buena» para nosotros los humanos. Ante todo, nada de contentarse con ser tenido por bueno, con quedar bien ante los demás, con que nos den aprobado. Pero el esfuerzo de tomar la decisión tiene que hacerlo cada cual en solitario: nadie puede ser libre por ti (Savater, 1996, 66). Lo indispensable para darse» la buena vida» es sentirnos bien con nosotros mismos que es de la única manera de que los demás nos vean bien.
Lo contrario de ser moralmente imbécil es tener conciencia. Pero la conciencia no es algo que le toque a uno en una tómbola ni que nos caiga del cielo. Por supuesto, hay que reconocer que ciertas personas tienen desde pequeñas mejor «oído» ético que otras y un «buen gusto» moral espontáneo, pero este, «oído» y ese «buen gusto» pueden afirmarse y desarrollarse con la práctica.Lo contrario de ser imbécil es tener conciencia, que no es algo que tengan solo unos pocos, si no que se desarrolla si uno quiere. La conciencia consiste fundamentalmente en lo siguiente:
a) Saber que no todo da igual. B) Darnos cuenta de que lo que hacemos verdaderamente nos conviene. C) Saber que como un acto reflejo debemos rechazar lo que sabemos que no nos hace bien. D) Que no escondamos los malos resultados de nuestros actos bajo los pretextos de que estábamos coaccionados por alguien o por algo.
Lo que consideramos que es malo es lo que no nos deja darnos la buena vida y para conseguirlo debemos ser egoístas y querer lo mejor para uno mismo.Hay que saber lo que uno quiere y sentirse bien con sigo mismo. El remordimiento lo tenemos cuando nos damos cuenta de que hemos hecho algo mal, pero cuando nos damos cuenta nosotros, no si alguien nos dice que hemos obrado mal. Ese es el verdadero castigo. «Egoísmo» a quien solo piensa en si mismo y no se preocupa por los demás, hasta el punto de fastidiarles tranquilamente si con ello obtiene algún beneficio. Como somos libres podemos equivocarnos y por eso tenemos remordimientos, porque nos damos cuenta de que hemos sido nosotros los que hemos hecho algo en contra de lo que verdaderamente queríamos hacer..»Remordimiento» no es mas que el descontento que sentimos con nosotros mismos cuando hemos empleado mal la libertad, es decir, cuando la hemos utilizado en contradicción con lo que de veras queremos como seres humanos. (Savater, 1996, 78). Contra el remordimiento lo que debemos hacer es ser responsables, y si no pensar antes lo que vamos a hacer y las consecuencias que nos puede traer, y lo que es más importante saber aceptar las consecuencias. Hay que saber también que las decisiones tomamos ahora van formando nuestro interior y nuestro futuro día a día. (Savater, 1996, 80).
La ética no se ocupa de cómo alimentarse mejor o de cuál es la manera más recomendable de protegerse del frío ni de qué hay que hacer para vadear un río sin ahogarse, cuestiones todas ellas sin duda muy importantes para sobrevivir en determinadas circunstancias; lo que a la ética le interesa, lo que constituye su especialidad, es cómo vivir bien la vida humana, la vida que transcurre entre humanos. ¿En qué consiste tratar a las personas como a personas, es decir, humanamente? Respuesta: consiste en que intentes ponerte en su lugar. Reconocer a alguien como semejante implica sobre todo la posibilidad de comprenderle desde dentro, de adoptar por un momento su propio punto de vista. A fin de cuentas, siempre que hablamos con alguien lo que hacemos es establecer un terreno en el que quien ahora es «yo» sabe que se convertirá en «tú» y viceversa. Al tener que seguir tratando a estas personas como humanos, tenemos que ponernos en su lugar, pienso yo que esto es para poder comprender el porque esta clase de personas actúan así, viendo que también tienen sus intereses, objetivos y el que tienen que tomar decisiones a partir de lo anterior, como para establecer que es lo que la demás gente debe de esperar de esta clase de personas. Ponerse en el lugar de otro es algo más que el comienzo de toda comunicación simbólica con él: se trata de tomar en cuenta sus derechos. Y cuando los derechos faltan, hay que comprender sus razones. A que alguien intente ponerse en su lugar y comprender lo que hace y lo que siente. Aunque sea para condenarle en nombre de leyes que toda sociedad debe admitir. En una palabra, ponerte en el lugar de otro es tomarle en serio, considerarle tan plenamente real como a ti mismo. Es lo que ocurríó con el ciudadano Kane o Gloucester, que se tomaron la vida tan enserio que actuaron como si los demás no fuesen de verdad. Interés viene del latín inter ese, lo que esta entre varios, lo que pone en relación a varios, ósea que nuestro interés no es el nuestro exclusivamente, si no de otras personas, que consideramos nosotros algo bueno.. La vida es demasiado compleja y sutil, las personas somos demasiado distintas, las situaciones son demasiado variadas, a menudo demasiado íntimas, como para que todo quepa en los libros de jurisprudencia.