Portada » Lengua y literatura » Etapas en la Obra de Valle-Inclán y el Esperpento en Luces de Bohemia
La obra literaria de Valle-Inclán experimenta una notable evolución, transitando desde un modernismo teñido de nostalgia por tiempos pasados hasta una literatura de marcado contenido crítico, cimentada en la distorsión de la realidad. Este cambio en sus obras a lo largo de los años mantiene, sin embargo, un hilo conductor: una postura estética que se aleja de las formas burguesas en lo social y de las formas realistas en lo artístico.
Podemos clasificar las obras de Valle-Inclán en tres etapas principales:
En 1895, Valle-Inclán publica el volumen de cuentos Femeninas, obra en la que ya se aprecia un intento de ofrecer al lector una nueva forma de narrar, con mayor atención a los valores formales y predominio del esteticismo. Entre 1897 y 1904, escribe diferentes obras como Epitalamio, Jardín umbrío, Corte de amor o Flor de santidad, donde se entremezclan lo real y lo legendario, lo aristocrático y lo popular. Entre 1902 y 1905, Valle-Inclán compone sus cuatro Sonatas, novelas en las que prevalece la exaltación de un mundo decadente visto con mirada nostálgica.
A este período pertenecen dos trilogías esenciales en la obra de Valle-Inclán: las Comedias bárbaras y las novelas de La Guerra carlista. Las Comedias bárbaras, escritas entre 1907 y 1922 (Águila de Blasón, Romance de lobos y Cara de plata), nos sitúan de nuevo en el mundo rural gallego, aunque ahora presentado como un entorno dominado por la miseria y la brutalidad. El punto de vista del autor oscila entre la nostalgia por lo perdido y la crítica de dicho mundo. En La Guerra carlista (Los cruzados de la causa, El resplandor de la hoguera y Gerifaltes de antaño), escrita entre 1908 y 1909, encontramos de nuevo el contraste, en este caso, entre el canto al heroísmo y la denuncia de la brutalidad.
A partir de 1920, la obra de Valle-Inclán se centra en la denuncia de un mundo dominado por lo deforme y lo absurdo, empleando para ello un lenguaje igualmente deformado. Describe un mundo caracterizado por la deformidad, la brutalidad y el desgarro. Con el término «esperpentos», el propio Valle-Inclán denominó a cuatro de sus obras: Luces de bohemia (1920), Los cuernos de don Friolera (1921), Las galas del difunto (1926) y La hija del capitán (1927). Sin embargo, lo esperpéntico es un rasgo compartido por otros libros del período e incluso se anticipa en etapas anteriores.
Valle-Inclán se dedica a poner en práctica el esperpento, género creado por él mismo, que produce una distorsión cínica y aguda de la realidad, convirtiendo a los personajes en marionetas y mostrando escenarios y situaciones grotescas y oscuras. El autor utiliza estos recursos para mostrar, en su opinión, y tal como dice Max Estrella en Luces de bohemia: “Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el Esperpento. El sentido trágico de la vida española solo puede darse con una estética sistemáticamente deformada”.
Luces de bohemia se encuadra en la etapa esperpéntica principalmente porque, además de pertenecer cronológicamente a ella, es el documento fundacional del esperpento. A esta etapa pertenecen también las novelas Tirano Banderas (1926) y la trilogía El ruedo ibérico (La corte de los milagros (1927), Viva mi dueño (1928) y Baza de espadas (1932)).
Palabra formada por el morfema derivativo prefijo re–, el lexema –cog–, la vocal temática –í–, la desinencia de tiempo, aspecto y modo –a– y la desinencia de persona y número –n. Se trata de la tercera persona del plural del pretérito imperfecto de indicativo del verbo irregular y transitivo “recoger”, una palabra derivada del verbo primitivo de la segunda conjugación “coger”.
Palabra formada por el lexema misteri–, alomorfo de “misterio”, el morfema derivativo –os– y el morfema flexivo de género masculino –o. Se trata de una palabra derivada del sustantivo primitivo “misterio”; en concreto, “misterioso” es un adjetivo calificativo especificativo de dos terminaciones.
Palabra formada por el lexema juergu– y el morfema derivativo sufijo –ista. Se trata de una palabra derivada del sustantivo primitivo “juerga”, en concreto un sustantivo común, contable, individual, concreto y animado.