Portada » Historia » Etapas de Al-Ándalus
Las etapas de Al-Ándalus se corresponden con su evolución política. Así, a partir de la invasión musulmana (711/714) se concretan los siguientes periodos:
Al-Ándalus se convierte en una mera provincia del Califato de Damasco, con un valí o emir al mando, que era el gobernador de la provincia. Son años de mucha inestabilidad política, y de campañas militares frenadas en Asturias (Covadonga, 722) y Francia (derrota de Poitiers, 732).
Nace justamente por la caída de la familia de los Omeyas en Damasco; Abderramán I, el único Omeya que escapa con vida, se refugia en la Península y funda el emirato, independizándose en lo político de los nuevos califas, abbasidas, que gobernarán desde Bagdad. Es un “rey”, que reconoce la autoridad religiosa de Bagdad.
El emirato tuvo fases de cierto esplendor (1ª mitad del s. IX, con Abderramán II), pero siempre adoleció de problemas internos, revueltas sociales (mozárabes, muladíes) y poderes locales que cuestionaban la autoridad central del emir cordobés.
Época de máximo esplendor político, económico y cultural de Al-Ándalus, Abderramán III consolida su poder en el interior de Al-Ándalus, y luego ante los cristianos del norte e incluso en el norte de África. La máxima expresión de esta recuperación será su proclamación como Califa (929), máxima autoridad también en lo religioso, lo que ensalza su prestigio político. Los sucesores de Abderramán pierden fuerza ante la dictadura militar de Almanzor (976-1002), visir del califa Hisham II, a partir de 1008, las tensiones internas y las fuerzas centrífugas vuelven a imperar en Al-Ándalus, hasta que en 1031 se decide la disolución formal del Califato.
Los separatismos regionales triunfan y se abre un periodo de división de Al-Ándalus, con múltiples reinos, que pelean entre sí y que quedan en clara inferioridad ante los pujantes reinos cristianos del norte, a los que deben pagar las “parias” en concepto de protección y respeto a su integridad.
El reino taifa de Toledo (1031-1085), será uno de los mayores y más importantes, soportando además la vecindad directa de Castilla. Pero pronto hubieron de pagar “parias” a Castilla, bien para recibir su ayuda contra otros, bien para evitar sus ataques; . Alfonso VI conquista Toledo en 1085, prometiendo respeto a personas, bienes y religión. Esto provocará directamente la llegada de los almorávides (1086), norteafricanos llamados por los andalusíes, que aunque vencen a Alfonso VI en Consuegra y Sagrajas no recuperan Toledo.
Pujante emirato norteafricano, los almorávides son llamados por los taifas andalusíes a la caída de Toledo, pero no van a respetar la independencia andalusí, sino que los incorporan a su imperio; además, los almohades, en el sur de Marruecos, surgen contra ellos; por todo esto hacia 1145 surgen las llamadas ”Segundas Taifas” en Al-Ándalus, de corta vida.
Cuando los almohades (nuevo califato) acaban con los almorávides en el Magreb, pasan a la península, unificando nuevamente los taifas, bajo su control. Los reyes cristianos peninsulares vencen en Las Navas de Tolosa (1212), que debilita tanto a los almohades que van a surgir las llamadas “Terceras Taifas” en Al-Ándalus. Ante ellas, los cristianos no tienen problemas a la hora de su conquista (Valencia, valle del Guadalquivir), de modo que, a partir de 1265 no queda de Al-Ándalus más que el último reino taifa, el de Granada.
Nace aliado a Castilla, con el primer rey de la dinastía nazarí; por su fortaleza en ocasiones y por los problemas y debilidades castellanas en otras, va a aguantar su independencia, sin problemas, hasta que los Reyes Católicos decidan acabar con ella tras una larga guerra (1482-1492).
La llegada de los musulmanes trastocó por completo el esquema social que con tanta dificultad habían ido creando los visigodos en la península ibérica. Destaca la fe islámica, a los que se llamó muladíes y un grupo conformado por los que decidieron continuar siendo cristianos, los mozárabes. Junto a ellos, pervive la minoría de los judíos, en sus barrios o juderías. Por su parte, los conquistadores pertenecían a etnias distintas, desde los árabes de origen —que poseían latifundios o grandes negocios comerciales y ocupaban los altos cargos de la administración y el ejército— hasta los bereberes o norteafricanos, que significaban el grueso del contingente colonizador. Por último, los esclavos van a ser abundantes en Al-Ándalus.
Aunque el campo y la agricultura fueron importantes (grandes avances en el regadío), en Al-Ándalus, como en todo el mundo islámico, la ciudad fue un centro socioeconómico de primer orden. En nuestra región destacó Toledo. Con las ciudades, se recuperan las actividades propias de las mismas (artesanía y comercio). Algunas de las obras cumbres del arte español son, precisamente, de la época de la dominación musulmana: la Mezquita de Córdoba, la Giralda de Sevilla (salvo su remate, que es de época cristiana) y la Alhambra de Granada son los ejemplos más conocidos. En nuestra región, la mezquita de Bab el Mardum (hoy iglesia del Cristo de la Luz) en Toledo, del siglo X.