Portada » Biología » Estructura y función del ADN: una mirada en profundidad
ADN
El ADN está formado por dos cadenas de polinucleótidos enrolladas entre sí, formando una HÉLICE DOBLE.
Cada nucleótido del ADN está formado por:
Los mononucleótidos están unidos entre sí por enlaces fosfodiéster.
La orientación de las cadenas es antiparalela (5´à3´ y 3´à5´), permitiendo que entre los nucleótidos enfrentados se formen enlaces de hidrógeno (EH) hacia el interior de la hélice. El apareamiento de las bases es:
Este apareamiento produce el efecto de que la molécula de ADN tenga forma de “escalera de caracol“.
– La Doble hélice (DH): 1 vuelta de la DH regular ocupa 3.4 nm y 10.5 bp. Los cambios de pH y la concentración salina del medio afectan a estos valores. El diámetro de la DH es de 2.4 nm. El espacio interior de la misma sólo es adecuado para el apareamiento purina-pirimidina. Dos pirimidinas crearían un hueco (mucha distancia) y dos purinas, desestabilizaría la DH (interacción por proximidad atómica).
Además, contribuyen a la estabilidad de la estructura helicoidal, diversos enlaces no covalentes. Así tenemos,
El ADN está perfectamente adecuado para el almacenamiento de la información genética y evolutiva de los seres vivos. Sin embargo, a pesar de sus características estructurales estabilizadoras, el ADN es vulnerable a varias clases de fuerzas “rompedoras”. Las colisiones con disolventes, fluctuaciones térmica y otros procesos pueden dar lugar a MUTACIONES (cambios en la secuencia/estructuras de las bases). Además, existen una extensa variedad de sustancias XENOBIOTICAS (sustancias tóxicas que alteran la estructura del ADN).
Entre los agentes mutagénicos más habituales están:
El genoma de cada ser vivo, es el conjunto completo de instrucciones hereditarias que se requieren para mantener todo los procesos celulares vivos, es decir, el sistema operativo del organismo.
Los genomas (procariotas y eucariotas) se diferencian en tamaño, forma y complejidad. El tamaño del genoma, el número de nucleótidos con apareamiento de bases (pb), varía en un gran intervalo que puede ir desde menos de 106 pb en algunas especies de Micoplasmas (la bacterias más pequeñas que se conocen) a más de 1010 pb en determinadas plantas. En general, los genomas de procariotas son más pequeños que los de eucariotas.
El cromosoma de E. coli contiene 4.6 Mb, que codifican ~ 4300 genes.
Los genes de los procariotas son compactos y continuos; es decir contienen poco, si es que tienen, DNA no codificador entre las secuencias génicas o dentro de ellas. Esto contrasta con el DNA eucariota, en el que un alto porcentaje significativo del DNA está en una forma no codificadora (DNA basura).
La regulación de muchos genes, funcionalmente relacionados, se organizan en OPERONES. Todos los genes de un operón participan en la misma función. Un operón, es un conjunto de genes ligados que están regulados como una unidad. Alrededor de un 25% de los genes de E.coli están organizados en operones.
Los procariotas poseen, a diferencia de los eucariotas, estructuras de plásmidos (DNA circulares que contienen 2-30 genes).
Un operón está formado por un promotor (lugar de unión para la RNA polimerasa), un operador (lugar de unión a una proteína supresora) y GENES estructurales que trabajan en forma secuencial en una vía metabólica determinada.
La organización de la información en los cromosomas eucariotas es mucho más compleja. Los genomas nucleares eucariotas poseen características singulares siguientes:
Los genomas eucariotas tienden a ser sustancialmente más grandes. Sin embargo, en eucariotas superiores, el tamaño del genoma NO es necesariamente una medida de complejidad del organismo. Así, el genoma haploide (con una sola representación de cada par) del humano tiene 3000 Mb. Los genomas del guisante y de la salamandra tienen 5000 Mb y 90.000 Mb, respectivamente. Por razones que aún se desconocen, algunas especies han acumulado cantidades importantes de DNA no codificador.
Aunque tienen una enorme capacidad codificadora, la mayoría de las secuencias de DNA de los eucariotas no parecen tener funciones codificadoras, es decir, no tienen regiones reguladoras intactas que inicien la transcripción (producción de transcritos de RNA). Se desconocen, de momento, las funciones de estas secuencias no codificadoras.
La mayoría de los genes eucariotas son discontinuos. Las secuencias no codificadoras (intrones o secuencias interpuestas) están entremezcladas con secuencias codificadoras (exones), que codifican un producto génico (cualquiera de las moléculas de RNAs). Las secuencias intrónicas se eliminan de los transcritos de hnRNA por un mecanismo de splicing (corte-empalme), para producir el mRNA maduro y transcribible.
Existen tres modelos para explicar la replicación del ADN:
Las nucleasas son enzimas que catalizan la ruptura de los enlaces fosfodiéster (fosfodiesterasas), como por ejemplo los que se establecen en los ácidos nucléicos entre la pentosa de un nucleótido y el grupo el fosfato.
Se clasifican según el tipo de ácido nucleico sobre el que actúan y el tipo de enlace que hidrolizan.
2.1) Exonucleasas. Escinden el último nucleótido del extremo 5′ o 3′ de un polinucleótido.
2.2) Endonucleasas. Cortan los enlaces fosfodiéster situados en el interior de los polinucleótidos (DNAsa I y DNAsa II → son poco específicas).
2.3) Endonucleasas de restricción. Son endonucleasas que reconocen y cortan secuencias de nucleótidos muy específicas.