Portada » Arte » Estilo de fachada estandarte
El eclecticismo es el empleo combinado de soluciones arquitectónicas y elementos decorativos provenientes de diferentes estilos, o la elección del estilo del edificio de acuerdo a su función o a la imagen que quiere proyectar el cliente. Esta relacionado con el mayor conocimiento de los edificios antiguos y la publicación de historias universales de la arquitectura.
Algunos eclécticos prefieren emplear el Neoclásico, por su solemnidad, para edificios públicos, el Neogótico, por su espiritualidad, para construcciones religiosas y el Neobarroco, por su dramatismo, para teatros y óperas.
Un ejemplo de esta tendencia es la Opera de Paris de Charles Garnier, quien reivindicaba la reinterpretación por oposición a la imitación servil, empleando una profusión escultórica y ornamental en la fachada que alterna ordenes mayores y menores de columnas con medallones redondos y presenta cuerpos salientes como la fachada de Versailles. En el interior, las curvas de la gran escalera trascienden el carácter puramente ornamental del barroco de la fachada.
Otros arquitectos eclécticos reúnen distintos estilos en un mismo edificio, como sucede en los Propileos de Múnich, con su particular combinación de pilonos egipcios y pórtico griego.
El espíritu aventurero que acompañó el imperialismo europeo se refleja en el exotismo (llamado también eclecticismo no historicista) que confiere aires chinos, indios o árabes a muchos edificios metropolitanos, como el pabellón real de Brighton, en el que el hierro se aplica al despliegue de cúpulas en bulbosa, arcos apuntados, rejillas, etc.
Joseph Paxton diseñó el Cristal Palace, una enorme estructura de hierro y vidrio totalmente prefabricada que permitía su rápido montaje y la recuperación del material una vez terminada la Exposicion Universal de Londres de 1851.
La Torre Eiffel fue construida como atracción de la Exposición Universal de Paris de 1889. Con más de 300m de altura, fue la construcción más alta de Europa y testimonió lo que los nuevos materiales y técnicas podían lograr, contribuyendo al nacimiento de una estética rechazada por muchos al principio y aceptada universalmente después.
Blanes-“Tomando mate”.A la sombra de un árbol, a contraluz, un gaucho se recorta sobre un paisaje rural típicamente uruguayo. Un cielo luminoso, surcado de nubes, ocupa la mayor parte del fondo del cuadro. A lo lejos se divisa la pradera donde pasta, a nuestra izquierda, el ganado. Mas cerca, flores silvestres y tierra pelada. El gaucho, sombrero atado bajo la boca, camisa clara, pañuelo rojo desteñido colgando asimétricamente de un hombro. La naturalidad de su postura se debe a la correspondencia cruzada de miembros en tensión y en reposo: soportan el peso su pierna derecha y su brazo izquierdo, están relajados su pierna izquierda y su brazo derecho, cuya mano se apoya en la cadera. La composición central, clasicista, con predominio de líneas verticales y horizontales que confieren estabilidad al conjunto, realza la figura del gaucho.
Escultura “Víctima de la guerra civil”, del español Domingo Mora, es una escultura de un hombre con la oca abierta en una mueca de dolor, los ojos vueltos hacia arriba, tensos los músculos del cuello, las manos crispadas. El extremo de una lanza enemiga rota permanece clavado en el pecho de este combatiente adulto, barbado, ataviado a la usanza del medio rural en su variante más humilde, que ha caído boca abajo, sobre su lanza, e intenta infructuosamente incorporarse, apoyado sobre su mano izquierda y su codo derecho. Como el titulo lo anuncia, se trata de un ser anónimo, abatido en uno de los tantos enfrentamientos armados entre orientales que tuvieron lugar en el S XIX. Un gaucho, un individuo desposeído cuyo modo de vida nómade, austero y libertario se ajustaba perfectamente al sacrificio de las improvisadas campañas militares que conformaron las guerras civiles. El tratamiento naturalista permite concebir al personaje desde una perspectiva realista que no omite características propias de la edad del modelo, como las venas marcadas de las manos o las arrugas del rostro, acentuadas por los efectos de la vida al aire libre. El episodio se relata con cierto dinamismo, concentrado en el esfuerzo de los miembros superiores y en la tirantez de los músculos faciales, así como en lo efímero de la postura, cuya duración esta inerte. La teatralidad y la exaltación del dolor físico emparentan esta obra con la escultura helenística y barroca. Aunque la representación hace alusión al coraje, ya que destaca la dignidad del combatiente que emplea sus últimas fuerzas en incorporarse, no estamos ante una visión heroica de la guerra, que no parece aportar al hombre más que sacrificios y pérdidas.
La arquitectura eclecticista montevideana fue concebida para la clase alta montevideana de fines del S XIX y comienzos del S XX. Las construcciones (propiedades en el casco urbano y casas-quinta), pese a su lujo, no eran confortables, pues los criterios funcionalistas que jerarquizan la distribución, la luz, y la ventilación no se aplicaba aun. En cambio, se atribuía especial atención a la fachada, porque su estilo de asociaba al prestigio de la familia, y se prefirió la ubicación del predio en la esquina de la manzana pues el ángulo permitía la mejor perspectiva para la admiración.
Las casas-quinta abastecían de hortalizas, verduras y frutas a la familia instalada en ellas en el verano y les proporcionaban el entorno enjardinado óptimo para el descanso. La Casa-quinta de Aurelio Berro consiste de un macizo volumen, que posee un mirador central, es alivianado por aberturas ojivales dispuestas en forma simétrica, bow Windows y pináculos. El ingeniero adapta la propuesta renacentista italiana de Palladio al estilo medieval inglés. La fachada contaba con una escalinata central, hoy demolida.