Portada » Historia » España en el Siglo XVII: Crisis y Transformación
Felipe III, Felipe IV y Carlos II optaron por el distanciamiento de la monarquía en los asuntos de gobierno. Los monarcas del siglo XVIII delegaron las cuestiones de gobierno en los validos o privados, llevando a la monarquía a una pérdida de poder y un desprestigio creciente. El valido era un hombre de confianza del rey, que carecía de cargo oficial y creaba una red clientelar de familiares y amigos. Los validos mostraban desinterés por el poder y debilidad de carácter ante la creciente complejidad de las tareas de gobierno.
El duque de Lerma, valido de Felipe III, retiró de todos los cargos relevantes a sus titulares y trasladó temporalmente la capital del reino de Madrid a Valladolid. Posteriormente, fue sustituido por el duque de Uceda.
Durante el reinado de Felipe III se produjo la expulsión de los moriscos en 1609. Se les acusaba de seguir practicando la religión musulmana, mantener sus costumbres y colaborar con la piratería turca y berberisca en el Mediterráneo. Esta expulsión compensaba la imagen de claudicación que supuso la firma de la Tregua de los Doce Años con Holanda. La salida de 300.000 moriscos supuso un descenso demográfico y de las actividades artesanales y agrícolas.
El conde duque de Olivares, de gran inteligencia política, intentó recuperar el prestigio de la Monarquía Hispánica. La participación en la Guerra de los Treinta Años (reanudada en 1621) contra los protestantes, empeñados en la independencia, requirió una recaudación urgente de fondos.
La política del Conde-Duque se basó en el reforzamiento de la autoridad real. Planteó reformas centralizadoras para lograr la uniformización de todos los reinos, adoptando el modelo castellano. Creó una red nacional de erarios que pagarían intereses a quienes depositaran su dinero en ellos y concederían préstamos a la Corona. También impulsó la creación de la Unión de Armas, que fracasó por la oposición de las Cortes de la Corona de Aragón. La implantación de un nuevo impuesto sobre la sal supuso el rechazo del clero y la nobleza.
El reinado de Carlos II se inicia con la regencia de su madre, Mariana de Austria. El gobierno efectivo cayó en manos de don Juan José de Austria (hijo ilegítimo de Felipe IV). El reinado se caracteriza por el desgobierno, las constantes luchas por el poder, la pérdida definitiva del prestigio internacional y la preocupación por la cuestión sucesoria, que culminó en la Guerra de Sucesión (1700-1713).
Las causas de la crisis demográfica fueron variadas: el flujo migratorio a América, las muertes en las guerras, el aumento del clero y el celibato, la expulsión de los moriscos, y las pestes y epidemias. A finales de siglo se produjo una recuperación demográfica.
La crisis en la agricultura se debió a calamidades naturales, plagas y despoblación. Los más poderosos consolidaron los grandes latifundios. Se cultivaba vid, olivo y maíz. La ganadería entró en retroceso. La crisis en la artesanía fue provocada por la política librecambista de la corona. La llegada de oro y plata americana provocó la revolución de los precios de los productos españoles. Las mercancías extranjeras desplazaron a las españolas, arruinando muchas manufacturas. La industria española carecía de capitalización. La nobleza consideraba un deshonor el trabajo manual y no invertía sus capitales. Las clases medias compraban títulos nobiliarios.
Disminuyó la cantidad de metales preciosos procedentes de América. Para buscar nuevos ingresos se recurrió al aumento de impuestos, a la emisión de deuda pública, a la venta de títulos y a las alteraciones monetarias.
Se reforzó la nobleza, que incrementó su número por la venta de títulos a los ricos del estado llano. La burguesía comercial no tenía alicientes; su dinero se invertía en la compra de juros o deuda pública. La sociedad se centraba en valores como el honor, la dignidad o el rechazo a los trabajos manuales. Campesinos y artesanos fueron los que más sufrieron; muchos perdieron sus propiedades y emigraron a la ciudad, lo que provocó alteraciones del orden y la paz social. Tras la muerte de Felipe II, la decadencia y el pesimismo se apoderaron de España. Los arbitristas consideraban que España estaba enferma por la enorme deuda pública, la afluencia de productos extranjeros y el descenso de la población. Para remediar estos males proponían reducir el gasto público, favorecer el crecimiento demográfico e incentivar la producción.
La cultura barroca fue propagandística y conservadora, dirigida a las masas para evitar el malestar. Era aparatosa y emocional, con el fin de impactar y conmover. La ciencia y las universidades entraron en crisis. España quedó al margen de las nuevas corrientes europeas del progreso científico.