Portada » Historia » España 1934-1936: De la Revolución de Asturias al Estallido de la Guerra Civil
Se llevó a cabo por error la detención de Manuel Azaña, quien había intentado actuar como mediador entre el Estado y el catalanismo. Por otro lado, Asturias fue prácticamente tomada por los mineros asturianos en la denominada Revolución de Octubre de 1934. Esta insurrección fue duramente reprimida bajo la dirección del general Francisco Franco. La situación de conflicto persistió hasta que el desfase entre el campo y la ciudad mermó el impulso revolucionario.
La revolución terminó con una durísima represión que dejó un saldo oficial de 1.335 muertos y 3.000 heridos, a lo que se sumaron represiones ilegales como fusilamientos sumarios y torturas. Tras el fin de la revolución, Azaña fue liberado.
Las consecuencias de esta revolución fueron significativas. El nuevo gobierno tomó una serie de medidas de carácter conservador y represivo:
También se restablecieron en altos cargos militares a figuras consideradas derechistas, generando un ejército más politizado. Se llevó a cabo una represión que se extendió más allá de los participantes directos en la revolución, lo que se convirtió en uno de los factores clave para la posterior creación del Frente Popular, una coalición que buscaba organizar a las fuerzas de izquierda para presentarse unidas a las elecciones y aumentar sus oportunidades.
El Partido Radical de Alejandro Lerroux sufrió un fuerte desgaste debido a escándalos de corrupción como el del Estraperlo. El presidente de la República, Niceto Alcalá-Zamora, se adelantó a un intento de José María Gil Robles (líder de la CEDA) de forzar la situación política (posiblemente un golpe de Estado encubierto la noche del 10 de diciembre). Tras estos eventos, Alcalá-Zamora disolvió las Cortes por segunda vez durante su mandato.
Se formó un gobierno de transición encabezado por el centrista Manuel Portela Valladares, con el objetivo principal de organizar las elecciones generales del 16 de febrero de 1936.
En estas cruciales elecciones, la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas) proponía una política de firmeza contra la revolución y sus integrantes. Por su parte, el Frente Popular, coalición de las izquierdas republicanas liderada por Azaña, proponía la amnistía para los presos por la revolución de octubre del 34 y la reanudación de las reformas del primer bienio (reformas azañistas).
Finalmente, el Frente Popular obtuvo la victoria electoral. Ante este resultado, sectores de la derecha presionaron a Portela Valladares para que no aceptase el traspaso de poder al gobierno de izquierdas. A pesar de ello, Portela aceptó la victoria del Frente Popular y dimitió. Ante esta situación, Alcalá-Zamora encargó la formación de gobierno a Manuel Azaña, proclamándolo presidente del Gobierno.
La victoria del Frente Popular causó manifestaciones y un gran fervor popular por toda España. Una de las primeras medidas del nuevo gobierno fue conceder la amnistía a los presos de la revolución de 1934 y restablecer al gobierno de la Generalitat de Cataluña.
En el lado derecho del espectro político, la CEDA integró en su órbita a grupos como la Falange Española y el Bloque Nacional. A partir de este momento, comenzaron a intensificarse las tramas de conspiración contra la República.
Un punto clave de tensión fue la ocupación de fincas por parte de campesinos, quienes se amparaban en la Ley de Reforma Agraria, que había sido aprobada pero cuya aplicación efectiva era lenta y limitada. El Instituto de Reforma Agraria (IRA) respaldó en muchos casos el derecho de los campesinos a ocupar esas tierras. Como reacción, un sector de la CEDA se radicalizó aún más, contando con el apoyo de militares derechistas, carlistas y falangistas.
Esto dio lugar a un creciente conflicto social, que generó una enorme tensión tanto en la España urbana como en la rural:
Ante este clima de creciente conflictividad, el Frente Popular decidió destituir al presidente de la República, Niceto Alcalá-Zamora, utilizando una interpretación del artículo 81 de la Constitución (que permitía destituir al presidente si había disuelto las Cortes dos veces injustificadamente). Esta maniobra causó el malestar de Alcalá-Zamora y de parte de la sociedad, que la vio como un acto partidista. La derecha utilizó estos eventos y la creciente violencia para argumentar que existía una situación de anarquismo y desgobierno generada por la izquierda, justificando así su propia radicalización y preparativos conspirativos.
El nuevo presidente de la República fue Manuel Azaña, en una votación en la que la derecha no participó. Se designó a Santiago Casares Quiroga como presidente del Gobierno, ocupando también la cartera del Ejército (antiguos puestos de Azaña). Quiroga se declaró abiertamente contrario al fascismo.
Desde junio de 1936, aumentó drásticamente el número de huelgas e incidentes violentos, causados tanto por grupos de extrema derecha como de extrema izquierda. La polarización era máxima y la convivencia pacífica se hacía cada vez más difícil.
El fin de la Segunda República en paz comenzó con la sublevación militar iniciada en el Norte de África el 17 de julio de 1936, que rápidamente se extendió a la península al día siguiente. De esta sublevación se originó la trágica Guerra Civil Española (1936-1939).