Portada » Arte » Escultura y Pintura Románica: Características, Obras y Artistas
El tipo más usual de Cristo románico es el Crucificado de cuatro clavos, rígido y de ojos saltones, bien con corona de rey (Majestas domini) o desnudo con faldellín hasta las rodillas. La Virgen aparece siempre con el Niño en brazos, como Virgen-trono de influencia bizantina (Theotokos), representada de frente y rígida, sedente, con el Niño en sus rodillas; también en actitud de bendecir, a veces con un libro o el mundo en sus manos. No es una madre, sino una mera portadora de Dios.
El tímpano se apoya en dos jambas laterales y en un parteluz o mainel situado en el centro del vano. Es una portada abocinada. Las representaciones escultóricas llenan toda la portada. En el tímpano se representa el tema iconográfico principal: un Cristo en Majestad rodeado por el Tetramorfos flanqueado por dos arcángeles con unos rollos en las manos. Cristo aparece coronado como rey, con una expresión solemne, con rigidez en los miembros, frontalmente, sin movimiento ni gestos en el rostro. Este conjunto se completa con la representación de los 24 Ancianos del Apocalipsis adaptados a la forma semicircular del tímpano. Llevan instrumentos musicales. Los rosetones del dintel tienen esculpidas las bolas del fuego infernal. Hay unidad compositiva al converger todas las miradas en la figura de Cristo. Destaca la minuciosidad de los detalles y la jerarquización.
Se trata de uno de los más importantes conjuntos escultóricos de Europa. Consta de dos pisos y su planta tiene forma de cuadrado irregular con cuatro galerías. El piso bajo es del siglo XI y está compuesto por 64 columnas dobles unidas por una doble basa y coronadas por un capitel doble. En los ángulos hay cuatro gruesos pilares que son importantes espacios (ocho espacios) escultóricos. Hay un total de sesenta arcos de medio punto. Coronando el conjunto del piso inferior, un motivo decorativo muy común en el románico (cordón ajedrezado). El interior de las galerías está cubierto por un artesonado (techo adintelado de madera) del siglo XIV de estilo mudéjar. Centrándonos en la decoración escultórica, podemos afirmar que el Claustro de Silos es un auténtico museo del románico: los capiteles, en especial los del lado este, representan figuras de animales reales o fantásticos, afrontados al gusto oriental, aunque sin duda son los relieves colocados en los ángulos del claustro bajo los conjuntos escultóricos más interesantes del conjunto con la siguiente temática:
Este relieve decora uno de los pilares del claustro de Santo Domingo de Silos que narran escenas de la Pasión y resurrección de Cristo. En él, se representa la incredulidad del santo que se negó a creer en la resurrección de Cristo hasta que no tocara las llagas. La escena se desarrolla bajo un arco de medio punto, donde aparece Cristo a mayor escala y los discípulos. Sobre el arco, que simula una fortaleza románica con torres y almenas, cuatro ángeles con instrumentos musicales celebran la resurrección de Cristo. Presenta un modelado suave. Hay además una clara jerarquización, de forma que Cristo, la figura más importante del grupo, aparece de mayor tamaño que el resto. Por último, señalar el desconocimiento y el desinterés que el escultor muestra por la anatomía, como lo demuestra la representación del brazo que levanta Cristo para permitir a Santo Tomás que toque su costado.
Fechada entre 1168 y 1183, es obra del Maestro Mateo y es la última gran obra escultórica del románico español. Consta de una gran puerta central y dos laterales más pequeñas. En el tímpano principal aparece Cristo acompañado por los evangelistas, con sus correspondientes símbolos; en la fila inferior aparecen ángeles que portan los símbolos de la Pasión y sobre ellos los elegidos; en las arquivoltas aparecen dispuestos radialmente los ancianos del Apocalipsis portando instrumentos musicales. En las jambas, delante de las columnas y conversando entre sí por parejas, aparecen los profetas y los apóstoles que se continúan en las portadas laterales y que constituyen la parte más bella del Pórtico. El Maestro Mateo concentra la vida de sus personajes en sus típicos rostros de expresión amable y bondadosa. Modela sus cuerpos con blandura, siendo personajes de formas llenas. Lo que más sorprende es la expresión alegre que anuncia ya el sentido optimista de la vida que caracteriza los nuevos tiempos góticos. Bajo Cristo y sobre la rica columna del parteluz recubierta por el árbol de Jessé aparece la figura del apóstol como peregrino. En la base de este, pero mirando al interior del templo, aparece el propio maestro Mateo quien reza arrodillado.
Obra de principios del siglo XII en la que aparecen representados en el ábside el Pantocrátor, de gran intensidad expresiva, rodeado por el Tetramorfos; en el muro inferior del mismo ábside, la Virgen, San Juan y otros apóstoles. Es, pues, una representación de Cristo en Majestad dentro de la Mandorla y rodeado por el Tetramorfos. En la parte del muro, bajo los arcos, aparece la Virgen portando la copa con la sangre de Cristo. Los fondos se distribuyen en bandas de diverso color. Observamos, tanto en el tratamiento de los rostros como en los plegados, la falta de naturalismo y la búsqueda de la expresividad y grandiosidad propias del arte románico.