Portada » Educación Artística » Escultura Barroca: El Teatro Emocional de Bernini
Así como los arquitectos nos envuelven en un espacio escénico y persuasivo, la escultura barroca también pretende atrapar al espectador y le hace partícipe de la acción. Los escultores imprimieron movimiento en sus obras insistiendo en las emociones, gestos y actitudes teatrales.
La gran figura de la escultura del siglo XVII es Bernini, quien protagonizó los más importantes proyectos y encargos del momento y eclipsó a todos sus contemporáneos. Entre sus obras destaca el grupo escultórico de Apolo y Dafne, realizada en mármol blanco y que se encuentra en la Galería Borghese en Roma. Representa al dios Apolo persiguiendo a la ninfa Dafne, de la cual se había prendado. El autor acierta a captar el instante exacto en el que la ninfa se transforma en un arbusto de laurel, ante los ojos atónitos del dios, que la había alcanzado. La ninfa había solicitado a los dioses, que no permitiesen ser poseída por el más bello de entre ellos.
La composición es abierta, como corresponde al Barroco, formando una diagonal entre la ninfa y el dios. Las dos figuras están en pleno movimiento y el espacio se expande ante el espectador, al contrario que el periodo renacentista, generalmente limitado. Las dos figuras mantienen también una perfecta relación con el espacio circundante, que envuelve la escena, donde el espectador juega su papel, pues se busca llegar al mismo. En el Barroco, donde los temas suelen ser los propuestos por el Concilio de Trento, la Iglesia suele aceptar estas escenas paganas, siempre que el mensaje lleve aparejado un contenido moralizante. En este caso, la belleza es fuente de desesperación y desasosiego. La belleza no lleva a la felicidad, mensaje también presente en la literatura del XVII. La más bella de las ninfas no consigue la felicidad, la belleza física no es suficiente.
El autor demuestra además, su dominio técnico al contraponer la suavidad del desnudo de la muchacha, frente a la rugosidad del arbusto de laurel en el que se convierte, generando un contraste lumínico de luces y sombras muy del gusto de los artistas barrocos.
Otra de las obras fundamentales es el Éxtasis de Santa Teresa que se encuentra en la iglesia de Santa María de la Victoria. Se trata de un encargo de la familia Cornaro durante el papado de Inocencio X, que trata de borrar todo vestigio de Urbano VIII. Bernini crea un grupo escultórico en mármol, donde hace visible la experiencia narrada por la Santa de Ávila: aparece ella en profundo éxtasis místico con sus ojos cerrados y su boca entreabierta, transmitiendo una sensación mezcla de placer y dolor. Mientras, el ángel introduce el dardo del amor divino en el corazón de Teresa. Con esta obra logra Bernini efectos escenográficos irreales por la luz y el volumen. Para ello el autor utiliza la integración de las artes, común en el Barroco. Pintura, escultura y arquitectura se integran para crear la escenografía. Pintura en la policromía de la estructura arquitectónica, arquitectura utilizada para crear el hueco por donde entra una luz, y los lenguajes anteriores en función de la escultura.
Santa Teresa está recostada sobre unas nubes y el autor elige, como el momento preciso, el clímax emocional de la Santa, donde se representa todo el sentimiento teatral y escenográfico del Barroco.
El ambiente sobrenatural se aumenta por la luz y los efectos de claro oscuro, pero además por la mezcla de materiales, mármol y bronce, así como, por las diferentes texturas de sus ropajes. El ángel lleva el vestido pegado al cuerpo siguiendo la técnica de paños mojados, mientras que en la Santa la tela es más pesada, más acartonada. Al mismo tiempo, la composición está marcada por una clara diagonal que une al ángel con la Santa y que genera el dinamismo de la escena, pero dentro de un espacio que se expande ante los ojos del espectador.
En esta obra teatral Bernini introduce, originalmente, a los miembros de la familia Cornaro, como si pudieran observar el milagro desde dos palcos abiertos en los laterales de la capilla, lo que refuerza aún más el carácter teatral ya mencionado. Pero también haciendo partícipe al espectador.
La Cátedra de San Pedro del Vaticano es otro ejemplo de escenografía teatral que Bernini sabe introducir en sus obras. Mezcla varios materiales como mármol y bronce, donde el autor demuestra el dominio técnico sobre los mismos, e incrusta la reliquia del antiguo trono de madera de San Pedro, en uno de bronce. Todo el conjunto recoge la cátedra sostenida por los cuatro padres de la Iglesia, dos para la Iglesia latina, San Agustín y San Ambrosio, y dos para la Iglesia oriental, San Atanasio y San Crisóstomo, delante de una representación de la gloria con ángeles y el Espíritu Santo.