Portada » Psicología y Sociología » Escucha Activa y Empatía: Claves en la Relación de Ayuda
Escuchar implica prestar atención a las acciones y expresiones verbales del interlocutor, buscando la congruencia entre ambas. Se trata de una atención plena y no dividida, enfocada en comprender lo que la persona intenta expresar.
Mediante la escucha, el ayudante recibe datos esenciales del problema y demuestra interés genuino por el ayudado.
La escucha debe ser auténtica:
Utilizar el «tiempo libre mental» (según Alemany):
Adoptar una visión holística que permita captar las necesidades del otro.
Es importante sentirse reconocido y estimado (según las necesidades de Abraham Maslow). La «caricia» o estímulo social satisface la necesidad de ser reconocido.
Cómo escuchar activamente:
La escucha sana:
La reformulación es una técnica para construir una respuesta que nace de una verdadera actitud empática. Consiste en captar lo que expresa el otro, tanto verbal como no verbalmente, y presentárselo con claridad, actuando como un espejo.
Aunque pueda parecer algo inútil, la reformulación está impregnada de empatía, ya que permite al otro tomar conciencia de que es comprendido. Sin embargo, puede provocar cierto descontento en el ayudado si percibe al ayudante como una especie de omnipotencia salvadora (transferencia).
«Comunicar comprensión» lleva al sujeto a la convicción de que él es el responsable del proceso de la comunicación, de sus decisiones y de su vida entera.
Implicaciones de la reformulación:
Límites de la reformulación:
Cuando la comunicación con el ayudado resulta dificultosa u obstaculizada (por problemas psicoemocionales y existenciales). En estos casos, se necesita la capacidad del ayudante para afrontar argumentos delicados, estimular y sostener comunicaciones difíciles, o ayudar al ayudado a liberarse verbalmente.
Interpretación:
No habrá devolución al ayudado de lo que el ayudante ha comprendido sin una cierta dosis de interpretación por parte de este. Solo tiene valor en la medida en que es aceptada y asimilada por el cliente. No debe ser prematura ni se debe discutir sobre ella; debe ser abandonada si no es aceptada.
Es un modo un poco más penetrante de reformular el universo del ayudado, intentando aclarar, comprender y traducir la experiencia, para comprender y ayudar a comprender lo que él está viviendo.
Debería reservarse para fases avanzadas de la relación de ayuda, porque requiere confianza.
La personalización busca hacer al ayudado responsable de su integración, decisiones y de su propia vida. Se trata de evitar la generalización y la racionalización, centrando el diálogo en la persona, en sus recursos y en la activación de los mismos.
El ayudado se hace cargo de su propio problema, no lo ve como algo ajeno o fuera de su control.
La personalización puede desplegarse en varias destrezas:
Funciones de la personalización:
Podemos ayudar en la conversación a:
La confrontación busca ayudar a descubrir los recursos internos y externos para afrontar problemas, adaptarse a situaciones difíciles o resolver conflictos de valores. Es una llamada a la propia responsabilidad de la persona ayudada, que requiere una respuesta empática (reformulación) y personalización (sobre todo del problema y el fin).
¿Qué hacemos ahora con el problema que hemos explorado y comprendido?
La confrontación, sin previa comprensión, degenera en moralismo. Es una compañía que ayuda a dilucidar mediante una serena reflexión, prestando atención a: