Portada » Filosofía » Empirismo y escepticismo en la teoría del conocimiento de Hume
La teoría del conocimiento de Hume representa una crítica al racionalismo. Rechaza la existencia de ideas innatas, argumentando que todas las ideas provienen de la experiencia. El término percepción se refiere a todo aquello presente en la mente que ha llegado a través de los sentidos.
Hume distingue dos tipos de percepciones:
Hume divide las impresiones en:
La memoria reproduce las impresiones con mayor precisión, preservando su orden y forma original. La imaginación, en cambio, deforma la realidad y la proyecta débilmente, dando lugar a fantasías que se originan de la unión de impresiones sensibles previas. Así, podemos imaginar cosas inexistentes (ej. sirena, centauro).
Hume formuló el Principio de Asociación de Ideas, que establece que las ideas complejas se forman por la agrupación de ideas simples según tres leyes:
Según Hume, todo conocimiento se reduce a dos tipos:
Hume critica la idea del «yo», argumentando que la mente no es una entidad en sí misma, sino una sucesión de impresiones y pensamientos. No tenemos noción de ninguna sustancia material o espiritual, solo la «idea», pero no la impresión, por lo que carece de sentido. Para explicar la conciencia de la propia identidad, Hume recurre a la memoria.
Hume critica el principio de causalidad, basándose en que las ciencias naturales son cuestiones de hecho. La causalidad se caracteriza por:
Para Hume, no existe un nexo necesario entre causa y efecto, ya que no tenemos impresión del mismo. Nos basamos en la experiencia y la costumbre para predecir, pero esta asociación automática puede ser errónea. Así, los razonamientos causa-efecto se basan en la experiencia y la costumbre, no en la razón. No podemos demostrar que el futuro seguirá las pautas del pasado, pero aceptamos el Principio de Uniformidad de la Naturaleza como una creencia.
El conocimiento factual se limita a nuestras percepciones, impresiones e ideas. La mente solo conoce sus propias percepciones. La doctrina de Hume conduce al escepticismo. La incapacidad de justificar racionalmente la existencia del mundo exterior no implica su inexistencia; no hay conocimiento, sino creencia. Esto aplica también a la idea de sustancia, del «yo» y de Dios.