Portada » Filosofía » Empirismo y crítica de la causalidad en Hume
El objetivo de Hume es construir una ciencia universal de la naturaleza humana, siguiendo los principios empiristas: el origen, la validez y el límite del conocimiento es la experiencia sensible. Comienza realizando un análisis crítico del problema del conocimiento para determinar el origen, posibilidades y límites del conocimiento humano en general y en particular. Este análisis le conducirá a una crítica definitiva de la ciencia moderna.
Al analizar los elementos del conocimiento, Hume afirma que solo conocemos nuestras propias percepciones, que son los contenidos de nuestra mente.
Hume divide las percepciones en impresiones e ideas. Las impresiones son percepciones que nos llegan de la experiencia externa (sensaciones) y de la experiencia interna (pasiones, emociones, sentimientos); las ideas son representaciones de las impresiones en el pensamiento, cuando la experiencia que la originó ha finalizado. Por tanto, lo que diferencia a las ideas de las impresiones, es que las últimas son más vivaces.
Todas las ideas proceden de las impresiones, y éstas de la experiencia; por lo que no existen las ideas innatas.
Tanto las impresiones como las ideas pueden ser simples, si no pueden descomponerse, o complejas si es posible descomponerlas.
Las impresiones simples son los datos inmediatos de la experiencia externa e interna. Las impresiones complejas están formadas por un conjunto de impresiones simples. Las ideas simples proceden de ideas simples. Las ideas complejas pueden ser copia de impresiones complejas, gracias a la memoria; pero también pueden ser fruto de la imaginación.
Así Hume establece su criterio de verdad también conocido como principio de validez empirista.
Mediante la aplicación de su criterio de verdad, Hume se propondrá como tarea fundamental descubrir aquellas ideas que no proceden de impresiones, lo que le llevará a una crítica de la ciencia como conocimiento de verdad absoluta y de las principales ideas de la metafísica tradicional y moderna.
En las leyes de asociación de ideas, esta se presentan en nuestra mente con un criterio de orden y no de manera caótica. Esto se debe a que nuestra imaginación las asocia de acuerdo con unas leyes de asociación que hace que las ideas se atraigan entre sí. Hume las reduce a tres:
Hume distingue dos tipos de conocimiento:
El conocimiento de relaciones entre ideas se basa en establecer relaciones entre ideas con independencia de la experiencia. Las proposiciones que expresan esta relación son analíticas, es decir, el predicado está contenido en la noción del sujeto. Son proposiciones universales y necesarias porque su contrario es imposible. Este tipo de conocimiento pertenece a la matemática y a los razonamientos que le corresponden, donde se pueden demostrar racionalmente sin referencia alguna a la experiencia.
El segundo conocimiento es el conocimiento de hechos. Éste se refiere a las conexiones de hecho y necesita de la experiencia para ser comprobado. Su verdad no es ni universal ni necesaria, puesto que no implica contradicción. Son proposiciones cuya verdad es probable y necesita ser comprobada por la experiencia. A este conocimiento le pertenecen las ciencias empíricas, cuyos razonamientos son únicamente probables.
Ahora bien, puesto que todos los razonamientos acerca de cuestiones de hecho se basan en la idea de causalidad, es necesario, por lo tanto, analizarla a la luz del principio de criterio de verdad, porque de su verdad depende el carácter científico de las ciencias empíricas.
La crítica de Hume al principio de causalidad se basa en que nuestro conocimiento de hechos se basa en nuestras impresiones, y solo tenemos recuerdos de impresiones pasadas, no puede haber conocimiento de hechos futuros, puesto que no poseemos impresiones de lo que aún no ha sucedido. Sin embargo, en nuestra vida cotidiana hacemos afirmaciones sobre hechos futuros. La base de tales afirmaciones es la idea del principio de causalidad, la afirmación de una conexión necesaria entre dos hechos, de tal modo que siempre que ocurre el hecho A se produce necesariamente el hecho B. Es necesario analizar críticamente el principio de causalidad y, como es una cuestión de hecho, es necesario someterlo al criterio de verdad.
Pero, según Hume, no tenemos impresión de la conexión necesaria entre los fenómenos A y B. Únicamente percibimos dos hechos próximos en el espacio y en un determinado tiempo, pero por ningún lado percibimos ese lazo necesario. Luego, la idea de causalidad va más allá de los límites de la experiencia.
Se ha originado en nosotros a partir de la experiencia de casos pasados conjuntados, se crea en nosotros el hábito que nos lleva a creer que seguirá ocurriendo en el futuro. El hábito genera en nosotros la creencia de la existencia de una conexión necesaria entre fenómenos. Hume define la creencia como toda idea que se presenta en la mente acompañada de un fuerte sentimiento de verdad. Es decir, una idea, pero que no procede de ninguna impresión, no es conocimiento científico.
En conclusión, el principio de causalidad para Hume está en nuestra mente, pero no en las cosas. La crítica al principio de causalidad afecta a la ciencia, porque esta formula leyes anticipando hechos futuros. La ciencia solo puede dar lugar a la creencia, es decir, a un conocimiento probable.