Portada » Filosofía » Empirismo de Hume: Conocimiento, Causalidad y Crítica a la Metafísica
David Hume, figura prominente del empirismo inglés, sostiene que todo conocimiento se deriva de la experiencia sensorial. Su filosofía se centra en una crítica profunda a la metafísica tradicional, utilizando el método inductivo de la ciencia como modelo de conocimiento.
Hume propone que la filosofía debe transformarse en la ciencia de la naturaleza humana. El objetivo es investigar qué es el ser humano, cuáles son los motivos y las causas de su comportamiento. Según Hume, el fundamento de la moralidad reside en los sentimientos, y la razón es «esclava de las pasiones».
Para Hume, conocer implica pensar en las ideas presentes en nuestra mente. El conocimiento es la combinación de ideas causadas por las impresiones. Todo lo que percibimos en el mundo se capta a través de los sentidos, se transmite al cerebro y forma las percepciones, que son los contenidos mentales que tenemos de cualquier cosa.
La mente organiza, clasifica y compara las ideas. Tiende a asociar ideas de manera natural mediante la imaginación, clasificándolas por:
Hume analiza las ideas filosóficas y científicas que considera erróneas, atribuyendo estos errores a la imaginación, que forma ideas que van más allá de las impresiones. Critica las ideas de Descartes sobre el alma, el mundo y Dios, concluyendo que ninguna impresión está en la base de estas ideas.
Los racionalistas consideran la causalidad como un principio que la razón conoce de modo evidente. Descartes, por ejemplo, utilizó el principio de causalidad para afirmar la existencia de Dios como causa del infinito en la mente humana. Hume argumenta que la relación causal no está en la naturaleza, sino que es una invención humana para mantener una sensación de seguridad. Se forma a través de:
La costumbre nos hace ver la conexión como necesaria entre causa y efecto, pero en realidad, esa relación no existe. La causalidad es una idea originada por el hábito de observar hechos que ocurren simultáneamente, lo que nos lleva a creer que sucederán también en el futuro. Por lo tanto, tenemos un conocimiento probable del futuro, necesario para nuestra tranquilidad.
Hume aborda el problema central de la metafísica tradicional: el mundo, el alma y Dios. Analiza estas tres sustancias de las que hablaba Descartes y concluye que la idea de sustancia es falsa, ya que no proviene de ninguna impresión. Es un resultado erróneo de la imaginación. No hay nada que permanezca en los objetos, y nuestras impresiones cambian constantemente.
Según el empirismo, el mundo es captado por los sentidos. Hume afirma que no conocemos más allá de nuestras impresiones, lo que lo lleva a un escepticismo moderado: no se puede demostrar la mayoría de las cosas, pero necesitamos creer en un futuro predecible. Adopta el fenomenalismo: solo conocemos nuestras percepciones.
Hume critica la idea del «yo» como sustancia. No tenemos una impresión del «yo» permanente; a lo largo de la vida, cambiamos, y nuestras percepciones también lo hacen.
No hay una impresión directa de esta idea, por lo tanto, es falsa. No se puede demostrar su existencia ni a priori ni a posteriori.
Según Hume, el fundamento de la moral no está en la razón, sino en los sentimientos. Las acciones morales se basan en los sentimientos de placer o rechazo que producen. La religión surge del miedo a lo desconocido y de la ignorancia.