Portada » Historia » El Turno de Partidos en la Regencia: Funcionamiento y Consecuencias
El turno de partidos durante la Regencia se representa gráficamente mediante un diagrama de barras de naturaleza política y de fuente primaria, datado entre 1886 y 1901, durante el estado liberal en el periodo de la Restauración. Las barras de la gráfica representan el número de diputados de cada partido político durante diferentes elecciones. El Partido Conservador se representa con color oscuro y el Partido Liberal con color claro. De 7 turnos, 4 son liberales y 3 conservadores. El eje de abscisas representa los años y el eje de ordenadas el número de diputados.
El sistema de la Restauración, concebido por Cánovas del Castillo, diseña un procedimiento de alternancia en el poder para los dos partidos dinásticos (el conservador de Cánovas y el liberal de Sagasta).
El denominado turnismo se refuerza con el Pacto del Pardo de 1885, una vez fallecido el rey Alfonso XII, ante el temor de los ideólogos del sistema de la Restauración de que ésta se truncase ante la desaparición prematura del monarca. El sistema que se plasma en el Pacto del Pardo, que cuenta con la aprobación de la Regente María Cristina y la complicidad de los dos partidos dinásticos, está basado en una alternancia en el poder pacífica y pactada. Se dejaba a la Regente la decisión del cambio de gobierno y ésta ejercía esa decisión cuando el partido en el poder presentaba desgaste o era incapaz de hacer frente a una crisis. En ese momento, la Regente llama a formar gobierno al líder del partido hasta entonces en la oposición quien, una vez en el gobierno, convoca nuevas elecciones en las que se asegura un triunfo aplastante, como podemos observar en la gráfica. Este triunfo garantiza al jefe de gobierno la mayoría parlamentaria suficiente para sacar adelante su programa de gobierno.
El turnismo no podía ser llevado a cabo si no fuera gracias a un sistema electoral, el de la Restauración, intervenido y manipulado. Los partidos dinásticos tenían asegurada su supremacía electoral gracias a un sistema electoral corrupto en el que los resultados se acomodaban a los intereses de estos partidos. Entre los métodos de intervención electoral destacamos el encasillamiento (repartición de los distritos electorales entre los distintos candidatos de estos partidos) y el pucherazo (manipulación directa de los resultados en urna).
Además de esta manipulación electoral, el sistema del turnismo requería de la intervención de la figura del cacique local que, gracias a su influencia y posición, era una pieza fundamental del sistema encargada de asegurar resultados electorales favorables a una de las dos opciones dinásticas en sus feudos locales mediante la compra de votos a cambio de favores.
El resultado del turnismo nos ofrece periodos de gobierno liberal y periodos conservadores, si bien en el cómputo global los liberales se mantuvieron más años en el poder, probablemente debido al interés de Cánovas del Castillo por contentar a su socio y rival Sagasta y de esta forma garantizar la estabilidad del sistema de la Restauración.
Por periodos de gobierno, destacamos el primero, de mayoría liberal y conocido también como el “gobierno largo”, del que destacaremos el giro librecambista que emprende en política económica el Partido Liberal y la aprobación del sufragio universal masculino de 1890. La demanda de los grupos económicos de presión de un giro en la política económica hacia el proteccionismo provoca el regreso de los conservadores de Cánovas que se mantendrá hasta 1892. El aumento de los conflictos sociales y la polémica con la iglesia fuerzan la vuelta de Sagasta al poder que ganará las elecciones de 1893. En el 95, el conflicto de Cuba hace que la Regente llame de nuevo a Cánovas a gobernar hasta su asesinato en 1897, que obliga de nuevo a la Regente a recurrir a Sagasta que deberá hacer frente a la derrota en la guerra de Cuba de 1898. Tras ellas, en 1899, el nuevo líder conservador, Francisco Silvela, en un intento de regenerar el sistema que fracasará y que conducirá a un nuevo regreso al poder (el último) del liberal Sagasta en 1901.
A pesar de lo antidemocrático de la práctica del turno, su aplicación logra mantener la estabilidad política durante el periodo más largo de tiempo desde principios de siglo XIX. Además, el turnismo logra alejar al ejército de toda intromisión en la vida política, al menos, mientras este sistema del turno funcione.