Portada » Historia » El Trienio Liberal y las Guerras Carlistas: Dos Etapas Clave en la España del Siglo XIX
El Trienio Liberal (1820-1823) representó un período de restauración del liberalismo en España tras el pronunciamiento del coronel Rafael del Riego el 1 de enero de 1820. Riego, al mando del Batallón de Asturias, destinado a sofocar las independencias en las colonias americanas, proclamó la Constitución de 1812 mientras recorría Andalucía. Este movimiento forzó a Fernando VII a jurar la Constitución en marzo, declarando en su Manifiesto Regio: “Marchemos francamente, y yo el primero, por la senda constitucional”.
Se formó un gobierno liberal que proclamó una amnistía, permitiendo el regreso de los liberales y afrancesados exiliados, y convocó elecciones, que fueron ganadas por los liberales. Las Cortes iniciaron una serie de reformas con el objetivo de desmantelar el Antiguo Régimen:
Sin embargo, estas reformas encontraron una fuerte oposición:
Entre los propios liberales surgieron divisiones:
En 1822, Fernando VII solicitó la intervención de la Santa Alianza, lo que llevó al Congreso de Verona a autorizar el envío de un ejército francés, los Cien Mil Hijos de San Luis, bajo el mando del duque de Angulema. En 1823, el ejército atravesó los Pirineos sin apenas resistencia y restauró a Fernando VII como monarca absoluto, poniendo fin al Trienio Liberal.
En 1833, tras la muerte de Fernando VII, se reafirmó a su hija Isabel, de tres años, como heredera al trono, y se nombró como regente a su madre, María Cristina de Borbón, hasta la mayoría de edad de la niña. Sin embargo, ese mismo día, el hermano del fallecido rey, Carlos María Isidro, se proclamó rey, lo que dio inicio al levantamiento absolutista en el norte de España, marcando el comienzo de la Primera Guerra Carlista (1833-1840).
El conflicto no solo representaba una disputa sucesoria, sino un enfrentamiento ideológico entre dos modelos de sociedad:
En 1823, tras la intervención de los Cien Mil Hijos de San Luis, Fernando VII fue restaurado como monarca absoluto, derogando las leyes del Trienio Liberal y reprimiendo con dureza a los liberales, lo que provocó un importante exilio de miles de ellos, especialmente a Francia y Gran Bretaña. Sin embargo, desde 1825, debido a la crisis económica, el gobierno se acercó al sector burgués moderado, con medidas como:
Estas reformas moderadas fueron rechazadas por los sectores más ultraconservadores, conocidos como realistas puros o ultraabsolutistas, conformados por la nobleza, el clero y algunos sectores rurales. En Cataluña (1827) tuvo lugar la revuelta de Els Malcontents o Agraviados, un levantamiento campesino que pedía el retorno al absolutismo y los fueros tradicionales. En la corte, los sectores más conservadores se agruparon en torno a Carlos María Isidro, especialmente cuando Fernando VII no tenía descendencia.
En 1830, Fernando VII promulgó la Pragmática Sanción, que anulaba la Ley Sálica (implantada por Felipe V), permitiendo a las mujeres heredar el trono. Ese mismo año nació Isabel, hija de Fernando VII y su cuarta esposa María Cristina de Borbón, lo que dejaba a Carlos María Isidro fuera de la sucesión.
A la muerte de Fernando VII en 1833, Carlos María Isidro se autoproclamó rey, alegando que la Pragmática Sanción no era legítima. María Cristina, como regente, comprendió que debía apoyarse en los liberales moderados para asegurar el trono de su hija. Por ello:
El conflicto resultante fue una guerra civil entre absolutistas y liberales, con importantes implicaciones para el futuro político y social de España.