Portada » Ciencias sociales » El Tercer Sector: Análisis de su Heterogeneidad Conceptual, Tipología y Funciones en España
Conceptual heterogeneity of the non-profit sector
Jesús Fernández Rodríguez1 y Rosa Peñasco Velasco2
Recibido: 10/04/2013 Aceptado: 13/06/2013 Publicado: 05/11/2013
El conocido como Tercer Sector, ha sido y es el protagonista de cientos de libros, obras y artículos en todo el mundo. Decenas de autores prestigiosos han analizado la irrupción de esta figura en las diferentes sociedades, así como su esencia, características, funciones, tipología y consecuencias en ámbitos geográficos determinados. Sin embargo, resulta cuanto menos curioso observar cómo en pleno s. XXI, en realidad no existe una verdadera definición de Tercer Sector, sino un conjunto de operaciones que, unas veces por exclusión, deducción o análisis de las Entidades y otros elementos que lo componen, nos sitúan y aproximan a esta importante realidad. Llegar a la conclusión de que no existe una definición del Tercer Sector, puede resultar desalentador al principio. Si bien, en su no definición reside, precisamente, la grandeza del propio Tercer Sector, ya que encuadrarlo en un concepto rígido y hermético, atentaría contra su movilidad, extensión, eclecticismo y necesaria heterogeneidad: la misma heterogeneidad que podremos observar, tanto en lo que se refiere al concepto como a las funciones, tipología y características del Tercer Sector.
Palabras clave: Tercer Sector, heterogeneidad, diversidad, acción social, bienestar social, Entidad no lucrativa, Sector Público, Mercado, Asociación.
The Third sector, known by everyone as the nonprofit Sector, is the protagonist of hundreds of books, plays, and articles throughout the word. Lots of prestigious authors have analyzed the emergence of this figure in different societies. The features, functions and its impacts in particular geographical contexts have been examined.
However, there is no agreement, on the definition of the nonprofit Sector in the 21st century, but rather a set of practices which by exclusion, deduction or analysis regarding the practices of the Entities show us the relevant reality. At first, the non-definition of the nonprofit Sector could be discouraging. However, this phenomenon the shows us the grandiosity of the nonprofit Sector because if it were limited to a static and rigid concept, this might threaten its nobility, its extension, eclecticism and its necessary heterogeneity. The same heterogeneity that is included in the monographic concept, functions, typology and characteristics of the nonprofit Sector.
Keywords: Non-profit Sector, heterogeneity, diversity, social action, social welfare, non-profit entity, public sector, market, association.
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Hasta llegar al desarrollo del Estado de bienestar, tal y como lo entendemos en las sociedades democráticas contemporáneas, han existido una serie de antecedentes importantes a lo largo de la historia. De entre ellos destacan, especialmente, ciertas acciones que para algunos autores, no son más que los indicios del conocido como Tercer Sector. En este sentido, resulta crucial la investigación realizada por la Comisión Filer en Estados Unidos (1973) que, para muchos autores, entre ellos Pérez-Díaz y López Novo (2003)3, jugó un papel fundamental en el nacimiento del Tercer Sector.
Pero el Informe Filer, no se limitó a analizar las aportaciones mencionadas, ya que si hoy en día, prácticamente existe unanimidad en considerarlo como un detonante definitivo en el nacimiento de la realidad que conocemos como Tercer Sector, tal vez sea porque también resultó pionero a la hora de denunciar el desconocimiento de este Sector y las dificultades de cuantificación, o porque diferenció las Organizaciones no lucrativas, del resto de Instituciones que trabajaban dentro del ámbito social.
De otro lado, el carácter innovador, denunciador y solidario de tal Informe, en ningún momento debería hacernos creer que facilitó la conceptualización o una definición exacta del Tercer Sector. Todo lo contrario: ni en el Informe Filer, ni en las obras de investigadores expertos en la materia, existe unanimidad al respecto.
Y así, no es extraño que en cuanto se pretenda definir el Tercer Sector, nos encontremos con una batería de autores que, de una forma u otra, en vez de proporcionar un concepto, como punto de partida harán hincapié en la confusión o dificultad de llevar a cabo aquella conceptualización. Sin ir más lejos, Antonio Ariño (2008)4, hace constar cómo pese a la pluralidad de personas que se han ocupado de investigar sobre el Tercer Sector, nos hallamos ante un fenómeno difícil de definir. La misma idea parece compartir Rodríguez
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Cabrero (2003), pero incidiendo en las dificultades para delimitar la extensión del Tercer Sector, así como en las dispares formas de medirlo.
Si bien y tal y como resaltan autores como García Delgado (2004) o Ruiz Olabúenaga (2006), la confusión y hasta el hecho de que muchas veces resulte inadecuada una conceptualización, jamás debería constituir un obstáculo que nos impida hablar del Tercer Sector como una realidad social relativamente acotada.
Es posible que la dificultad para concretar un concepto de Tercer Sector, guarde también relación con determinados hechos que tuvieron lugar, justo en el momento de su nacimiento. Porque es inevitable reparar en que cuando afloró esta realidad, hoy conocida como Tercer Sector, cobraban auge todas las consecuencias generadas por la crisis económica de la década de los años 70, profundamente marcada por los shocks petrolíferos. A su vez, es seguro que estos hechos, habrán influido en que, desde que tuvieron lugar, se abandonara la clásica concepción bisectorial estado-mercado que se había dado en las sociedades hasta ese momento, para entrar, por primera vez y gracias a la aparición de los dos factores citados más arriba, en una concepción trisectorial, compuesta por mercado, Estado y Tercer Sector.
En este sentido y siguiendo a Pérez Díaz y López Novo (2003), dicha concepción trisectorial permite que adquiera protagonismo una sociedad civil, hasta entonces prácticamente ensombrecida y con ella, parece inevitable que surjan una serie de concatenaciones, tales como la irrupción de las redes sociales, el peso específico de determinados aspectos de las familias, las asociaciones voluntarias, las organizaciones no lucrativas, las empresas y el mercado.
En otro orden de cosas, es posible que la dificultad para proporcionar un concepto acotado de Tercer Sector, también venga dada por su propia esencia, pues se caracteriza, entre otros aspectos, precisamente por la heterogeneidad y por el sinfín de diferentes Entidades que lo conforman. Además y visto lo visto, no es descabellado indicar que quizás sea más correcto asumir aquella heterogeneidad conceptual, puesto que el Tercer Sector en sí mismo, es de por sí una realidad cambiante y heterogénea.
Y tal afirmación viene dada, entre otras razones, porque autores como Antonio Ariño (2008) y Antonio Gutiérrez Resa (2010), sin olvidar en ningún momento la identidad del Tercer Sector, comienzan realizando una definición del mismo «por deducción», es decir, partiendo de su diferenciación de todo aquello que no es sector público y mundo empresarial.
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De otro lado y aunque pudiera parecer más concreta la definición realizada por Pérez Díaz y López Novo (2003)5, en realidad tampoco sería correcto afirmar que se trata de una definición en sí misma, sino de un intento de conceptualizar el Tercer Sector, no por deducción, pero sí en base a las organizaciones que lo componen.
De esta definición, se desprende, en primer lugar, una marcada tendencia de complementariedad entre los diferentes sectores. A su vez, dicha complementariedad, también está teñida de una interrelación de aspectos positivos y enriquecedores de la intervención social, al constituir una alternativa a las demandas de los ciudadanos. Sin embargo, junto al criterio de la deducción o de la composición/configuración6, otros autores optan por utilizar un criterio de exclusión7.
En una línea similar, Gutiérrez Resa (2010), también diferencia el Estado, considerado como el primer sector, del mundo de la empresa-mercado que constituye el segundo sector. A su vez y sin olvidar las aportaciones de las familias, distingue y diferencia, tanto de uno como de otro caso, el conocido como Tercer Sector8.
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También pueden observarse otras maneras de definir el Tercer Sector, desde la perspectiva de Entidades que participan y trabajan en este campo, tales como las Entidades no lucrativas, organizaciones no gubernamentales, asociaciones voluntarias y la propia sociedad civil. Sin embargo, es necesario indicar que si bien todas ellas comparten y reúnen una serie de características, también quedan diferenciadas por distintas líneas de actuación que definen su identidad. A su vez, partiendo de este criterio, Salomón y Anheier (1992)9, analizan las cinco características de estas Instituciones que permitirán considerarlas como un sector:
el marco definitorio al considerar que el Tercer Sector lo constituyen también el tejido social formado por redes sociales de diversa procedencia, como la familia, la amistad, los movimientos sociales.
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Ahora bien: pese a este mosaico de particularidades que nos permiten identificar a las Entidades que trabajan dentro del Tercer Sector, también debe tenerse sobre todo en cuenta, la forma de entender la característica de «no lucratividad». En este sentido, existen dos enfoques que permiten completar el marco definitorio de estas Organizaciones: por un lado, el de la economía social y, por otro, el enfoque de la «no lucratividad». Además, existen otras características que permiten singularizar al Tercer Sector15, del resto de sectores que intervienen en acción social. Por ejemplo, la diversidad que se perfila como uno de los aspectos claves de la identidad de este sector, ya que siempre presenta un grupo de Organizaciones distintas, aunque dichas Entidades, pese a su diversidad, comparten aspectos como objetivos, tamaños y aspectos jurídicos.
Desde el punto de vista de la diversidad, autores como Gutiérrez Resa (2010) y Olabuénaga (2006), hacen hincapié en cómo el factor determinante de la diversidad entre las Organizaciones en el seno del Tercer Sector, puede observarse, fundamentalmente, en sus objetivos y en las diferentes formas jurídicas con las que se constituyen. Pero además de dichas formas jurídicas diversas, podemos encontrar otras características destacables que nos permiten apreciar la pluralidad del Tercer Sector. Y así, autores como Olabuénaga (2006) y García Delgado (2005), optan por resaltar su minifundismo o la cantidad mayor o menor de Instituciones que conforman el Tercer Sector, sin dejar de apreciar cómo gran parte de ellas, pueden presentar un tamaño pequeño o mediano, frente a la escasa presencia de Instituciones de grandes dimensiones y finalizar manifestando, cómo el tamaño de las Instituciones es un dato sumamente significativo, ya que se trata de uno de los factores que condiciona su independencia económica.
por las Organizaciones No Gubernamentales y financiados por las Administraciones Públicas.
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Por último, es necesario hacer constar que también podría caracterizarse al Tercer Sector, por ejemplo teniendo en cuenta su madurez o grado de institucionalización, así como el peso de la dimensión europea en la planificación de políticas nacionales que efectúa una división de organizaciones voluntarias.
Y así, mientras el norte de Europa, manifiesta la madurez de su Tercer Sector, los países del sur se encuentran en un nivel totalmente emergente de institucionalización. Ahora bien: entre la madurez y la emergencia del Tercer Sector, puede encontrarse un término medio en los casos de Italia y España pues, según Rodríguez Cabrero (2003), en los últimos años han casi completado la regulación del sector, ya que son países que si bien se acercan a la madurez institucional, aún tienen pendiente su consolidación16.
De los diferentes criterios que cada autor utiliza con ánimo de definir el Tercer Sector, bien deductivos o excluyentes, de análisis de las Entidades que lo componen, de las connotaciones de aquéllas y hasta de las zonas geográficas en las que operan, surge una primera deducción que nos lleva a afirmar cómo la heterogeneidad que indudablemente lo caracteriza, hace que, al menos en principio, no sea aconsejable delimitarlo, constreñirlo y asfixiarlo en un concepto hermético, quizás porque, precisamente su grandeza, reside en la diversidad que también forma parte de su esencia. Además, no debe olvidarse que «la no definición» también es aconsejable, si tenemos en cuenta que todas las Organizaciones pertenecientes al Tercer Sector que operan dentro de nuestra sociedad, han dejado de considerarse como un fenómeno emergente y residual, desde el momento en que han quedado perfectamente consolidadas como una fuerza social y como un referente en el proceso de acción de una sociedad en crisis, en la que no deja de cuestionarse el Sistema de bienestar17.
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Como enseguida se comprobará, tampoco será sencillo establecer una sola corriente que sirva para determinar las tipologías referidas al Tercer Sector, ya que a la hora de llevar a cabo una clasificación, algunos autores se basan en criterios tan dispares como el tipo de relación existente entre las Instituciones y los gobiernos, en tanto que otros, prefieren resaltar su capacidad de innovación.
Por si fuera poco, no existe una única tipología, ya que de entre los variopintos sistemas existentes, destacan varios modelos que, con sus peculiaridades, operan en zonas geográficas diferentes. Así, en los países escandinavos, en donde las Asociaciones se convierten en un canal de transmisión de las demandas sociales y de incentivación de los servicios públicos del Estado, resalta el modelo universalista. Por el contrario, el modelo Liberal, característico del Reino Unido, abandona otras áreas de la política social en manos del sector privado, permitiendo una intervención residual de asistencia social, con la salvedad de que en ciertos ámbitos como la ayuda a domicilio, servicios para la infancia o integración social, el tradicional sector voluntario se ve reemplazado por empresas de economía social, tipo cooperativa, a la vez que se produce un desarrollo de organizaciones voluntarias de padres, que pone de manifiesto la evolución del Tercer Sector social como respuesta a las necesidades no cubiertas por el Estado de bienestar, desde una sociedad civil activa. En cambio, en los países del sur de Europa, destaca el modelo dual, caracterizado por una debilidad en la oferta de servicios, en favor de prestaciones económicas, aunque esta oferta tiene peso relativo en áreas como la atención a las personas mayores y la discapacidad18.
Un cuarto y último modelo ideal es el corporativo, con un papel muy significativo del Tercer Sector y en donde los Servicios Sociales se hallan, en gran medida, financiados por el Estado. Los casos de Alemania, Holanda, Bélgica y Francia son ejemplo de este modelo y las relaciones entre Estado y Tercer Sector son muy sólidas en áreas como sanidad y servicios sociales. Es por ello que autores como Rodríguez Cabrero (2003), argumentan que este tipo de tipología potencia la innovación del propio Tercer Sector, al desarrollar nuevas formas de participación cívica o manifestación del espacio público, mediante Entidades sociales.
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Los diferentes modelos, una vez más sirven para mostrar la heterogeneidad como singularidad del Tercer Sector, aunque en lo tocante a su tipología, dicha diversidad guarde una relación directa con variables tan diferentes como su capacidad de innovación, su relación con los gobiernos y el grado de institucionalización.
De otro lado, no se pueden analizar los diferentes modelos del Tercer Sector y su relación con los múltiples matices que dan lugar a este universo de intervención, sin conjugarse con una serie de objetivos o funciones, siempre tendentes a buscar el desarrollo y el bienestar de la sociedad. Es más: tampoco podemos pasar por alto, cómo estas funciones pueden agruparse en cinco categorías, según diferentes autores:
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Visto lo visto, parece que la heterogeneidad aflora, inevitablemente, en cuanto se analiza cualquier aspecto del Tercer Sector y en cualquiera de sus ámbitos: concepto, funciones, características, tipología y etc. Precisamente partiendo de esta heterogeneidad, no es descabellado incidir en la idea de la diversidad, tanto desde los factores institucionales22 como no institucionales23 que operan dentro del Tercer Sector.
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Además, la diversidad que presentan estas Instituciones, también parece
configurarse como uno de los factores para su consolidación dentro de la
acción social al poder trabajar desde la individualidad, sin olvidar funciones
básicas que consensuan el trabajo y los fines de las Instituciones24.
Si es evidente que la ya recurrente connotación de heterogeneidad también
se observa cuando analizamos la tipológica de las Entidades, no es menos
innegable que asimismo se pone de manifiesto, tanto al analizar el campo
de acción en el que desarrollan su intervención como en las diversas teorías
que estudian su clasificación e identificación. De hecho, una primera clasificación,
se encuentra en un informe de Lord Beveridge (1948), que realiza
una diversificación entre aquellas instituciones que define como mutualistas
porque trabajan en la búsqueda de la satisfacción de las necesidades de sus
integrantes, y aquellas que dan satisfacción a los grupos desfavorecidos o Entidades
altruistas25.
Por su parte, Gutierrez Resa (2010)26, siguiendo el criterio antaño utilizado
por Ascoli (1987), vuelve a proponer una clasificación del Tercer Sector
institucionales, hay que mencionar el ámbito territorial, la edad y el tamaño de las
entidades de acción social. Estos tres factores tienen, sin embargo, una fuerza desigual
como fuentes de diferenciación de las entidades de acción social».
24. Aunque podrían enumerarse muchas otras, quizás y respecto a estas finalidades, destacan
especialmente, las siguientes: 1) La cohesión social, no solo a nivel interno, sino
también externo, con otras organizaciones del Tercer Sector. 2) La participación democrática
en la toma de decisiones, dando voz y voto a sus socios e implicando a todas las
personas afectadas en la toma de decisiones. 3) La generación de valores, que impulsan
su actividad y permiten adaptarse a los cambios que se producen en la sociedad. 4) Son
prestadores de servicios que permiten cubrir las necesidades y dar oportunidades de
participación y recuperación social.
25. Jornadas de Estudio y Planificación de la Acción Social (1989 Valladolid). Bienestar social
y desarrollo de los derechos sociales / Jornadas de Estudio y Planificación de la Acción
Social, Valladolid 27-30 de Septiembre de 1989. Valladolid. Ed. Salamanca. p. 428-429.
En dichas jornadas, se recogieron las aportaciones de Hoekendijk (1986), basadas en
la clasificación de Beveridge. En estas aportaciones, el autor mostró una estructuración
de las Entidades del Tercer Sector, según el trabajo voluntario a favor de otros, distinguiendo
entre las asociaciones tradicionales de voluntarios, acciones alternativas y
críticas, redes informales y los grupos de mentalización. A su vez, Hoekendijk, también
resalta el trabajo voluntario a favor del propio grupo, los grupos de auto-ayuda y ayuda
mutua, los grupos de colectivos diversos con intereses concretos-comunes y hasta las
asociaciones de vecinos.
26. Gutiérrez Ressa, A. (2010). Op. Cit. p. 98, diferencia entre los siguientes grupos: 1)
Organizaciones religiosas. 2) Organizaciones relacionadas con el trabajo (sindicatos,
organizaciones profesionales). 3) Organizaciones relacionadas con la educación. 4)
Fundaciones. 5) Organizaciones culturales (bibliotecas y museos). 6) Organizaciones
de servicios (servicios sociales). 7) Organizaciones sociales (deportivas o étnicas). 8)
Organizaciones relacionadas con la sanidad. 9) Organizaciones benéficas. 10) Organizaciones
políticas. 11) Movimientos de masas organizados.
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en la que combina criterios tan diversos como actividades, organización, dependencias
y estructura del Tercer Sector. Sin duda, esta categorización puede
verse complementada con las aportaciones que realiza Demetrio Casado27 sobre
las Organizaciones del Tercer Sector, pues prestan sus servicios a ciudadanos
de forma desinteresada, mediante la participación social.
Pero aún podemos llegar más lejos, ya que desde el punto de vista de la
sociología de acción, destaca la posición del Alain Touraine (1990), pues analiza
los movimientos sociales de hoy a través de la técnica de la Intervención
sociológica, permitiendo la aparición del actor social detrás de las reacciones
que, a su vez, pueden ser ante todo interpretadas como signos de funcionamiento
del sistema28.
En la actualidad, quizás una de las clasificaciones que parece tener más
adeptos, se encuentra recogida en la categorización internacional de entidades
no lucrativas29, basada en los trabajos de la clasificación de estándares internacionales
industriales de las Naciones Unidas (1990), o en las estadísticas
europeas de clasificación de actividades económicas e industriales (Eurostat,
27. Casado, D. (1989). Las organizaciones sociovoluntarias, en Álvarez, J.J. Organizaciones
voluntarias e intervención social. Madrid. Ed. Acebedo. p. 18-50. Del análisis realizado
por el autor, puede desprenderse cómo posiciona a diferentes sectores de la intervención
social como actores claves para entender el Tercer Sector: los grupos y relaciones
solidarias de carácter primario, el mercado, las entidades voluntarios y el Estado.
Además de estos actores, el autor no olvida a la familia, ya que la posiciona como un
elemento vertebrador de la sociedad, que forma parte esencial en el proceso de integración
social y de solidaridad. Además, el autor realiza una catalogación de las Instituciones
sociovoluntarias, entre las que se encuentra la iglesia, las obras sociales de
patrocinio público o privado, las asociaciones de vecinos y afectados, las coordinadoras
y colectivos de acción cívica y las fundaciones culturales, educativas y asistenciales.
Junto a estas, el autor menciona otras cuatro clases de entidades no gubernamentales:
colegios profesionales, sindicatos, asociaciones empresariales y partidos políticos.
28. Cabra de Luna, M.A. De Lorenzo García, R. (1993). Op. Cit. p. 29-31, indican cómo
el autor ha realizado estudios «sobre el movimiento obrero desde el punto de vista del
miedo a la catástrofe o el movimiento de las mujeres, a través de la simple llamada a la
igualdad de derechos y por tanto a la desaparición del status por el sexo, etc. Sin duda,
todos estos movimientos sociales de hoy, también forman parte del Tercer Sector».
29. Esta clasificación, de influencia múltiple y tan heterodoxa como heterodoxa es la esencia
del Tercer Sector, pueden distinguirse los siguientes grupos: 1) De cultura y ocio.
2) De educación e investigación. 3) De salud. 4) De servicios sociales. 5) De medio
ambiente. 6) De desarrollo económico y de vivienda. 7) De protección y promoción
de los derechos civiles. 8) De servicios relacionados con la justicia. 9) De derechos
reconocidos por la ley (consumidores). 10) De organizaciones políticas (partidos). 11)
De filantropía y promoción del voluntariado (entre las que destaca las fundaciones).
12) De actividades internacionales, incluida la cooperación al desarrollo. 13) De actividades
religiosas. 14) De actividades económicas, profesionales y sindicales. 15) Sin
clasificación (donde se integran las no contempladas anteriormente).
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1985) y en la taxonomía nacional de actividades exentas (Centro Nacional de
Estadísticas de Entidades no lucrativas de Estados Unidos).
Además, también pueden observarse otras clasificaciones, si atendemos a
criterios relativos a los sistemas de financiación y gestión, pero con la salvedad
de que este tipo de estructuración puede resultar contradictoria, ya que
muchas de las Instituciones que trabajan dentro del Tercer Sector, no se rigen
por un sistema único de financiación, ya que tienen un carácter mixto30.
En lo que respecta a nuestro país, la mayor representación de Instituciones
del Tercer Sector se encuentra en las Asociaciones y las Fundaciones, sin
olvidar las Entidades como Cruz Roja, ONCE y Cáritas que, por tamaño y
regímenes especiales, representan una singularidad dentro de un sector muy
heterogéneo, cuyos elementos y características que lo configuran, pueden llegar
a tener más rasgos diferenciadores que comunes31.
Una vez más e independientemente del ámbito que se analice, el criterio
de diversidad se observa en el estudio de cualquier elemento, característica,
tipología o funciones del Tercer Sector, quizás porque, también una vez más,
la heterogeneidad vuelve a ponerse de manifiesto como cualidad inherente a
aquél.
El avance y la consolidación del Tercer Sector en España
Es necesario destacar que, en el caso concreto de España, la configuración del
Tercer Sector, guarda una estrecha relación con el papel que ha desempeñado
el Estado y la sociedad civil, así como por la propia evolución histórica de
un sector que ha experimentado un gran desarrollo en estos últimos años, al
sustituir al Estado en la prestación de servicios e incidir en aquellos sectores
de población más vulnerables o en procesos de exclusión social.
En consecuencia, para poder comprender el desarrollo y la posterior
consolidación del Tercer Sector, se hace necesario indagar sobre los factores
que hayan podido condicionar su aparición y posterior consolidación. Y,
30. Por su parte, puede observarse una estructuración de las Instituciones más rígida, si se
lleva a cabo una clasificación atendiendo a sus niveles, teniendo en cuenta que en el
primer nivel se encuentran las Asociaciones, en el segundo nivel, las Federaciones y en
el tercer nivel, las Confederaciones.
31. Pérez Díaz, V, López Novo, J.P. (2003) Óp. cit. p. 159-160, «las fundaciones suelen
ser una expresión de la filantropía privada de los sectores sociales económicamente
pudientes; las asociaciones suelen ser una expresión del activismo cívico de la ciudadanía.
Las fundaciones son una suerte de extensiones de la personalidad (individual
o corporativa) de sus fundadores, que establecen su misión y definen su identidad;
las asociaciones, en cambio, son entidades colectivas y sus outputs son el producto de
procesos de participación y decisión colectiva».
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nuevamente, parece que la diversidad vuelve a mostrarse como una constante,
sobre todo en lo tocante al estudio de unas Entidades que conjugan sus
singularidades con un mismo marco de intervención social, contribuyendo a
la consolidación de este sector. En este sentido, Rafael de Lorenzo32, enumera
una serie de elementos esenciales, tanto en la aparición del propio Tercer
Sector como en su posterior consolidación, pero con la salvedad de que cada
uno de los factores, resulta determinante en lo que respecta al proceso de consolidación
del Tercer Sector. Porque si bien factores históricos y el marco legal
utilizado, inciden directamente en el desarrollo social de un país, también
podemos observar, una vez más, que la heterogeneidad se configura como el
rasgo característico de este sector, pues condiciona en todo momento el nivel
de desarrollo de la Entidades y el peso que adquieren de cara a la sociedad.
No obstante, sería una imprudencia pensar en consolidación, sin tener en
cuenta un importante suceso que, sin lugar a dudas, condicionó la expansión
del Tercer Sector, concretamente a finales de los años noventa33 o cuando se
inició un marcado proceso de externalización de servicios públicos34.
32. Lorenzo García, R. (Coord.), (2003). Op. cit. p. 129-130: 1) La Heterogeneidad: a mayor
heterogeneidad en un país, más limitaciones del sector público y del mercado para
cubrir las demandas de la población. 2) Mientras más se expanda el Estado de bienestar
en un país, menor será el sector no lucrativo. 3) A mayor nivel de desarrollo económico
en un país, más fortaleza cobrará el Tercer Sector. 4) Marco Legal: en países regidos por
el Rule of Law (Derecho Común) se consolidan más fácilmente las organizaciones no
lucrativas, frente a los países de régimen administrativo, típicos de continentales de
Europa, en los que como la tipología institucional del Tercer Sector suele estar regulada
legalmente, se hace necesario, en múltiples ocasiones, un reconocimiento público
previo para comenzar a actuar, configurándose, unas veces, como un reconocimiento
genérico, limitado por disposiciones normativas a través de un registro constitutivo y,
otras, como un reconocimiento específico o acto administrativo de concesión. 5) Las
tradiciones históricas y religiosas inciden en la creación de entidades no lucrativas;
así, el principio de subsidiariedad, tan extendido en Alemania, sin duda ha estimulado
al Tercer Sector. Por el contrario, las teorías jacobinas en Francia, han impedido un
florecimiento de aquél.
33. Altares Consulting. (2011). Modelos europeos en la evolución del Tercer Sector Social.
Fundación Luis Vives, p. 206, incide en cómo este hecho: «ha generado nuevas oportunidades
para el Tercer Sector, que ha sido visto por las administraciones como un socio
natural en la prestación de servicios sociales y, a veces, como una estrategia para poder
atender una demanda creciente de servicios públicos a un menor coste».
34. Además, la estrecha colaboración de las instituciones del Tercer Sector con las administraciones,
ha ido acrecentándose en la misma medida en que ha podido observarse
cómo los diversos organismos, han supuesto un beneficio tanto para el ciudadano a
quien han proporcionado los recursos necesarios, como para el Estado, que podido
reducir el gasto público, sin dejar de prestar servicios, hecho que, sin duda, ha contribuido
en que la externalización de servicios, se haya seguido por la mayoría de las
administraciones públicas.
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Sea como sea35, parece inevitable que una vez más vuelva a ponerse de
manifiesto, cómo la heterogeneidad de Tercer Sector es uno de los elementos
claves que lo diferencian del resto de sectores, al tiempo que juega un papel
clave en el proceso de consolidación. Porque la diversidad ha ido creciendo
durante estos últimos años, al igual que su profesionalización, su consolidación
en la creación de empleo y su eficacia en los servicios prestados36.
En este sentido37, el Tercer Sector aporta un equilibrio entre el sector público
y el mercado38, al ofertar alternativas de intervención pública y frenar la
imposición de la actividad privada, aunque también actúa de forma muy valiosa,
trasladando al Estado, la información que recogen de su actividad social39.
Por último, es evidente que contribuye al bienestar social, al posicionarse
35. De otro lado, conviene recordar que el proceso de externalización, parece coincidir con
la descentralización de la administración central hacia las autonómicas. Porque mientras
la regulación del Tercer Sector depende del Estado central, las competencias en
materia social corren a cargo de las distintas Comunidades Autónomas, produciendo
una dispersión competencial sobre áreas de trabajo específicas del Tercer Sector que,
en un principio, ha podido distorsionar la visión que podía tenerse de este sector y de
las Instituciones.
36. Altares Consulting. (2011). Op. Cit. p. 209, indica que es preciso potenciar esta diversidad
en lo tocante a la gestión de sus recursos humanos, su participación y su incidencia
en el ámbito de la vida política y social porque: «la mejora de la capacidad de
incidencia política, las plataformas de tercer nivel y las redes europeas aparecen como
aspectos clave del Tercer Sector Social a corto plazo».
37. No debemos olvidar que la relación del Tercer Sector con la Administración pública,
sigue condicionando, al menos por el momento, su posicionamiento social, pues la
dependencia financiera se considera un obstáculo a la hora de plantear nuevos campos
de trabajo. Sin duda, las Entidades que trabajan dentro el Tercer Sector, deben buscar
nuevas propuestas, encaminadas a diseñar nuevos modelos económicos que consigan
cortar la dependencia que estas Instituciones tienen del Estado.
38. Sánchez Hernández, F. (2011). Sociedad civil: informes sobre el Tercer Sector y el voluntariado
en España, en Documentación Social. Revista de estudios sociales y de la
sociología aplicada. Enero-Marzo 2011. Madrid. Ed. Cáritas Española. p. 287: «Pero
además, el sector de la Acción Social, como espacio paralelo y a la vez complementario
del ámbito público y empresarial, cumple una importante misión, desde la acción por
la promoción de los derechos y la igualdad».
39. En otro orden de cosas, es necesario tener presente que el desarrollo de las Organizaciones
del Tercer Sector en nuestro país, se produce a raíz de una serie de factores claves,
de entre los que destaca la ejecución de las subvenciones del IRPF para fines de interés
social a finales de los años 80, así como la puesta en marcha de una serie de propuestas
que va a incidir en la mejora del Tercer Sector de ámbito social o la aparición del libro
blanco sobre este sector. Junto a estas medidas de ámbito institucional, aparecen otros
condicionantes, definidos por algunos autores como los nuevos riesgos sociales, que sin
duda van a potenciar el crecimiento de estas Instituciones, tales como la inmigración,
el envejecimiento de la población, la desigualdad de género, la segmentación laboral y
los cambios en la estructura familiar.
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como portavoz de la expresión de la sociedad civil y al mantener una relación
directa con los otros dos sectores de acción social40.
En el caso de nuestro país, el avance del Tercer Sector se ha producido en
los años 90, coincidiendo con la consolidación del Estado de bienestar. Este
progreso, que se ha materializado mediante la prestación y externalización
de los servicios por parte de la administración pública, ha ido acompañado
por una transformación en la profesionalización y especialización de las
Instituciones que conforman el Tercer Sector y por los distintos mecanismos
de financiación41. Dichos mecanismos van a ser una constante dentro del desarrollo
del Tercer Sector en nuestro país. Sin embargo, la dependencia institucional
financiera, ha dado lugar a que se haya puesto de manifiesto la
insuficiencia de este sistema de financiación, ante un sector de intervención
social que intenta dar respuestas a las necesidades de los grupos sociales más
desfavorecidos.
Es esencial, por tanto, plantear nuevos modelos de financiación42, acordes
a una sociedad en la que el Estado se aleja de la implicación social, los
mercados cobran más protagonismo y las familias se erigen como principales
valedores de la ayuda social43. Además, este proceso de independencia
40. Sánchez Hernández, F. (2011). Óp. cit. p. 286-287: «A lo largo de las dos últimas
décadas, el Tercer Sector de Acción Social (TSAS) español ha experimentado un gran
avance, que ha estado ligado a la democratización, a la revitalización de la sociedad
civil y a la evolución del Estado de Bienestar. En nuestros días, se trata de un sector
maduro y consolidado, con un importante papel, tanto social como económico. Como
parte del Tercer Sector, las entidades de Acción Social son una expresión específica de
la sociedad civil y, por tanto, canalizan la dinámica de la solidaridad voluntaria de las
sociedades. En nuestro país, más de la mitad de las organizaciones existentes (56,5%)
ha sido promovida por la iniciativa ciudadana».
41. Castro Sanz, M (2011), «El Tercer Sector demanda una financiación sostenible» Revista
Española del Tercer Sector, Madrid, Nº 19 (Septiembre-Diciembre 2011), p. 63: «El
esquema básico de financiación de este sector, es 61.3% de sus ingresos provienen de
los poderes públicos, el 23.90% de recursos privados y el 14,80% de fuentes propias».
42. Santibáñez Gruber, R. Setien Santamaría M. L. (Coord.) (2004). Las necesidades de formación
del tercer sector: su medición y programación desde la perspectiva europea. Bilbao.
Ed. Universidad de Deusto. p. 45: «Para asegurar su independencia del sector público
y del mercado, el Tercer Sector español debe esforzarse por aumentar su financiación a
través de donaciones privadas. En este sentido, el Tercer Sector debe aprender a tratar
con los nuevos poderes supranacionales (Unión Europea, por ejemplo). El impacto
social de las actividades que se desarrollan en el Tercer Sector es tan importante que
éste no puede funcionar sin ser, al mismo tiempo, un socio fundamental del sector
público».
43. Castro Sanz, M (2011), Op. cit. p. 77-78: «Por lo que cobra especial relevancia la
acción nacida desde la solidaridad social, donde los grupos de personas que desean
otro mundo más acorde con la equidad y cohesión, que se definió en los documentos
institucionales, se comprometen en tareas que los Estados han relegado. No es, pues, la
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financiera debe ir unido a una revitalización de la sociedad civil44, con una
mayor implicación de la ciudadanía y de las Instituciones del Tercer Sector en
los Servicios Sociales45.
Pese a esta escasa representatividad, el Tercer Sector ha conjugado su evolución
con factores políticos y sociales e incluso económicos de nuestro país
y ha contribuido al desarrollo democrático y a la cohesión social, mediante la
asunción de actividades a las que no llegan otros sectores. En este sentido y
desde la actual distribución de competencias de los Servicios Sociales en las
Comunidades Autónomas, llama la atención el incipiente protagonismo que
está cobrando el sector mercantil46, a su vez condicionado por las restricciones
presupuestarias y por las políticas sociales47.
Conclusión
En un principio, puede resultar desalentador no encontrar una definición
de la realidad conocida como Tercer Sector, ya que los que aparecen como
demanda de un mecanismo financiador de estas acciones una demanda cuestionable,
o no debería serlo, sino necesaria, si se desea tener una sociedad cohesionada, y su
puesta en práctica es imprescindible».
44. Con todo, no debería deducirse que el Tercer Sector de Acción Social en España, se limita
a un mero ámbito de prestación de servicios. Más bien al contrario: la experiencia
demuestra que la realidad social, no hace más que demandar nuevas necesidades que
conllevan la aparición de también nuevos grupos de atención social.
45. Gutiérrez Resa, A. (2010). Op. cit. p. 165, en lo referente a las encuestas y barómetros
de CIS (CIS, 2006, 2007, 2008, 2009), pone de manifiesto cómo «entre los años 2006
y 2009, una media del 85% de los españoles mayores de edad, nunca han pertenecido
a asociaciones y organizaciones de voluntariado, frente al 7% que sí y al 7,5 que sigue
perteneciendo».
46. Rodríguez Cabrero, G. (2000), La economía política de las organizaciones no lucrativas,
en «Economía del Tercer Sector. nº 83». Madrid. Ed. Colegio de Economistas de
Madrid. p. 16: «De algún modo, y sin que ello constituya una ley general, parece que
cuando las entidades sociales desarrollan actividades productivas y están más alejados
de la influencia del Estado sus beneficios son superiores a los costes en términos de
viabilidad e independencia. Por el contrario, cuando desarrollan actividades de servicios
y están dependen de los recursos públicos los beneficios o éxitos de las entidades
tienden a ser inferiores a los costes en términos, igualmente, de viabilidad organizativa
e independencia».
47. Quizás el Tercer Sector, debería plantearse nuevos retos orientados a fortalecer su presencia
en la sociedad. Estos desafíos pueden abarcar aspectos tan amplios e incluso
aparentemente tan dispares como su financiación, la diversidad o su representatividad,
etc. La experiencia ha demostrado que los puntos débiles de las Entidades que trabajan
dentro del Tercer Sector en nuestro país, reside en la dependencia económica del
Estado y en la elevada fragmentación. Por tanto estas Organizaciones, tal vez deberían
plantearse –y más en tiempos de crisis– cómo conseguir mayor independencia económica,
con ánimo de alcanzar un modelo de gestión autosuficiente.
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conceptos en las obras de grandes expertos en la materia, en realidad son
enunciados a los que parece llegarse, tras aplicar una serie de fórmulas. Fórmulas
basadas en la exclusión, la deducción o la integración porque permiten
aproximarnos al Tercer Sector, bien descartándolo de otras realidades, bien
analizando las entidades que lo componen o bien excluyéndolo del ámbito de
acción de «otros sectores».
Por suerte, no es difícil deducir que «el no concepto del concepto del
Tercer Sector», no es un asunto baladí, ya que la heterogeneidad cobra tal
importancia en la esencia del propio Tercer Sector que un concepto hermético,
acotado y rígido, no haría sino atentar contra dicha heterogeneidad y, por
tanto, contra la propia esencia del Tercer Sector.
El refuerzo de la identidad del Tercer Sector, no puede alcanzarse sin respetar
su diversidad, ya que dicha diversidad es uno de los elementos claves
para poder lograr su consolidación dentro de nuestra sociedad. Además, esta
heterogeneidad del Tercer Sector, es compatible con la defensa de unas funciones
marco que permitan seguir presentándose como el exponente de una
sociedad civil, que pretende seguir luchando contra los nuevos riesgos sociales,
mediante la defensa y articulación de la solidaridad.
La sociedad del siglo XXI, demanda Instituciones variopintas porque diversas
son las necesidades sociales, aunque en base a esta diversidad, debamos
ensalzar la heterogeneidad como elemento esencial de una realidad que jamás
debería acotarse, y sí definirse, proporcionando un «no concepto, del concepto
del Tercer Sector».
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