Portada » Latín » El telurismo de horacio quiroga
Fue el maestro del cuento latinoamericano, de prosa vívida, naturalista y modernista.2 Sus relatos breves, que a menudo retratan a la naturaleza como enemiga del ser humano bajo rasgos temibles y horrorosos, le valieron ser comparado con el estadounidense Edgar Allan Poe.
Contenido[ocultar]
1 Biografía
1.1 Nacimiento
1.2 Adolescencia y formación
1.3 París
1.4 El Consistorio del Gay Saber y primeros libros
1.5 Misiones y el Chaco
1.6 Cuentista
1.7 El amor y la selva
1.8 Industrias rurales y tragedia
1.9 Buenos Aires
1.10 Nuevos amores
1.11 Amistades literarias
1.12 Otra vez la selva
1.13 La enfermedad, el abandono, el final
1.14 Cuentista
1.15 El amor y la selva
1.16 Industrias rurales y tragedia
1.17 Buenos Aires
1.18 Nuevos amores
1.19 Amistades literarias
1.20 Otra vez la selva
1.21 La enfermedad, el abandono, el final
2 Su obra
2.1 Análisis de su obra
2.2 Libros
3 Véase también
4 Referencias
5 Bibliografía
6 Enlaces externos
Horacio Quiroga fue el segundo hijo del matrimonio de Prudencio Quiroga y Pastora Forteza. Antes de cumplir dos meses y medio, el 14 de Marzo de 1879 su padre murió al dispararse accidentalmente con una Barret calibre 50 que llevaba en la mano.
A esa temprana edad fundó la Sociedad de Ciclismo de Salto y viajó en bicicleta desde Salto hasta Paysandú (120 km).
Se autodefiniría como «Franco y vehemente soldado del materialismo filosófico».
Aún se conserva su primer cuaderno de poesías, que contiene 22 poemas de distintos estilos, escritos entre 1894 y 1897.
Pero los desencuentros provocados por los padres de la joven —que reprobaban la relación, debido al origen no judío de Quiroga— precipitaron la separación definitiva.
Resumíó sus recuerdos de esta experiencia en Diario de viaje a París (1900).
Pese a su corta existencia, el Consistorio presidíó la vida literaria de Montevideo y las polémicas con el grupo de Julio Herrera y Reissig.
Al comprobarse la naturaleza accidental y desafortunada del homicidio, el escritor fue liberado tras cuatro días de reclusión.
Además, su cuñado lo inició en la pedagogía, consiguiéndole trabajo bajo contrato como maestro en las mesas de examen del Colegio Nacional de Buenos Aires.
La excelencia de Quiroga como fotógrafo hizo que Lugones aceptara llevarlo, y el uruguayo pudo documentar en imágenes ese viaje de descubrimiento.
Su narrativa, en consecuencia, se benefició con el profundo conocimiento de la cultura rural y de sus hombres, en un cambio estilístico que el escritor mantendría para siempre.
Estas primeras comparaciones con el «Maestro de Boston» no molestaban a Quiroga, que las escucharía con complacencia hasta el fin de su vida, respondiendo a menudo que Poe era su primer y principal maestro.
A poco de comenzar a publicar en ella, Quiroga se convirtió en un colaborador famoso y prestigioso, cuyos escritos eran buscados ávidamente por miles de lectores.
La original fue destruida por los aborígenes.
Aprovechando las facilidades que el gobierno ofrecía para la explotación de las tierras, compró una chacra (junto con Vicente Gozalbo) de 185 hectáreas en la provincia de Misiones, sobre la orilla del Alto Paraná, y comenzó a hacer los preparativos destinados a vivir allí, mientras enseñaba Castellano y Literatura.
Así, pues, el padre de Ana María, su madre y una amiga de esta, se instalaron en una casa cercana a la vivienda del matrimonio Quiroga.
Más tarde adjudicaría conductas similares al personaje de uno de sus cuentos.
Fue capaz de dejarlos solos en la jungla por la noche o de obligarlos a sentarse al borde de un alto acantilado con las piernas colgando en el vacío.
La hija aprendíó a criar animales silvestres y el niño a usar la escopeta, manejar una moto y navegar, solo, en una canoa.
Destiló naranjas, fabricó carbón, elaboró resinas y muchas otras actividades similares, pero sólo cosechó fracasos monetarios.
La literatura siguió siendo, en esta etapa, el norte de su vida: la revista Fray Mocho de Buenos Aires publicó numerosos cuentos de Quiroga, muchos de ellos ambientados en la selva y poblados de personajes tan naturalistas que parecen reales.
Sufríó una espantosa agonía de ocho días, muriendo luego entre horribles sufrimientos y dejando a Horacio y a los niños sumidos en la más oscura desesperación.
La mayoría de ellos fueron recopilados por Quiroga en varios libros, el primero de los cuales fue Cuentos de amor de locura y de muerte (1917) (por decisión expresa del autor, el título no lleva coma).5 La redacción del libro le había sido solicitada por el escritor Manuel Gálvez, responsable de Cooperativa Editorial de Buenos Aires, y el volumen se convirtió de inmediato en un enorme éxito de público y de crítica, consolidando a Quiroga como el verdadero maestro latinoamericano del relato breve. Quiroga dedicó este libro a sus hijos, que lo acompañaron durante ese período de pobreza en el húmedo sótano de dos pequeñas habitaciones y cocina-comedor.
Entre 1922 y 1924, Quiroga participó como secretario de una embajada cultural a Brasil (cuya Academia de Letras lo distinguíó especialmente) y, de regreso, vio publicado su nuevo libro: El desierto (cuentos).
Mom, Gerchunoff y otros, no prosperó.
Fuentes: Horacio Quiroga y el cine (Barsky, Julián, Todo es Historia, Buenos Aires, 2006).
En ella narra, como componentes autobiográficos de la trama, las mil estratagemas que debíó practicar para conseguir acceso a la muchacha: arrojando mens
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