Portada » Lengua y literatura » El Teatro de PreGuerra: Comercial e Innovador
El Desastre del 98 influyó de manera decisiva en el teatro anterior de 1939, pues la mentalidad española tendió hacia el pesimismo, la evasión y el existencialismo como bien ilustran la Generación del 98 y el Modernismo. Encontramos dos tendencias: por un lado el teatro comercial, que respondía el gusto del público burgués, continuador de las formas tradicionales de los últimos años del siglo XIX y, por otro, el teatro innovador, que recogía las tentativas renovadoras de quienes pretendían explorar nuevas formas dramáticas.
Al mismo tiempo y al margen de los intereses comerciales se da un teatro innovador que explora nuevas formas de expresión en consonancia con las corrientes que se abren camino en Europa. En estos intentos de renovación, dentro de la Generación del 98, se hallan los dramas esquemáticos de Miguel de Unamuno quien vuelca en sus obras las mismas obsesiones que en el resto de su obra: la angustia frente a la muerte, la religión, el sentido de la vida, (el otro y Fedra); y teatro antirrealista e intelectual de Azorín que incorpora el mundo interior, el subconsciente y lo maravilloso (Brandy, mucho brandy). Su trilogía Lo invisible (1928) aborda el tema de la muerte como premonición, como inminencia y como tránsito sereno y tranquilo. Antonio Machado y Manuel Machado reflejan también el influjo modernista aunque en una línea más sencilla y popular, como la que se encuentra en La Lola se va a los puertos.
rechaza el realismo burgués y propone una total renovación de la escena española. Se distinguen dos ciclos en el teatro de Valle:
Alejandro Casona: elabora un teatro poético que reflexiona acerca de la naturaleza humana. Nuestra Natacha presenta la historia de una joven que logra doctorarse en Pedagogía y decide aplicar en una institución penitenciaria de mujeres. Sus ideas novedosas, basadas en la Institución Libre de Enseñanza.
Federico Garcia Lorca, destacado miembro de la Generación del 27, recoge en su teatro las mismas obsesiones que en su poesía: el destino trágico, el amor imposible, la frustración y la muerte. Fundador del grupo teatral La Barraca, recorrió los pueblos de España representando a Cervantes, Lope y Calderon. Destacan sus dramas: Mariana Pineda y doña Rosita la soltera o El lenguaje de las flores que muestran la destrucción de las protagonistas femeninas en lucha por sus ideales. Sin embargo, la gran aportación del teatro lorquiano son las tragedias. En Bodas de Sangre muestra como el día de su boda, la novia escapa con su antiguo novio, Leonardo. El marido los encuentra y ambos hombres se matan a navajazos. Yerma presenta la angustia de una mujer casada que ansía tener hijos y no puede. En La casa de Bernarda Alba, tras la muerte de su segundo marido, Bernarda impone a sus cinco hijas un luto riguroso, que las aísla del mundo. Fuera del ciclo de las tragedias desarrolla un teatro surrealista de difícil comprensión: El público.
En 1932 Miguel Mihura escribió Tres sombreros de copa, obra que anticipa el teatro de lo absurdo que más tarde triunfaría en Europa.
Como se puede apreciar en este breve recorrido, el teatro español previo a la guerra civil osciló entre extremos opuestos: por un lado las obras comerciales y por otro las obras rupturistas e innovadoras.