Portada » Filosofía » El Superhombre y el Eterno Retorno en la Filosofía de Nietzsche
Nietzsche propone una nueva forma de entender al hombre que resulta de la muerte de Dios: el superhombre. Describe metafóricamente el proceso que lleva hacia el superhombre a través de tres transformaciones del espíritu:
Representa al hombre cristiano e idealista que admite la existencia de un mundo ultraterreno que niega la vida terrenal. Se inclina y se somete ante Dios.
Simboliza al hombre que se autoafirma, que se libera de los valores trascendentales establecidos por el idealismo y que han impedido el desarrollo de la vida. En esta metamorfosis se sitúa la última humanidad.
Es el hombre que, como el niño, es capaz de crear y de proyectar los nuevos valores adecuados a la afirmación de la vida. Esta última metamorfosis conduce al superhombre.
El superhombre afirma la vida y no busca consuelo en el reino de los cielos. Se identifica con la voluntad de poder, es instintivo, claro, perspicaz y no espera ni tolera que le sean impuestos los valores o los fines. El superhombre es la encarnación de la voluntad de poder y de la inocencia del niño, que está más allá del bien y del mal. Es el filósofo del porvenir, que conoce la verdad total y cruel de la vida y la acepta, situándose más allá del bien y del mal. Los hombres que conocen la muerte de Dios son los que preparan la venida del superhombre.
Nietzsche considera que el espíritu se reduce a un organismo en el que actúan dos fuerzas:
El hombre es una fase anterior al superhombre que debe ser superado. La grandeza del hombre reside en que es un puente entre el animal y el superhombre.
De este modo, el superhombre:
El eterno retorno es la expresión cósmica del impulso dionisiaco por el que la vida se exalta a sí misma. La fórmula del eterno retorno refleja el valor de la vida y la importancia del devenir en el mundo.
Nietzsche retoma la idea de Heráclito y los estoicos de que el tiempo posee una estructura cíclica y que cada ciclo temporal debía nacer y desarrollarse de manera igual a los anteriores. Con ello, refuta la idea de que el universo tenga una finalidad. Nietzsche no percibe el tiempo linealmente ni cree que haya algo más allá del mundo terrenal.
En ese sentido:
El eterno retorno simboliza:
No todos los hombres son capaces de comprender el tiempo así y de aceptarlo. Por eso, el amor fati será la característica esencial del superhombre.
Nietzsche ve la historia como modelo de conocimiento que permanece al servicio de la vida. Pero ello no supone aceptar el historicismo, porque los hechos históricos se constituyen de modo distinto a los hechos de la naturaleza. Los hechos históricos los entendemos a partir de la interpretación y de la comprensión de aquello que ocurrió en el pasado. Y como el pasado está abierto a múltiples interpretaciones, la historia no tiene nada que ver con un relato objetivo de los hechos pretéritos. Para Nietzsche, la historiografía engendra una descripción histórica enajenada y alejada de la vida.