Portada » Historia » El Sistema Político de la Restauración Española según Joaquín Costa
El texto que tenemos delante es de carácter histórico, es decir, primario. En cuanto al tema, es político y tiene una forma histórico-literaria, ya que es un fragmento de un ensayo. En relación con el autor, es individual, escrito por el regeneracionista Joaquín Costa (1846-1911), quien fue abogado, economista e historiador. En este texto se percibe claramente su ideología: liberal, demócrata y, en general, comprometido con los trabajadores y pequeños propietarios de tierras. El texto es público, siendo un fragmento del libro *Oligarquía y Caciquismo*, publicado en Madrid en 1901, dirigido al pueblo español. El objetivo es denunciar la corrupción electoral y el fraudulento sistema político de la Restauración. Se sitúa durante la regencia de María Cristina (1885-1902), concretamente en el marco del Regeneracionismo, una corriente ideológica que criticaba duramente el sistema de la Restauración, y que nació del intenso deseo de renovación tras el desastre colonial de 1898. Este momento histórico es el inicio de la decadencia de la Restauración.
El texto se divide en tres partes, que corresponden con cada párrafo. La idea principal es la crítica severa al sistema político de la Restauración y a los agentes políticos que participan en él. Antes de nada, es necesario aclarar algunos conceptos clave para la comprensión del texto:
El texto, como se ha dicho anteriormente, se divide en las siguientes cuatro partes, con las siguientes ideas:
En el primero, a modo de introducción, se adelanta que se explicará quiénes forman parte de la forma de gobierno y cuál es la posición de cada uno.
En el segundo párrafo, cumple con lo dicho, explicando en general el funcionamiento del sistema: en primer lugar, menciona a los «oligarcas de cada bando», poderosos hombres que viven en Madrid; se refiere a los miembros del gobierno de ambos partidos. Luego, habla de los caciques, hombres de la clase social alta que viven en diferentes lugares del territorio (en el ámbito rural) y que clasifica en tres niveles. Finalmente, menciona a los gobernadores civiles, a quienes describe como el instrumento y órgano de comunicación utilizado por el sistema. Los tres son figuras importantes en el funcionamiento del sistema.
En el tercero, dice que bajo este sistema se encuentra una «nación oprimida», y critica que se les llame gobernantes a los oligarcas y caciques. El pueblo no está representado, ya que estos oligarcas y caciques no han sido elegidos por los ciudadanos y, al mismo tiempo, eliminan la capacidad de elección del pueblo manipulando los resultados electorales. Además, les acusa de utilizar su poder no en beneficio del Estado, sino para satisfacer sus intereses particulares, y por ello los considera un grupo extranjero cuyo único propósito es imponer y recaudar impuestos.
Para finalizar, en el cuarto párrafo, menciona el fraude electoral. Según Costa, son las personas poderosas, quienes utilizando su riqueza y poder, corrompen el sistema, no el pueblo.
Para comprender bien el texto, es imprescindible conocer su contexto histórico. En enero de 1874, el golpe de Estado del general Pavía disolvió las Cortes y puso fin a la Primera República. Ese mismo año, en diciembre, tras el levantamiento en Sagunto del general moderado Martínez Campos, Alfonso XII (hijo de Isabel II) fue proclamado rey de España. El principal promotor de este nombramiento fue Antonio Cánovas del Castillo, quien sería el arquitecto del sistema. Así, comenzó una nueva etapa: la Restauración (1874-1931). Este gobierno tenía como objetivo volver a la situación previa a la Revolución de 1868. Para ello, se estableció una soberanía compartida entre el rey y las Cortes, y se defendió la necesidad de una constitución moderada y flexible que garantizara el orden político y público.
El sistema de Cánovas se basaba en tres pilares: la Constitución de 1876, el sistema bipartidista y la alternancia manipulada entre los dos partidos. La Constitución de 1876 tenía una tendencia conservadora y fue escrita sobre la base de valores tradicionales: la monarquía, la religión y la propiedad privada. Sus principales características eran las siguientes: la soberanía estaba en manos del rey y las Cortes, no se especificaba el derecho al sufragio (censitario al principio y sufragio universal masculino a partir de 1890), la religión católica era considerada la religión oficial del Estado, y se promovía la expansión de las libertades individuales.
En cuanto al sistema bipartidista, por un lado, estaba el Partido Conservador de Cánovas, y por otro, el Partido Liberal Fusionista de Sagasta (más progresista). El resto de partidos quedaban fuera del sistema. Para llevar a cabo la alternancia entre los dos partidos, las elecciones se manipulaban mediante la práctica del caciquismo. Una vez decidido en Madrid quién gobernaría, a través de los gobernadores civiles, se daba la orden a los caciques de las provincias para que controlaran el voto de sus subordinados.
En 1885, cuando Alfonso XII murió, su esposa, María Cristina, asumió la regencia (1885-1902). Antes de morir el rey, Cánovas y Sagasta firmaron el Pacto de El Pardo (1885), asegurando la continuidad de la alternancia entre los dos partidos, incluso con el cambio de jefe de Estado. Unos años más tarde, tuvo lugar el llamado desastre de 1898, en el que España perdió sus últimas colonias en América y Asia (Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Guam). Esto generó un profundo ambiente de pesimismo y sumió a España en una grave crisis junto con el sistema de la Restauración.
Como consecuencia, surgieron dos movimientos intelectuales:
En 1902, Alfonso XIII fue proclamado rey. Sin embargo, la crisis del sistema se agravó con nuevos problemas. Por un lado, los líderes de ambos partidos murieron, aumentando la inestabilidad política. Por otro, ocurrieron varios estallidos revolucionarios: la Semana Trágica de Barcelona en 1909 (un violento movimiento de protesta por el envío de reservistas a Marruecos) y la triple revolución de 1917 (protesta militar, catalanista y huelga general del movimiento obrero). Además, en 1921 tuvo lugar el llamado Desastre de Annual, una gran derrota militar de los españoles en Marruecos, con 11.500 muertos. La agonía política continuó hasta que, en 1923, con el consentimiento del rey, el general Primo de Rivera dio un golpe de Estado.
Este texto es de gran valor para conocer y comprender mejor la perspectiva del regeneracionismo intelectual y la crítica que estos hacían a la Restauración. Como consecuencia política e ideológica del desastre de 1898, estos autores pusieron en duda la capacidad del Estado español para realizar mejoras y señalaban la falta de educación como la principal causa del retraso del país. Criticaron duramente el sistema de la Restauración y su funcionamiento. Inicialmente, esta visión puso en peligro el sistema político de la Restauración, ya que dicha perspectiva se extendió entre el pueblo y fortaleció la oposición. Sin embargo, más adelante, lograron controlar este movimiento, que ya no suponía una amenaza para la supervivencia del sistema; de hecho, los miembros de los dos partidos del sistema (como Maura o Silvela en los conservadores; Canalejas o Alba en los fusionistas) o incluso el propio rey adoptaron estas ideas. Eso sí, sin realizar ningún cambio estructural.