Portada » Historia » El sistema político de la Restauración en España: una oligarquía corrupta
El Blasquismo fue un ideario político propagado por el escritor Vicente Blasco Ibáñez. De marcado carácter anticlerical y republicano, marcó la política valenciana del primer tercio del siglo XX a través del diario “Pueblo”. Con objetivos reformistas en el terreno social y un fuerte populismo, apenas sobrevivió a su fundador. Acabó en la Segunda República como un partido republicano burgués conservador.
Un cacique es una persona influyente por su posición o capacidad económica que, durante el sistema político de la Restauración, “compraba” voluntades y votos políticos a cambio de favores. Era un engranaje más en el sistema de control electoral durante la Restauración. Por extensión, actualmente se tacha de cacique a todas las personas influyentes que controlan en su beneficio un espacio territorial. Caciquismo se utiliza como sinónimo del sistema político propio de la Restauración. El cacique era un experto en la utilización de “para el amigo, el favor, para el enemigo, la legislación vigente”. Fue básico en el ámbito rural y en las ciudades pequeñas. En las grandes, su influencia fue mucho menor.
En el sistema de la Restauración se conocen como partidos dinásticos al Partido Liberal y al Partido Conservador que pactaron el “turno pacífico” de partidos tras propiciar la vuelta de la “dinastía” borbónica. Se les llama así por contraposición a otros partidos coetáneos que no aceptaban la monarquía como los partidos Republicanos, Nacionalistas y partidos obreros. Se les conoce también como partidos “turnistas” o “del turno”.
En el operativo manipulador de las elecciones durante la Restauración, se conoce como encasillados a los listados de diputados que “debían” salir elegidos por los distintos distritos electorales. Estos encasillados eran elaborados por el Ministro de Interior de acuerdo con los dirigentes de los partidos turnantes. La “orden” de quien debía ser elegido se trasladaba a los gobernadores civiles y estos, a su vez, la trasladaban a los caciques para así “asegurar” el resultado.
Aunque España ocupa parte de la costa marroquí desde el siglo XV y ya en 1859, con gobierno del unionista O’Donell se ganó la batalla de Tetuán al rey marroquí (alauita), es en 1906 con el Tratado de Algeciras, cuando se establece el Protectorado Marroquí de España sobre parte del norte de Marruecos, en la zona de RIF (de ahí Rifeños). Es entonces cuando se empieza a hablar de la “cuestión marroquí”, como la conveniencia o no de ocupar militarmente un territorio en continua rebelión contra esta ocupación. En general los mandos militares y la derecha estaban a favor mientras que la izquierda se manifestaban en contra. El pueblo en general, después de la “experiencia” de Cuba (1898) no quería saber nada de ella. La independencia de Marruecos acordada en 1956 no ha acabado con el “recelo” entre Madrid y Rabat que se generó durante este conflicto.
En España, el nacionalismo es un movimiento político periférico que, a partir del último tercio del siglo XIX, propugna cierto grado de independencia política (desde la autonomía a la plena independencia) de las llamadas nacionalidades históricas (Cataluña, País Vasco, Galicia..) en base a sus diferencias identitarias (lengua, tradición, historia, etc..). El nacionalismo fue así fuerza opositora al sistema de la Restauración y se ha mantenido hasta nuestros días. Así Convergencia y Unió se considera heredera política de la “Lliga Regionalista” de F.Cambó y el actual PNV del primigenio PNV de Sabino Arana. Muchos pensadores consideran que frente a este nacionalismo periférico se opone un nacionalismo centralista “español” que niega sus derechos al anterior.
Oligarquía (de “oligós” (algunos) y “arcos” (poder)) es el régimen político-social y económico “controlado” por una minoría que ostenta todos los resortes de poder. El ejemplo más generalizado es el sistema de la Restauración en el que una minoría burguesa (financiera e industrial) unida a la alta nobleza se beneficiaba directamente del modelo bipartidista. Por extensión, son oligarquías todos aquellos regímenes en los que una minoría (política, burocrática, económica, etc…) dirige y suplanta la voluntad de la mayoría (el conjunto del pueblo). Son muchos los que piensan que actualmente vivimos globalmente en una “oligarquía del capital” – los dirigentes de las grandes empresas globales son los que controlan verdaderamente a los gobiernos nacionales-.
El “pucherazo” electoral es la alteración última de los resultados electorales, es decir, el cambio de las cifras en los resultados para beneficiar a una de las partes (generalmente, la que lleva a cabo el pucherazo). Esta fue una práctica inherente al sistema de la Restauración. Posteriormente ha sido utilizado por regímenes dictatoriales tanto en consultas (referéndums) como en elecciones no democráticas.
La Restauración fue un sistema político, económico y social imperante en España entre 1875 y 1923, es decir entre la “vuelta” de la dinastía borbónica y el golpe de estado de Miguel Primo de Rivera. Se caracterizó por la adulteración de los resultados electorales para que dos partidos (bipartidismo) políticos, el Conservador, creado por A. Cánovas, y el liberal, por P.M. Sagasta, se alternaran (turnaran) periódica y pacíficamente en el poder. El acuerdo entre Cánovas, Sagasta y Alfonso XII fue continuado por la reina regente MªCristina de Habsburgo tras la muerte del rey en 1885 (Pacto del Pardo) y se cumplió ordenadamente hasta entrado el siglo XX. Entra en crisis a partir de la Semana Trágica en 1909. En la manipulación de los resultados electorales tuvieron papel principal los caciques.
El Regeneracionismo fue una corriente de pensamiento que arraigó en España tras el “desastre” del 98. Su objetivo era la regeneración del País desde todos los puntos de vista, cultural, económico, político, militar, etc. Su gran valedor fue Joaquín Costa que resumió su pensamiento en su receta para España: “Escuela y despensa”, es decir una buena hacienda y administración que nos sacara de la pobreza y un buen sistema educativo que acabara con la ignorancia colectiva. Su vertiente cultural produjo la consolidación de la “generación del 98” y su vertiente política produciría la llamada “Revolución desde arriba” del conservador Antonio Maura, fracasada tras su dimisión en 1909 por los sucesos de la semana trágica, y la “Revolución social” del liberal J.Canalejas, fracasada también tras su muerte en atentado en 1912. Este regeneracionismo fue invocado por Miguel Primo de Rivera para dar su golpe de estado en 1923 y también fue apadrinado por todo el movimiento republicano que buscaba la implantación de la República como único modo de “regenerar” la patria.