Portada » Filosofía » El Siglo de las Luces: Kant y la Crítica de la Razón
El siglo XVIII se divide en dos mitades: a partir de 1750, cuando Kant alcanza su madurez y comienzan las profundas transformaciones que cambiarán el panorama de Europa.
La población pasó de 100-120 millones en 1700 a 180-190 millones en 1750. La economía seguía siendo fundamentalmente agraria, y la mayoría de los estados estaban al borde de la quiebra debido a las guerras y los impuestos. Dos teorías económicas dominaban: el fisiocracismo francés y el liberalismo económico inglés.
Este siglo representa la crisis de la sociedad estamental del Antiguo Régimen. El Absolutismo de los reyes quitó poder a la aristocracia, y la industria hizo que la riqueza no se basara únicamente en la tierra. En el siglo XIX, la burguesía triunfó.
A nivel político, destacan la independencia de Estados Unidos, la proclamación de la primera Constitución y la Revolución Francesa, que influyó decisivamente en Kant. En la religión, disminuyeron las polémicas teológicas y desaparecieron las guerras de religión. Culturalmente, nos encontramos en el»Siglo de las Luce» o»Siglo de la Ilustració».
Kant defendió el ejercicio crítico de la razón como forma de eliminar prejuicios y supersticiones en los ámbitos moral, religioso y político. Se enfrentó al Racionalismo y al Empirismo, construyendo en la Crítica de la Razón Pura un sistema original que desarrolló mediante la propia razón para descubrir los principios del conocimiento y sus límites.
Kant afirmó que hay conceptos y elementos que no proceden de la experiencia, sino que son a priori. Sin embargo, también sostuvo que nuestro conocimiento no puede extenderse más allá de la experiencia. Concluyó que, aunque hay conceptos que no provienen de la experiencia, su aplicación debe limitarse al ámbito de la experiencia.
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Kant es un teórico del conocimiento y su pensamiento está conectado con un intento de clarificación de la situación específica en la que se encuentra la filosofía y la sociedad de su tiempo. La ilustración se desarrolló durante el siglo XVIII, conocido como “Siglo de las Luces” por la exigencia de clarificación que se propuso con respecto a todos los aspectos de la vida. La razón es suficiente en sí y por sí misma, pero es necesario el análisis y reconocimiento de los límites de la razón. La tarea de Kant fue realizar una crítica de la razón, y las metas eran la ilustración (vivir de forma ilustrada) y la libertad. Éste decía que los hombres de su época vivían de un modo no ilustrado, que es de minoría de edad: la religión y el poder político sobre las conciencias suponían limitaciones de la libertad. La minoría de edad estaba propiciada por la pereza, la ignorancia, la individualidad y por la falta de verdadera libertad. (¿Qué es la Ilustración?) Una época ilustrada es aquella en donde los seres humanos en conjunto son capaces de servirse bien de su propio entendimiento (SAPERE AUDE=ATRÉVETE A PENSAR). La libertad, ser independientes, intelectual y moralmente, es una condición necesaria para la ilustración. Esto significa alcanzar la mayoría de edad, que se caracteriza por el ejercicio libre de la crítica y expresión, en donde el hombre se clasifica sobre lo que es y sobre sus últimos fines e intereses (autonomía de pensar sin guías). Kant distingue entre el uso privado y el uso público de la razón:
– Uso privado. Es la utilización de la razón que le es permitido hacer en un determinado puesto civil o función pública.
– Uso público. El sabio tiene el derecho y el deber de comunicar sus pensamientos ya examinados. En esta el monarca debe garantizar la libertad de la razón.
La crítica de la razón se propone el ejercicio de una libertad que ha de proyectarse en “la estructuración de un orden social”: libertad ha de serlo para la acción o praxis. Para Kant, la Ilustración (Sapere Aude) es algo que
debemos hacer todos, el cargar responsablemente con nuestra vida. Es una actitud práctica. Y la crítica es el ejercicio supremo de la libertad, del pensar por sí mismo. Las relaciones sociales están siempre atravesadas por diferencias de poder, por eso el imperativo categórico impone el deber de luchar. El deber de actuar según el imperativo categórico exige el deber de conseguir la libertad y la igualdad con aquel con quien tengamos que convivir. Para él, la libertad, la igualdad y el respeto a la independencia civil de los demás son deberes naturales.