Portada » Historia » El Sexenio Revolucionario (1868-1874) y la Restauración
A mediados de la década de 1860, España enfrentaba una situación insostenible. Las malas cosechas provocaron una crisis económica, agravada por la crisis política y social. Tras la muerte de Narváez y O’Donnell, la población culpaba a la reina Isabel II. En septiembre de 1868, se inició la Revolución Gloriosa, un levantamiento planificado metódicamente por los generales Serrano, Bonito y Prim, que buscaba el fin del reinado de Isabel II. La sublevación se extendió rápidamente por Andalucía. Las tropas isabelinas se enfrentaron a los sublevados en la Batalla del Puente de Alcolea (Córdoba), donde estos últimos triunfaron, abriendo el camino hacia Madrid. Isabel II renunció a la corona y se exilió en Londres, desde donde vio reinar a su hijo, Alfonso XII, y a su nieto, Alfonso XIII.
Tras la marcha de la reina, se formó un gobierno provisional con representantes de la Unión Liberal y el Partido Progresista, excluyendo a los demócratas. Su objetivo era convocar Cortes Constituyentes para redactar una nueva constitución. Mientras tanto, se aprobaron leyes que establecían el sufragio universal masculino, la peseta como moneda única, y reconocían libertades como la de imprenta y reunión. En materia religiosa, se declaró la libertad de culto y se expulsó a los jesuitas, cerrando numerosos conventos.
Las Cortes Constituyentes se reunieron en febrero de 1869. Los partidos del Pacto de Ostende y la Septembrina tuvieron una fuerte representación, junto con republicanos y carlistas. La Constitución de 1869 estableció la soberanía nacional, una declaración de derechos y libertades, la división de poderes, la libertad de culto y la monarquía como modelo de Estado. Se nombró regente al general Serrano mientras se buscaba un rey. Tras considerar a Espartero, Fernando de Portugal, Leopoldo de Hohenzollern y el duque de Montpensier, se eligió a Amadeo de Saboya, hijo del rey de Italia. Su reinado comenzó con dificultades, incluyendo el asesinato de Prim.
Amadeo I contó con el apoyo de los constitucionalistas y radicalistas, pero enfrentó numerosos problemas: la crisis de la hacienda pública, una fuerte oposición, gobiernos inestables y dos guerras (la Guerra de los Diez Años en Cuba y la Tercera Guerra Carlista) que agotaron los recursos. Amadeo I renunció a la corona el 11 de febrero de 1873, y las Cortes proclamaron la Primera República.
La Primera República (1873-1874) estuvo marcada por la lucha por el poder entre republicanos unitarios, federales y federales exaltados. Tuvo cuatro presidentes: Figueras, Pi i Margal, Salmerón y Castelar. Figueras, como jefe de Estado y de Gobierno, creó la Milicia Federalista. Su gobierno no pudo afrontar la crisis económica, las revueltas y los enfrentamientos políticos. Pi i Margal, su sucesor, elaboró un proyecto de Constitución que no entró en vigor. Durante su mandato, se inició un nuevo conflicto civil. Salmerón dimitió tras negarse a restablecer la pena de muerte. Castelar, su sucesor, declaró ilegal el federalismo, restableció la pena de muerte, cerró las Cortes y declaró el estado de excepción. El 2 de enero de 1874, el general Pavía dio un golpe de Estado, poniendo fin a la República.
Tras el golpe de Pavía, se estableció una República Dictatorial de Concentración presidida por el general Serrano, con el apoyo de los partidos conservadores. Serrano abolió el federalismo, disolvió las Cortes, concentró los poderes, suspendió la Constitución de 1869 y anuló los derechos y libertades. Mientras tanto, Antonio Cánovas del Castillo promovía la restauración borbónica. En 1874, el general Martínez Campos se sublevó, poniendo fin al mandato de Serrano. A principios de 1875, Alfonso XII fue proclamado rey.
Durante el Sexenio, España sufrió dos guerras civiles: la Tercera Guerra Carlista (1872-1875), motivada en parte por el rechazo carlista a Amadeo I, y la Guerra de los Diez Años en Cuba (1868-1878). Esta última fue un intento independentista provocado por el control español, los altos impuestos y la falta de derechos políticos para los criollos. La guerra terminó con la Paz de Zanjón (1878), donde Cuba se rindió, reconociendo la autoridad española, a cambio de la libertad de algunos esclavos y derechos como la libertad de prensa y reunión, con restricciones.
El movimiento obrero surgió en España con la industrialización. En la década de 1830, artesanos incendiaron telares mecánicos y se fundó la Sociedad de Tejedores. En 1864, se fundó la AIT en Londres, con la participación de Marx y Bakunin. En 1868, Fanelli llegó a España para difundir las ideas de la Internacional. En 1870, la AIT celebró su primer congreso en España, alcanzando 40.000 afiliados. Las diferencias entre marxistas y anarquistas debilitaron la AIT, que fue disuelta en 1874. El movimiento obrero resurgió a finales de la década de 1870. En la década de 1880, surgieron el PSOE (1879), la UGT (1888) y la FTRE (1881).
La Restauración, un periodo peculiar coincidente con la bonanza económica europea, comenzó en 1875 con la coronación de Alfonso XII, impulsada por Antonio Cánovas del Castillo. Alfonso XII firmó el Manifiesto de Sandhurst, comprometiéndose a un reinado no absoluto. Su reinado se divide en dos etapas: 1875-1885 (hasta su muerte) y la regencia de María Cristina de Habsburgo (1885-1902). El sistema político de Cánovas se basaba en valores básicos, la paz social, el pragmatismo político y la supremacía del poder civil. Se estableció la alternancia en el poder entre el Partido Conservador (Cánovas) y el Partido Liberal (Sagasta), regulada por la Constitución de 1876. El sufragio, inicialmente restringido, se amplió hasta el sufragio universal masculino en 1891. La manipulación electoral era común. Existían otras fuerzas políticas: republicanismo, nacionalismos y movimiento obrero.
Alfonso XIII reinó desde 1902 hasta 1931. A finales del siglo XIX, España sufrió una crisis económica y sociopolítica. Surgieron críticas a la Restauración, especialmente por parte de la Generación del 98 y el regeneracionismo. Tras el asesinato de Cánovas (1897), el Partido Conservador se dividió. Silvela gobernó hasta 1902. Antonio Maura intentó reformas (1903-1904 y 1907-1909), incluyendo la Ley de Administración Local, la Ley de Sufragio y la modernización de la enseñanza. La Semana Trágica de Barcelona (1909) y la derrota en Marruecos precipitaron su caída. José Canalejas, líder del Partido Liberal, gobernó hasta su asesinato en 1912. Impulsó la Ley del Candado, diferenció la huelga social de la política, estableció un impuesto progresivo y el servicio militar obligatorio. Resolvió la cuestión nacionalista con la Ley de Mancomunidades. La crisis se agravó por la neutralidad en la Primera Guerra Mundial, el deterioro de los partidos dinásticos, el poder del ejército y la Revolución Bolchevique (1917). La Asamblea de Parlamentarios (1917) y la Huelga General (1917) mostraron el descontento. La inestabilidad aumentó entre 1917 y 1923. El asesinato de Eduardo Dato, el Desastre de Annual, la división de la izquierda y el pistolerismo agravaron la situación. En 1923, el general Primo de Rivera dio un golpe de Estado, con el apoyo de Alfonso XIII, poniendo fin a la Restauración e iniciando una dictadura.