Portada » Biología » El Ser Humano y la Salud: Enfermedades Infecciosas y Prevención
Si alguna parte del organismo se altera y deja de realizar correctamente su función, se produce un trastorno al que llamamos enfermedad. La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el estado de salud como el completo bienestar físico, mental y social, y no la mera ausencia de enfermedad.
Cuando una persona cae enferma, solo ella percibe los síntomas de la afección que padece. Sin embargo, existen también alteraciones observables por otras personas, muy útiles para el diagnóstico de la enfermedad, que se denominan signos.
Para mantener un buen estado de salud y prevenir las enfermedades, debemos evitar las causas adoptando medidas preventivas y hábitos de vida saludable. Una vez que la enfermedad se ha desarrollado, acudimos al médico para que nos indique el tratamiento. Este puede ser curativo o sintomático; el primero tiene como finalidad la recuperación de la salud, mientras que el segundo se aplica para aliviar los síntomas de la enfermedad. Tras la curación, el organismo necesita un periodo de tiempo denominado convalecencia para recuperarse.
Son organismos unicelulares procariotas que pueden provocar enfermedades por sí mismos o por medio de ciertas sustancias que producen, llamadas toxinas. Las bacterias viven en cualquier medio y pueden infectarnos por múltiples vías (heridas, etc.).
Son organismos unicelulares eucariotas. Algunos son parásitos y otros viven libremente en medios acuáticos. Entran en nuestro cuerpo a través del agua no potabilizada, se reproducen en los tejidos y provocan diferentes trastornos.
Son organismos eucariotas con nutrición heterótrofa y pueden ser unicelulares o pluricelulares. Provocan infecciones denominadas micosis. Se pueden encontrar en ambientes húmedos y crecen sobre la piel, las uñas, el pelo, etc.
No son organismos celulares y no pueden considerarse seres vivos en sentido estricto, pues no se nutren ni se relacionan. Únicamente se reproducen en una célula de un ser vivo a la que parasitan y hacen producir nuevas partículas virales.
Constituye un grave problema de salud en gran parte de los países tropicales y subtropicales. Las hembras del mosquito Anopheles portan en su saliva los parásitos causantes de la malaria (Plasmodium) y los transmiten a los seres humanos a través de su picadura. Una vez dentro del cuerpo, los Plasmodium invaden los glóbulos rojos y se multiplican en su interior, causando su destrucción.
Se trata de barreras pasivas en las que no participan mecanismos activos. Son las primeras en actuar y evitan el paso de los agentes patógenos al interior del organismo. Pueden ser estructurales, bioquímicas, mecánicas y ecológicas.
Después de atravesar las barreras pasivas, los microbios invaden los tejidos del organismo. Para frenar su avance y eliminarlos, disponemos de un sistema inmunitario constituido por unas defensas internas muy eficaces, basadas en la actuación de los leucocitos o glóbulos blancos. Estas defensas pueden ser específicas e inespecíficas.
Es un método preventivo muy eficaz en la lucha contra las enfermedades infecciosas y con él se ha conseguido salvar innumerables vidas. Consiste en introducir los microbios causantes de una enfermedad, ya muertos o debilitados, en el organismo de una persona sana para que su sistema inmunitario produzca anticuerpos contra dicha enfermedad antes de que esta se desarrolle. De este modo, si la persona vacunada entra de nuevo en contacto con este patógeno, el organismo lo recordará y fabricará con rapidez las defensas específicas contra él, impidiendo la infección.
Consiste en introducir en el organismo enfermo los anticuerpos contra un microbio específico producidos por otra persona o por un animal. Estos anticuerpos, denominados sueros, son idénticos a los que fabrica el propio organismo. Se administran en situaciones en las que el individuo infectado necesita urgentemente un determinado tipo de anticuerpo, como ocurre en los casos de tétanos o la rabia, que si no se tratan con rapidez pueden ser mortales.