Portada » Filosofía » El ser humano en la filosofía moderna y su sentido de existencia
A partir de la radical transformación del panorama intelectual que se produjo durante el Renacimiento, en el siglo XVII surge la filosofía moderna.
Descartes llega a una verdad acerca de la cual no cabe dudar: ‘pienso’. De esa intuición, que se le presenta de modo claro y distinto, deduce la propia existencia ‘pienso, luego existo’. El ser humano se define, por tanto, por un proceso de introspección intelectual. Sin embargo, también reconocemos en nosotros res extensa, cuerpo. Según Descartes, nuestro cuerpo se mueve mecánicamente
Hume usará el método introspectivo sobre todo intentará ‘aplicar el método experimental de razonamiento a los asuntos morales’.
Después de haber reconocido que es imposible demostrar las ideas de Dios, mundo y alma a partir de la razón, Kant sitúa la justificación de esos conceptos en el ámbito de la ética, como postulados de la razón práctica.
Kant considera que el carácter fundamentalmente racional de la propia condición de los seres humanos nos obliga a actuar no solo por los impulsos de la naturaleza, sino también por los dictados del deber moral.
Kant es consciente de que cualquier pregunta sobre el conocimiento, la verdad, el bien y la política nos conduce inevitablemente a tratar la pregunta acerca del ser humano.
Darwin explica la evolución de las especies a partir de otras especies. Según este proceso, sobrevivirán los individuos que se adapten mejor a las circunstancias.
Desde este punto de vista, se rompen dos principios básicos de la explicación religiosa:
Marge parte de la indefension natural del hombre, qué necesita vivir en común para transformar la naturaleza a través del trabajo y asegurar así la supervivencia.
Según Marx, el modelo europeo de las sociedades del siglo XIX vive bajo el modelo de producción capitalista, qué se caracteriza por crear una situación de alienación.
La alienación es un proceso por el cual el individuo o una colectividad transforman su modo de ser propio esto va por otro que es ajeno o extraño. Hay tres tipos de alienación: religiosa, política y económica.
La desigualdad económica se deriva de la privatización de los medios de producción. La desigualdad social tiene su expresión en el abismo entre la mayor riqueza de la burguesía y la mayor pobreza del proletariado.
Nuestra identidad personal está determinada por las creencias sociales, generadas a partir de las condiciones de nuestras relaciones económicas. En conclusión, nuestra conciencia individual es consecuencia ‘de las condiciones materiales de la existencia’.
Nietzsche propone una nueva forma de entender al hombre que resulta de la muerte de Dios: el superhombre, y describe con tres imágenes el proceso que lleva hasta él:
Freus intentó dar un estatus científico al concepto de inconsciente. Su concepción de la mente, dividida en capas (inconsciente, preconsciente y consciente) es revolucionaria. Aún lo es más su indicación de que el ámbito de la consciencia es solo la punta del iceberg de nuestra vida mental. Nuestra vida, actos y decisiones están marcados por nuestras pulsiones sexuales, nuestros deseos reprimidos o por nuestras experiencias infantiles. Solo a través de las técnicas terapéuticas del psicoanálisis, podemos llegar a descubrir las claves de nuestra conducta y de nuestra personalidad.
El ser humano es una realidad para hacerse. Cada persona se construye a sí misma a partir de lo que constituye su estructura como individuo, de la estructura de la sociedad y de la época en la que vive, que le otorgará unas referencias para dar sentido a su vida. Aún hoy nos inquietan las antiquísimas preocupaciones del ser humano.
La filosofía existencialista, gestada durante el horror que vivió Europa con las dos guerras, intentó responder a esta cuestión con las alternativas que veremos a continuación.
El existencialismo nihilista, presentado por Camus y en parte por Sartre, afirma que la vida es algo absurdo.
Entre las muchas corrientes del pensamiento que tratan de dar sentido a la vida, podemos distinguir al menos dos grandes grupos: los que le dan sentido trascendente y los que le atribuye un sentido inmanente.
La religión entiende la existencia como modo trascendente. Para el filósofo Mounier, exponente del personalismo cristiano, la persona es la suma de vocación, encarnación y comunión.
Bajo esta perspectiva pueden atribuirse corrientes evolucionistas, ecologistas y vitalistas o los humanismos marxistas. Se parte del hecho de que el ser humano es fruto de la evolución y que nada hay trascendente más allá de la vida sobre la Tierra. El ser humano va realizándose y desarrollando sus capacidades, va dotando de sentido a su vida.
Frente a las alternativas anteriores, una nueva alternativa: asumir el protagonismo y dar sentido a la propia vida. La sociedad plantea nuevos retos y hay que combatir para conseguirlos. Ha llegado el momento del protagonismo de la ciudadanía. Así pues, el sentido de la existencia hay que descubrirlo en la nueva sociedad, en la participación y la solidaridad. Al individuo le faltan referencias y anclajes sociales. Frente a esas conductas, Frankl apuesta por buscar y encontrar un sentido a la vida que sea liberador, concreto y sólido.