Portada » Español » El Renacimiento y la Poesía Petrarquista en España: Garcilaso de la Vega
El Renacimiento, un movimiento cultural originado en Italia en el siglo XIV, se extendió por Europa occidental alcanzando su plenitud en el siglo XVI. La literatura y el arte renacentistas estuvieron marcados por un floreciente movimiento intelectual, una nueva mentalidad y doctrina filosófica.
El Humanismo, movimiento intelectual clave del Renacimiento, consideraba la educación y el conocimiento como instrumentos de perfeccionamiento humano. Se centró en el estudio y la asimilación de la herencia cultural grecolatina, que constituyó un modelo de imitación artística y moral. Sus primeros representantes fueron Dante, Giovanni Boccaccio y Francesco Petrarca.
El Renacimiento trajo consigo una nueva mentalidad basada en la reivindicación de la dignidad del ser humano y del lugar central que este ocupa en el cosmos. Se afirma la autonomía del ser humano y su capacidad para conocer y dominar el mundo.
Comienza un proceso de secularización en las costumbres, la política y el arte. Se refleja una actitud vitalista en el tópico carpe diem, una incitación al disfrute del presente. Se desarrolla una tentativa renovación espiritual caracterizada por la crítica a la corrupción eclesiástica.
Para el filósofo griego Platón, el mundo sensible es un reflejo del mundo de las ideas, lo que explica la tendencia a la idealización propia del arte y la literatura renacentistas: los autores reflejan un mundo ideal. La belleza terrenal se considera una proyección de la belleza divina. El amor a la belleza de la mujer se convierte en vía de acercamiento a la divinidad. Se trata el tópico de la Donna angelicata.
El Renacimiento en España se sitúa bajo la monarquía de los Reyes Católicos y dura durante los reinados de Carlos I y Felipe II. En España no se produce un auge de la burguesía similar al de otros países europeos. La expulsión de los judíos en 1492 y la actividad de la Inquisición dibujan una sociedad obsesionada por la «limpieza de sangre». El triunfo de la Contrarreforma creó en los países católicos un clima de espiritualidad que influyó en el arte y la literatura, como se aprecia en la poesía ascética y mística.
El Petrarquismo, movimiento poético desarrollado durante el siglo XVI en las principales tradiciones literarias europeas, tomó como modelo el Cancionero de Petrarca. Su obra más influyente fue precisamente el Cancionero. El eje temático de este poemario es la pasión amorosa no correspondida del yo poético hacia su amada Laura.
La poesía petrarquista se extendió sucesivamente por Italia, España y Francia.
En la primera mitad del siglo XVI, tras el agotamiento de la poesía cancioneril, se introdujeron definitivamente en España los metros, moldes estróficos, temas y recursos retóricos característicos del petrarquismo italiano. Los artífices de esta transformación fueron Juan Boscán y Garcilaso de la Vega.
Su breve obra supone la más importante revolución poética de la historia de la literatura española, aunque apenas incluye las siguientes composiciones: 38 sonetos, cuatro canciones, una oda (escrita a imitación del poeta latino Horacio, en la que Garcilaso introduce la lira en la poesía castellana), dos elegías, una epístola y tres églogas de ambientación pastoril.
En algunos sonetos, el yo poético se identifica con personajes mitológicos. Se exploran los distintos matices de la experiencia amorosa: el dolor que produce la ausencia de la amada, la voluntad de reencontrarse con ella, el sufrimiento al recordar la felicidad perdida, los celos o el alivio al sentirse liberado del yugo de la pasión. En algunas composiciones, Garcilaso explica el proceso de enamoramiento y la naturaleza del amor. Siguiendo el modelo del Cancionero de Petrarca, algunos sonetos presentan el dolor por la muerte de la amada y el deseo de reencontrarse con ella. Por último, algunos sonetos están dedicados a sus amigos.
Las églogas son composiciones protagonizadas por pastores que dialogan en un marco de naturaleza idealizada, expresando sus quejas por un amor no correspondido o por la muerte de la amada. Garcilaso construye sus tres églogas inspirándose en fuentes diversas: la literatura grecolatina, un conjunto de doce églogas escritas en latín por Francesco Petrarca, la novela pastoril y las églogas dramáticas de Juan del Enzina.
Se divide en dos partes, enmarcadas por la descripción de la aurora y el crepúsculo.
Reaparecen Salicio y Nemoroso, y se introduce a Albanio, que experimenta una pasión erótica por Camila.
Está protagonizada por las ninfas del río Tajo, que tejen cuatro tapices en los que se encuentran historias de amores desgraciados.