Portada » Lengua y literatura » El Renacimiento Español: Historia, Cultura y Literatura
El Renacimiento surgió en Italia entre los siglos XIV y XVI, extendiéndose por Europa. En la península ibérica, este periodo corresponde a los reinados de Carlos I y Felipe II. El imperio español abarcaba territorios en Europa, América y Asia. La primera mitad del siglo XVI se caracterizó por las continuas guerras con Francia. El reinado de Carlos I (Habsburgo) se enfrentó a problemas internos como la rebelión de los comuneros y dificultades económicas. Tras la Paz de Augsburgo (1555), se impuso la libertad religiosa en el Imperio y Carlos I abdicó en su hijo Felipe II (1556), quien heredó un Estado empobrecido y en guerra. Felipe II acentuó el control religioso con la Santa Inquisición y el control intelectual. Castilla experimentó un crecimiento económico y demográfico, pero el reinado se caracterizó por la miseria, dando lugar a la picaresca. La sociedad se dividía en nobleza, burguesía y campesinado. En el siglo XVI, surgió la Reforma protestante, inspirada por Martín Lutero, que defendía la experiencia religiosa individual. En España, destacó Erasmo de Rotterdam, quien abogaba por una religiosidad interior sin romper con Roma. Como respuesta, se organizó la Contrarreforma y el Concilio de Trento (1545). Se extendieron creencias religiosas y mágicas, como la creencia en brujas y demonios. La limpieza de sangre, que implicaba no descender de judíos o musulmanes, llevó a la discriminación de los conversos y a la valoración del cristiano viejo. La honra era un valor importante, cuya defensa justificaba la violencia. La honra de los hombres dependía de la conducta de las mujeres. La Iglesia intentó combatir la dimensión social de la honra.
El Humanismo se basaba en los estudios humanistas, que promovían el aprendizaje del latín clásico. La lectura de autores antiguos influyó en la creación poética. Se exaltaban la naturaleza y el placer. Los humanistas desempeñaron importantes roles en la vida urbana. En España, el humanismo cobró importancia a finales del siglo XV. Destacó la labor del cardenal Cisneros, impulsor de reformas culturales y espirituales. Se reivindicó el estudio de la lengua nacional con obras como la Gramática de la lengua castellana de Elio Antonio de Nebrija. Resurgió el ideal caballeresco, fusionado con la cultura. La política imperial de Carlos I favoreció el ideal de cortesano. El prototipo de caballero renacentista fue retratado por Baltasar de Castiglione en El cortesano (1528). Las historias amorosas, la amistad y el elogio cortesano fueron temas frecuentes en la poesía de la primera mitad del siglo.
Durante la primera mitad del siglo XVI, la poesía cancioneril y popular coexistieron con los cancioneros. La renovación poética llegó con el influjo petrarquista y el Humanismo. La poesía italianizante introdujo el endecasílabo y el encabalgamiento. Se incorporaron estrofas como los tercetos encadenados y composiciones como la lira, la octava real, la estancia y el soneto, introducido por Juan Boscán. El Humanismo introdujo temas y tópicos clásicos, como el neoplatonismo. El tema principal fue el amor, desde una perspectiva subjetiva. La amada se describía según el canon renacentista y se asociaba con la naturaleza. Aparecen tópicos como el «Descripto puellae», el «Carpe diem» y el «Collige, virgo, rosas». La naturaleza, descrita como «Locus amoenus», reflejaba los estados de ánimo del poeta. La mitología clásica, la amistad y el elogio cortesano fueron temas frecuentes.
Garcilaso de la Vega, nacido en Toledo, sirvió al rey Carlos I. Su obra se compone de sonetos, églogas, canciones, elegías y una epístola. El tema predominante es el amor, expresado con melancolía. Tras su destierro, su obra adoptó rasgos petrarquistas. En las églogas, los pastores expresan sus quejas amorosas. La Égloga I presenta los monólogos de dos pastores sobre el dolor del rechazo y la muerte de la amada. La Égloga II trata del amor no correspondido y contiene el elogio de la casa de Alba. La Égloga III narra historias mitológicas y la muerte de la amada de Nemoroso.
En la segunda mitad del siglo XVI, bajo el reinado de Felipe II, surgió la poesía ascética y mística, influida por la Contrarreforma. La poesía ascética buscaba la perfección mediante la purificación. La mística buscaba la unión con Dios. Fray Luis de León, humanista español, pasó cinco años en prisión. Su obra incluye poesía original y de imitación, con temas morales y religiosos. Entre sus obras destacan El Cantar de los cantares, La perfecta casada y De los nombres de Cristo. San Juan de la Cruz, junto con Santa Teresa de Jesús, reformó la orden carmelita. Su obra expresa la unión con Dios con el lenguaje de la poesía popular amorosa, en obras como Noche oscura del alma, Cántico espiritual y Llama de amor viva.
Influida por el Humanismo, la narrativa renacentista imitó modelos clásicos. La novela bizantina se centró en una pareja de enamorados que enfrentan pruebas en su viaje. En España, el personaje masculino se convirtió en peregrino. Se empleaban recursos como el in media res y la interpolación de historias. La novela pastoril imitó la novela griega de Virgilio. Relataba un viaje en busca de la felicidad, con pastores idealizados en un «locus amoenus». El diálogo era importante, con la inclusión de cartas y poemas.
Ambas imitan a Virgilio, mezclan ambiente cortesano y pastoril, cuentan historias de amor con pastores idealizados en un «locus amoenus», y el diálogo se narra en primera persona.
Las narraciones picarescas adoptan la forma autobiográfica, con un protagonista de origen humilde que sirve a varios amos. El Lazarillo de Tormes, compuesto alrededor de 1554, se divide en tres etapas: infancia, adolescencia y juventud. La obra se escribe como una carta en primera persona. Destaca el discurso valorativo y el discurso universal. Se emplea un tono humorístico con ironía y juegos de palabras. Los temas fundamentales son la honra y la religión, que se critica a través de los amos.