Portada » Lengua y literatura » El Renacimiento en España: Sociedad, Literatura y Pensamiento
El Renacimiento se inicia en 1492 (fecha del descubrimiento de América) y con él comienza la Edad Moderna, período histórico que abarcará hasta la Revolución Francesa (1789).
Esta nueva época se caracteriza por unos rasgos muy distintos a los de la Edad Media, algunos de los cuales empezaron a manifestarse en el siglo XV. En política aparecen las primeras naciones modernas, gobernadas por las grandes monarquías absolutas (los Austrias, los Borbones) y basadas en el origen divino del poder. Se impulsa la creación de Estados fuertes con vocación imperial, a semejanza de la antigua Roma. En nuestro país, el siglo XVI se inicia bajo el reinado de los Reyes Católicos, que unieron con su matrimonio las coronas de Castilla y Aragón, si bien cada una seguirá manteniendo un estatus político y jurídico distinto hasta el siglo XVIII. El reino de Aragón poseía territorios en la actual Italia, foco cultural importantísimo, que influye sobre toda la literatura de la época. Castilla, por su parte, acaba de iniciar el proceso de colonización en América, de enormes repercusiones. Por otra parte, no hay que olvidar que desde 1492 deja de existir el reino de Granada.
En la economía, surge la burguesía, dueña de las tierras. Supone un cambio radical en las relaciones económicas que ya se venía anunciando desde la Baja Edad Media. La corriente intelectual dominante es el humanismo, caracterizado por la importancia de la cultura grecolatina y sus ideales estéticos, el antropocentrismo y la dignificación de las lenguas vulgares. Respecto al pensamiento, son varias las filosofías que influyen en la mentalidad renacentista: el epicureísmo (vivir la vida con placer), el estoicismo (resignación, impavidez), el escepticismo (ver para creer) y, sobre todo, el neoplatonismo, filosofía que afirma que todo lo creado es un reflejo de la belleza divina. Para la religión es un período de crisis: tiene lugar la reforma luterana (escisión de la Iglesia que da lugar al protestantismo) y la Contrarreforma católica que, desde el Concilio de Trento, se cierra a innovaciones teológicas, procurando una mayor firmeza en el dogma (surgen entonces los primeros catecismos), una austeridad más acusada y un férreo control de ideologías disidentes (de ahí la instauración de la Inquisición). Además, en España tuvo gran auge el erasmismo.
El final de la Reconquista con la toma del reino de Granada por los Reyes Católicos —que viene a coincidir cronológicamente con el descubrimiento de América en 1492— tuvo especiales repercusiones en el sur peninsular, especialmente tras la expulsión de judíos y moriscos.
Ascética |
• El término procede del ámbito de la teología, en el que se utiliza para referirse a las etapas del camino de perfección por las que el alma, mediante ejercicios espirituales, logra purificarse y desprenderse del apego a los placeres corporales y a los bienes terrenos. • Destacados escritores ascéticos fueron fray Luis de Granada y fray Luis de León. |
Mística |
• Designa un estado espiritual que consiste en la experiencia o conocimiento directo de la divinidad, que le puede sobrevenir al hombre no en virtud del propio esfuerzo, sino como don gratuito de Dios. • En el contexto español, cabe destacar el influjo de la mística sufí (los andalusíes Al-Gazel, Ibn-Arabi, Al-Hallâj, Rumi), que propugnaba el anonadamiento (la inmersión en la nada) y el olvido de toda cuestión material como forma de acercamiento a la divinidad. • Nuestros principales autores místicos son santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz. |
El género caballeresco proviene de la época medieval, en la que ya habían aparecido héroes tales como Amadís de Gaula o el rey Arturo, por citar solo a dos de los más afamados. Durante el siglo XVI, este género alcanzó un enorme desarrollo, debido a la difusión de la imprenta. De entre estas novelas, destacan:
La novela pastoril es de origen italiano y se inicia en 1504 con La Arcadia de Sannazaro, que hará fortuna entre los lectores. Se trata de obras que narran las desventuras y los efectos del amor en pastores idealizados. Formalmente, se relacionan por la presencia de fragmentos líricos en verso. Por otra parte, están muy relacionadas con las Églogas de Garcilaso.
En castellano, el iniciador del género es Jorge de Montemayor (1520-1561). Su obra, Los siete libros de la Diana (1559), nos ofrece un mundo utópico poblado de pastores que cuentan sus experiencias amorosas. Gaspar Gil Polo publicó en 1564 su Diana enamorada, continuación de la de Montemayor. El éxito de esta obra trajo como consecuencia su traducción a varios idiomas y su consideración como uno de los clásicos de la novela pastoril.
En 1585 Cervantes publicó su primera parte (nunca continuada) de La Galatea. El género se mantuvo vivo hasta entrado el siglo XVII.
Las novelas bizantinas son narraciones de amor, viaje y aventuras en las que una pareja de enamorados sufre la desgracia de la separación y, ya el uno sin el otro, viven extrañas y complicadas peripecias (raptos, encantamientos, desapariciones, etc.) que terminan siempre felizmente con el reencuentro de los amantes.
Historia de los amores de Clareo y Florisea (1552) de Alonso Núñez de Reinoso es la primera novela española de este género, al que también pertenece la obra póstuma de Cervantes Persiles y Sigismunda (1617).
Se trata de narraciones de asunto granadino que aparecen como derivación de los romances fronterizos del siglo XV. En ellas se cuentan historias amorosas protagonizadas por moros y cristianos, con frecuentes encarcelaciones, separaciones y reencuentros.
Estas novelas, que siguen el camino abierto por La Celestina, representan el inicio de la novela moderna y su aparición será determinante para la creación de la novela moderna.
El primer hito de la narrativa realista es La lozana andaluza, obra del sacerdote jiennense Francisco Delicado (Peña de Martos). Esta obra, publicada en Venecia en 1528, tiene como protagonista a una prostituta y alcahueta que, gracias a su aguda inteligencia, logra establecerse en la Roma decadente de la época.
Formalmente, la obra se caracteriza por transcribir fielmente la vulgaridad del habla cotidiana, por lo que describe los personajes a través de su habla.
Junto con La lozana andaluza, la principal novela de esta línea es el Lazarillo de Tormes, que dará origen a toda una corriente literaria, la novela picaresca.
Las principales obras del subgénero picaresco son: el Lazarillo de Tormes, anónima; Guzmán de Alfarache, de Mateo Alemán; y La vida del Buscón, de Francisco de Quevedo (estas dos últimas ya dentro del período barroco). Todas ellas se definen por las siguientes características:
Es la primera de las novelas picarescas y, por lo tanto, la que da origen al subgénero.
Las primeras ediciones conocidas son de 1554. En 1559 fue incluida en el índice de obras prohibidas por la Inquisición. En 1573 volvió a publicarse, pero expurgada, ya que se censuraron y eliminaron los pasajes más problemáticos. Hubo que esperar al siglo XIX para que volviera a permitirse su publicación íntegra.
El Lazarillo es una novela anónima.
¿Por qué ocultó el autor su nombre? Este hecho ha provocado diversas interpretaciones:
La obra está formada por un prólogo, donde se nos explica el motivo de la carta, y siete tratados, cada uno de ellos centrado en un amo, que nos llevan desde el nacimiento del protagonista hasta el presente.
Lázaro, personaje de baja condición, narra su vida con distintos amos: un ciego, un cura, un escudero, un fraile de la Merced, un buldero, un capellán, un alguacil y un arcipreste. En el transcurso de cada capítulo explica las adversidades, burlas y engaños que sufre; todo ello le va modificando poco a poco su carácter ingenuo. Se configura así un proceso educativo a la inversa que le llevará a la deshonra: al final trabajará como pregonero y toda su honra radicará en consentir cínicamente el adulterio de su mujer a cambio de la supervivencia. Es, probablemente, lo máximo a que podía aspirar alguien de su condición en la España del siglo XVI.
La obra se construye en torno a los siguientes temas y motivos:
La obra es una autobiografía, es decir, está escrita en primera persona y pertenece al género epistolar.
Un rasgo estilístico destacable es el uso aplicado, en este caso, al servicio del humor, de un registro lingüístico del autor. El texto se ve salpicado, en boca de los personajes, por diversos elementos léxicos de origen popular que se integran perfectamente en el cuerpo de la novela.
Frente a la narrativa idealista de su siglo, de estilo artificioso y afectado, el Lazarillo destaca también por su naturalidad lingüística y su trabajada sencillez. Este rasgo formal, típicamente renacentista, responde a la idea de «escribir sin afectación», que se resume en la frase del humanista Juan de Valdés: «Escribo como hablo».