Portada » Geografía » El Relieve de la Península Ibérica
La península ibérica es una península maciza y compacta. El predominio de costas rectilíneas y poco recortadas le confieren una forma maciza que limita la penetración de la influencia del mar hacia el interior. Solo en las rías gallegas se observa un fuerte entallado. Con una elevada altitud media, es el segundo país más elevado de Europa, con una altitud media de 660 m. Esto se debe a que la Meseta central ocupa la tercera parte del territorio y su altitud media es de más de 600 m. La variedad existente en cuanto a las formas de relieve, no implica que, por tener una elevada altitud, predominen las montañas. Las formas llanas dominan en la Meseta y en las depresiones exteriores (Guadalquivir y Ebro). Así pues, las llanuras y montañas se reparten por el solar ibérico. Esto no solo afecta al relieve, sino también a su composición lítica y estructural. Las distintas unidades del relieve se disponen de forma concéntrica alrededor de la meseta, creando una muralla montañosa que cierra y aísla el interior peninsular.
Hay tres/cuatro etapas en la formación del relieve:
Los sedimentos depositados en geosinclinales marinos se plegaron formando los Pirineos y los sistemas béticos. Entre las nuevas cordilleras y los bordes del Macizo Hespérico se originan las depresiones del Ebro y Guadalquivir. Los sedimentos del borde del Macizo Hespérico produjeron rebordes montañosos en la meseta: la cordillera Cantábrica y el Sistema Ibérico. Bajo estas montañas, el zócalo se fractura. La presión de la orogenia alpina sobre los materiales antiguos, duros y rígidos del zócalo Hespérico provocó un resquebrajamiento en bloques separados por fallas. Los bloques que se levantan son los horst y forman el Macizo Galaico, el Sistema Central y los Montes de Toledo. La zona sur se hunde y aparece la falla de Sierra Morena. Los bloques hundidos forman las cuencas sedimentarias de la Meseta. Los zócalos paleozoicos de Aquitania, Catalano-Balear y Bético-Rifeño se fracturan formando el Pirineo central, la zona norte de la Cordillera Costero Catalana y la Penibética.
Afloran restos de los macizos paleozoicos en la parte occidental de la península (Galicia, Sistema Central, Montes de Toledo, Sierra Morena) y parcialmente en las cordilleras terciarias (Pirineos, Penibética y Sistema Ibérico). Las rocas predominantes son el granito, el gneis, las cuarcitas y las pizarras. El modelado de estas rocas se produce por la erosión del agua y el hielo que rompen la roca.
Se encuentra al este de la península, en forma de Z invertida (Costero Catalana, Pirineos, montañas vascas, Cordillera Cantábrica, Sistema Ibérico, Subbéticas). Está formada por materiales sedimentarios (calizas, margas, yesos) depositados en los fondos marinos durante el Secundario y plegados en el Terciario con la orogenia alpina. La caliza es dura y permeable, y se da el modelado kárstico por la disolución de la caliza con el agua.
Se encuentra en las depresiones exteriores, cuencas sedimentarias de las dos Castillas y llanuras litorales. A lo largo del Terciario y Cuaternario se depositaron materiales sedimentarios (arcillas, margas o yesos) procedentes de los relieves que las rodean. Los materiales son fácilmente erosionables, formando relieves horizontales con erosión diferencial y estructuras a diferentes niveles, y relieves con modelados de cárcavas.
Su núcleo central es la Meseta, una elevada llanura dividida por el Sistema Central en Submeseta Norte y Submeseta Sur. Constituida por el antiguo zócalo Herciniano, recubierto por rocas sedimentarias y fracturado por la orogenia alpina, se diferencian: penillanuras, cuencas sedimentarias y sierras.
Son montañas jóvenes, de relieves vigorosos, formados durante la orogenia alpina con materiales sedimentarios depositados en profundas fosas marinas. Presentan una complejidad litológica, con estructuras plegadas con fragmentos de los viejos zócalos paleozoicos.
Las depresiones terciarias del Ebro y del Guadalquivir tienen rasgos comunes, como materiales sedimentarios de la época terciaria procedentes de la erosión de las montañas, con alturas inferiores a los 400 m (la del Guadalquivir no llega a 100 m). La del Ebro está cerrada por la Cordillera Costero Catalana, mientras que la del Guadalquivir se abre al mar. Presentan diferencias en cuanto a su litología: la del Ebro tiene origen continental, con materiales terciarios del plegamiento alpino, y la del Guadalquivir presenta materiales sedimentarios de origen marino, con campiñas onduladas y marismas en la costa.