Portada » Historia » El Reinado de Alfonso XIII: Los Intentos Regeneracionistas de Maura y Canalejas
A comienzos del siglo XX, el sistema político de la Restauración seguía vigente. Sus fundamentos, una monarquía liberal pero no democrática, descansaban en la Constitución de 1876. Este sistema había funcionado a través del pacto entre los dos partidos dinásticos (Conservador y Liberal) para alternarse pacíficamente en el gobierno, alterando el resultado de las elecciones con ayuda de los caciques (pucherazo) y marginando a la oposición. Tras el «desastre del 98», el regeneracionismo denunció el funcionamiento del sistema y realizó una serie de propuestas para la modernización política, económica y social de España.
Cuando Alfonso XIII accedió al trono en 1902, los partidos dinásticos vivieron una crisis tras la muerte de sus líderes (Cánovas en 1897 y Sagasta en 1903). Fueron sucedidos por Antonio Maura en el partido Conservador y José Canalejas en el Liberal; ambos representaban la nueva corriente de políticos regeneracionistas.
Maura, presidente del Consejo de Ministros de 1903 a 1905 y de 1907 a 1909, pretendió realizar una «revolución desde arriba» que evitara una temible «revolución desde abajo». Así, trató de eliminar el fraude electoral y asumir la propuesta de descentralización regional, colaborando con la Lliga de Francesc Cambó. También propuso acabar con el caciquismo mediante un funcionamiento democrático de los ayuntamientos y las diputaciones provinciales.
Durante el llamado «gobierno largo» (1907-1909), aprobó en 1907 la Ley Electoral, declarando el voto obligatorio, pero en la práctica no consiguió sanear las elecciones. Su programa más importante fue el proyecto de Ley de Administración Local, que contemplaba una mayor autonomía para las corporaciones locales y la posibilidad de crear mancomunidades locales y provinciales. Además, abrió la vía para un entendimiento con la Lliga Regionalista, lo que suscitó la oposición de liberales, republicanos e incluso conservadores, por lo que no fue aprobada por el Parlamento.
Su programa incluyó otras medidas, como una política económica de intervención estatal y de protección y fomento de la industria nacional, así como medidas sociales como la creación del Instituto Nacional de Previsión, la Ley de Descanso Dominical, la Ley sobre Condiciones de Trabajo de Mujeres y Niños y la legalización de la huelga. Sin embargo, la condena internacional y la conmoción interna por la dura represión de las revueltas de «La Semana Trágica» de Barcelona, causadas por el envío de reservistas a Marruecos, supuso la caída de Maura.
En 1910, el monarca llamó a formar gobierno a José Canalejas, quien emprendió el intento más importante de regeneración del sistema para lograr su progresiva democratización y ampliar sus bases sociales. Intentó la mejora del sistema parlamentario, la secularización del Estado y la intervención estatal en materia social para apaciguar las protestas.
La modernización del país implicaba la separación de la Iglesia y el Estado, la libertad religiosa y el fin del monopolio religioso en la educación, así como la implantación de una enseñanza laica. A tal fin, Canalejas trató de negociar con la Santa Sede. Mientras tanto, se aprobó la llamada «Ley del Candado» (1910), que limitaba el establecimiento de nuevas órdenes religiosas en España. Esto le valió la dura oposición de los sectores católicos y del papado.
En el ámbito social, se mejoraron las condiciones de vida y de trabajo de las clases humildes con medidas de protección social: reducción de la jornada laboral, la Ley de Accidentes de Trabajo, la prohibición del trabajo nocturno de la mujer, la regulación del derecho de huelga y los contratos colectivos. También sustituyó el odiado impuesto de consumos por otro progresivo sobre las rentas urbanas, y con la Ley de Reclutamiento estableció el servicio militar obligatorio en caso de guerra, suprimiendo la redención en metálico.
En Marruecos, negoció con Francia un nuevo tratado en 1912, que fue la base del Protectorado franco-español sobre Marruecos. Sin embargo, el asesinato de Canalejas en 1912 impediría el continuismo de la política regeneradora del sistema de la Restauración.
En definitiva, los intentos regeneracionistas de Maura y Canalejas tuvieron un alcance limitado por la resistencia de la burguesía conservadora y del ejército a los cambios y a la política colonialista llevada en Marruecos, que generó un sentimiento de incomprensión en los partidos de izquierda, además de las medidas represivas llevadas a cabo por estos dos políticos para sofocar la conflictividad obrera. La oposición del movimiento obrero sería cada vez más intensa, y el asesinato de Canalejas en 1912 por parte de un anarquista marcaría el final de este periodo reformista.