Portada » Historia » El reinado de Alfonso XIII (1902-1931): La crisis de la Restauración
INTRODUCCIÓN: Las características del reinado de Alfonso XIII.
Tras la crisis de 1898 se inició una época caracterizada por una fuerte inestabilidad política, que se mantuvo hasta 1923. El asesinato de Cánovas y la muerte de Sagasta dejan sin liderazgo a los partidos que sostenían el sistema, a lo que se suma la creciente influencia de los partidos opositores (Nacionalistas, obreros, sindicatos, republicanos…). La intervención del Rey y del ejército en la política revela la falta de talla de los políticos del momento. En el orden internacional tampoco nos va mejor, sumándose el fracaso de la política colonial, las repercusiones de la Primera Guerra Mundial y de la Revolución Rusa, que polarizan aun más las opciones políticas en nuestro territorio. El intento de resolver la crisis mediante la proclamación de un dictadura militar, en 1923, al estilo italiano de Mussolini con la connivencia del Rey, acaban por radicalizar a la sociedad española, que en su mayoría considera agotado el sistema de la Restauración; con su caída arrastrará a la propia monarquía.
La pérdida de las últimas colonias (Cuba, Puerto Rico, Filipinas, Guan) y la venta a Alemania de Las Marianas, Palaos y Las Carolinas, supuso una frustración moral y política. Era evidente nuestra debilidad internacional ante las potencias europeas que se encuentran en clara expansión colonial. Estalla una crisis de poder al comprobar los incipientes nacionalismos la fragilidad del Estado. Populistas, intelectuales y políticos también reaccionaron criticando al sistema y al ejército, y propugnando un Regeneracionismo, denunciando el abismo entre la España real y la España legal, y demandando la eliminación del sistema caciquil, la modernización del país y la alfabetización de sus gentes.
Son un grupo de intelectuales que tienen en común la crítica a la España de la Restauración y la necesidad de una modernización de la vida política y económica. Cuentan con la simpatía de buena parte de la clase media.
Joaquín Costa es abogado, periodista y republicano que escribe la obra “Oligarquía y caciquismo” donde se pone en evidencia el sistema de la Restauración. Propugna a su vez la necesidad de que el ejército se mantenga alejado de la vida política española y la modernización de la agricultura y del sistema educativo español (“Escuela y despensa” era uno de sus lemas).
Macías Picavea es un regeneracionista de Castilla y León, catedrático del Instituto Zorrilla de Valladolid, funda el periódico La Libertad. Considera a la tierra como el problema nacional. Tanto él como Costa son antiparlamentaristas, al estimar que el sistema está viciado por el caciquismo y la corrupción, y son, así mismo, partidarios de una solución traumática, bajo un gobierno con mano de hierro. El dictador Primo de Rivera intentará unir el fascismo con las ideas regeneracionistas de los populistas.
Lucas Mallada, aragonés, fundador de la paleontología española y profesor vinculado a la Institución Libre de Enseñanza, que planteaba un método educativo activo e indagador, escribe “Los males de la patria y la revolución española”, que ejerció notable influencia sobre la llamada “Generación del 98”
Grupo de intelectuales (ensayistas, novelistas y poetas) caracterizados por un profundo pesimismo y por una crítica mordaz al atraso peninsular, que quiso plantearse una profunda reflexión sobre el sentido de España y su papel en el la Historia. Pertenecen a ella Pío Baroja, Azorín, Machado, Unamuno, Valle-Inclán, Jacinto Benavente y más.
El revisionismo conservador: Antonio Maura: Político conservador, que preside el gobierno en 1903-1904 y entre 1907 y 1909. Quiso renovar el sistema desde el poder. Reformó el ejército, reguló el derecho de huelga y redactó una ley de administración local que no llegó a ser aprobada. La Ley Electoral de 1907 pretendía desterrar el caciquismo proclamando un deber cívico el votar en las elecciones para incorporar al electorado indiferente. Los caciques reaccionaron presentando un solo candidato por circunscripción.
El revisionismo liberal: José Canalejas: Político liberal, que llegó a ser presidente del gobierno entre 1910 y 1912 e intentó realizar una política de reformas sociales. Prohibió el establecimiento de nuevas órdenes religiosas (“Ley del candado” de 1910), incrementó la fiscalidad pero suprimió los arbitrios, un impuesto sobre el consumo muy impopular, estableció el servicio militar obligatorio, eliminando el pago en metálico para librarse de este deber y elaboró leyes de protección social (Jornada máxima de trabajo, trabajo femenino). Reprimió con dureza huelgas y levantamientos populares. Fue asesinado por un anarquista eliminando la única figura política de la Restauración.
Irán ganado mayor popularidad los partidos republicanos, a medida que el régimen de la Restauración se vaya quebrando. Los partidos más populares serán el Partido radical de Lerroux y el Partido Reformista.
La opción más moderada del movimiento obrero será la marxista del PSOE. El sindicato socialista UGT se fundará en 1888. El Partido Comunista se fundará en 1921.
La violencia anarquista va a estar presente, golpeando a la sociedad española de inicios de siglo. La huelga seguirá siendo la principal arma que esgrima el movimiento obrero. Se funda la CNT (anarquista) en 1910.
La crisis del 98 en Cataluña fue decisiva para la maduración y expansión del catalanismo. En 1901 se funda la Lliga Regionalista, conservadora y autonomista. La Ley de Jurisdicciones amplificó el fervor catalanista. Gracias a la política de Canalejas, la Ley de Mancomunidades posibilitó la federación de las cuatro provincias catalanas con competencias compartidas, como si de una sola provincia se tratara.
También el nacionalismo vasco se fortaleció ante la crisis de 1898. Sabino Arana era elegido diputado provincial por Vizcaya y el Partido Nacionalista Vasco, por él fundado, conseguía alguna concejalía de Bilbao en 1899. Las ideas nacionalistas comenzaron a introducirse en la burguesía vasca cuando comenzó a suavizar sus postulados, asumiendo el autonomismo, y defendiendo el orden y la riqueza nacional.
El nacionalismo gallego, valenciano o andaluz, no consiguieron tener relevancia política.
En 1905, en las elecciones municipales en Cataluña, gana la Lliga (partido nacionalista catalán, lo que animó a la prensa de tendencia catalanista a criticar con aspereza al sistema, a la nación española, al rey y al ejército. Oficiales de la guarnición de Barcelona destrozaron los locales de la revista satírica “!Cu-cut¡” y del periódico la “Voz de Cataluña”. Las autoridades dejaron impune el asalto, a pesar de causar 47 heridos. El rey y el gobierno de Dato aceptaron las exigencias del ejército:
Además, la oposición y los liberales se encuentran cada vez más molestos al comprobar que la Iglesia va recuperando su fortuna e influencia al dominar la enseñanza secundaria.
En 1909, se puso aun más en evidencia el escaso apoyo social con que contaba el régimen, y el anticlericalismo y antimilitarismo que se respiraba en Barcelona.
Ante la decisión de enviar reservistas a Marruecos, para responder a las agresiones de los marroquíes a trabajadores de la construcción del ferrocarril, de la Compañía Minas del Rif (desde 1906, en la Conferencia de Algeciras, se concedió a España el protectorado del Rif), socialistas y anarquistas proclaman en Barcelona y Madrid, la huelga genera, el 26 de julio. La huelga se radicaliza al conocer el desastre de las tropas españolas cerca de Melilla, en el barranco del Lobo, con 1200 bajas. En Barcelona mueren tres sacerdotes y se incendian 50 edificios religiosos. El gobierno decreta el estado de guerra en Barcelona. Incendios, barricadas, asaltos a iglesias y conventos, evidencian el anticlericalismo del mundo obrero. La victoria del gobierno y la represión fueron muy duras (8 militares y 150 civiles muertos y 2500 detenidos). El anarquista Ferrer Guardia, al que se le responsabiliza del levantamiento, es fusilado. Al presidente del gobierno le costó la dimisión al ganarse la animadversión de la opinión nacional e internacional. Popular se hizo el grito de ¡Maura No!
La crisis del bipartidismo:Tras la violenta revuelta y la dura represión, el presidente Maura es derrotado en las Cortes, cuando Moret, jefe del partido liberal, negó los créditos necesarios para continuar la guerra de Marruecos, fracturándose el turnismo político y dividiéndose el partido conservador. El gobierno de Canalejas (1910-12), llegó a sacar adelante la Ley de Mancomunidades, que posibilitó la creación de la Mancomunidad de Cataluña, su asesinato en 1912, quedo sin líder al partido liberal. Cuando el rey llama al gobierno al líder conservador, Eduardo Dato, acaba por firmarse la desaparición del turnismo político. No se había respetado el principio de corresponsabilidad de las leyes, ni el protocolo de dimisión. El asesinato de Canalejas y la desafección de los conservadores hacia Maura, quedaron sin líderes a los partidos.
La crisis institucional: Desde 1906, tras la Ley de Jurisdicciones, el ejército se había convertido en un grupo de presión, que se organizaba desde 1916 en “Juntas Militares de Defensa”, asociaciones de oficiales, toleradas por el gobierno, que exigían más medios técnicos, más salario y equiparar los ascensos de los militares peninsulares a los que se encontraban en marruecos, que ascendían con mayor rapidez. El gobierno decide disolver las Juntas, el ejército se niega, por lo que el gobierno liberal dimite, el nuevo gabinete conservador (Dato) se pliega a las exigencias del gobierno.
La crisis política: A principios de 1917, el conde de Romanones, liberal y presidente del gobierno, copropietario de la Compañía de Minas del Rif, suspendió las Cortes cuando la oposición iba a exigir explicaciones por la guerra en Marruecos. En julio, la Liga, republicanos y socialistas exigen, reunidos en Barcelona, una convocatoria a Cortes constituyentes y la autonomía para Cataluña; los asistente fueron detenidos y puestos en libertad a las pocas horas. La burguesía catalana, ante la huelga general convocada para agosto por los sindicatos obreros, consideraron más prudente cesar en sus peticiones.
La crisis social: España se declaró neutral en la Primera Guerra Mundial (1914-1918), esto, sin embargo, no evito que España se dividiera en dos bandos: aliadófilos y germanófilos.
La fuerte subida de precios de productos básicos (15% al 20%) al escasear debido a su venta a los beligerantes, y el escandaloso aumento de los beneficios de aquellos empresarios que suministraba material y equipo a los contendientes exaltó los ánimos de los trabajadores españoles.
La UGT y la CNT, desde mayo de 1916 iban proponiendo y posponiendo la convocatoria de una huelga general para alcanzar la unidad de los republicanos y forzar la huida del rey. El gobierno de Romanones fue aceptando alguna reivindicación obrera para mantener el orden. La sustitución en el gobierno por el conservador Dato y la negativa de éste a cumplir las promesas de su predecesor radicalizó las exigencias sindicales.
La huelga general se inicia en Valencia, en julio, entre ferroviarios y tranviarios que acabó en despidos masivos. Al mes siguiente, se extiende por las principales ciudades, con mayor repercusión n Madrid, Barcelona, Vizcaya y Asturias. Los enfrentamientos acaban con un centenar muertos y miles de detenidos.
Los años
siguientes, mientras los partidos políticos, a excepción del socialista pierden
apoyos, los sindicatos vieron incrementar su afiliación de forma espectacular
(CNT: 700.000 afiliados en 1919). La depresión posbélica, la gran mortandad por
la gripe de 1918 y el triunfo de la revolución bolchevique intensificaron la
agitación social. Huelgas y movimientos campesinos se generalizaron entre 1918
y 1921, en lo que se dio en denominar como el “trienio bolchevique”. La patronal respondió con el cierre
empresarial y financió a pistoleros (Sindicato Libre) que asesinaron a líderes
obreros. El anarquismo mantuvo en pie su estrategia de violencia, asesinando o
atentando contra la vida de políticos y burgueses (Son asesinados Eduardo Dato
y el anarquista Salvador Seguí. Un total de 226 víctimas, la gran mayoría
obreros).
2.4.-
LA CRISIS DE 1921: El desastre de Annual
En 1909 estalla la guerra en el intento
de controlar la región del Rif, abrupta y dominada por las cabilas –tribus
bereberes-. La situación se agrava por la mala equipación y preparación de las
tropas españolas, la corrupción y el conflicto en el seno del ejército entre
africanistas y peninsulares, éstos abogaban por abandonar el protectorado. En
julio de 1921, el ejército español sufrió una grave derrota militar en Annual,
Marruecos, al ser cercado por el líder bereber Abd-al-Krim y huir en desbanda.
Mil soldados españoles muertos.
3.-
LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA: (1923-1930)
El 13 de
septiembre de 1923, el capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, se
pronunció contra la legalidad constitucional, declaró el estado de guerra y
exigió que el poder pasase a manos de los militares. Tras unas horas de
vacilación, el rey Alfonso XIII le encomendó la formación de un nuevo gobierno,
integrado exclusivamente por militares
3.1.-
CAUSAS Y APOYOS:
Primo de Rivera
justificó su acción no como un fin, sino como un remedio indispensable al
considerar que el régimen constitucional estaba bloqueado y desprestigiado
(desde 1918 a 1923 se sucedieron once gobiernos respaldados por minorías en el
parlamento). Su discurso tenía pretensiones regeneracionistas e incluso
moralistas, se centraba en la crítica al sistema y presentaba un claro
componente populista, con el que intentaba ganarse la adhesión popular. En su
manifiesto inaugural anunció su firme voluntad de limpiar el país de caciques y
de acabar con la corrupción, la indisciplina social y las amenazas a la unidad
nacional. También hay que considerar que en la decisión de Primo de Rivera y en
el rápido asentimiento del rey, influyó notablemente el deseo de ambos de
evitar que las Cortes exigieran responsabilidades por el «desastre de
Annual» a políticos, militares e incluso al propio monarca.
En Europa se estaban
desarrollando los movimientos fascistas en Italia y el incipiente nazismo en
Alemania. Movimientos de carácter totalitario, nacionalista y militarista, que
se enfrentaban a la amenaza comunista.
El golpe militar y la implantación de la
dictadura fueron aceptados por la monarquía, el ejército, la burguesía
catalana, los liberales e incluso el mundo socialista. Esperaban lograr
mediante un gobierno de fuerza el necesario orden social, para reconstruir la
vida política española. Sin embargo, era la apuesta decidida de la oligarquía
por perpetuar su dominio, sabedores de que el régimen de la Restauración estaba
en evidente crisis.
3.2.-
ETAPAS: DIRECTORIO MILITAR Y DIRECTORIO CIVIL
Hasta 1925
España es gobernada por un Directorio
Militar, que dejó en suspenso la Constitución, las Cortes y los partidos
políticos; las provincias pasaron a ser gobernadas por militares y se disolvió
la Mancomunidad catalana, y se restringieron el uso de su lengua propia y de
sus símbolos. Consiguió restablecer el orden público y el prestigio del
ejército tras la victoria de Alhucemas (1925) y la rendición del cabecilla
Abd-el-Krim, en Marruecos. Fundó un partido, la Unión Patriótica, único
autorizado, y el Somatén 8institución civil supeditada al ejército para
garantizar el orden público en las ciudades)
En 1925 entran
civiles en el gobierno, denominándose la etapa del Directorio Civil, en la que la oposición va incrementándose al
considerar que el dictador ya había realizado su labor y debía dejar paso a los
políticos. Estableció los Comités Paritarios de patronos y obreros para dirimir
sus diferencias. En 1927 se instituye una Asamblea Nacional Consultiva, elegida
por sufragio censitario restringido, donde obtiene la mayoría la Unión
Patriótica.
3.3.-
LA POLÍTICA ECONÓMICA Y SOCIAL:
La dictadura se
benefició de la buena coyuntura económica internacional de los «felices
20″, la reactivación de la economía posbélica. La política económica se
orientó hacia la defensa y protección de la economía española para impulsar su
reactivación. Fueron años de proteccionismo, de política nacionalista y de
dirigismo estatal. El Estado tuvo un protagonismo económico notable gracias al
fomento de las obras públicas (ferrocarriles, carreteras, planes
hidroeléctricos, etc) y se aprobó un Decreto de Protección de la Industrias
Nacional que preveía la concesión de ayudas estatales a las empresas que no
podían competir con el exterior. También se concedieron grandes monopolios como
el de teléfonos a la compañía Telefónica Nacional de España y se otorgó la
exclusividad en la importación, refinado, distribución y venta de petróleo a la
compañía arrendataria CAMPSA. Todo ello comportó un notorio déficit
presupuestario, provocando un endeudamiento del estado que, en 1929, era siete
veces superior al de 1924. El elevado valor de la peseta en 1929 provoca una
crisis financiera conectada con la crisis mundial.
La Dictadura
puso en marcha un modelo de regulación de trabajo que pretendía eliminar los
conflictos sociales mediante la intervención del Estado, la integración de los
sectores moderados del movimiento obrero y la represión de las organizaciones
más radicales. A este fin se creó la Organización Corporativa Nacional, que
articulaba las relaciones laborales sobre la base de las profesiones, creando
los comités paritarios que estaban formados en igual número por patronos y
obreros. Su misión era la reglamentación de los salarios y de las condiciones
de trabajo, así como la mediación y arbitraje en caso de conflictos laborales.
Estos comités encontraron el apoyo de la UGT, mientras la CNT era prohibida; la
afiliación anarquista se vio incrementada.
3.4.-
LA DIMISIÓNDE PRIMO DE RIVERA:
No sólo parte
del ejército se subleva contra el Directorio Civil y el largo mandato de Primo
de Rivera, los intelectuales, republicanos, socialistas y sindicatos obreros
consideran que es imprescindible un cambio radical, a los que se suma la
burguesía nacionalista que sigue observando el inmovilismo y en muchos casos la
animadversión que la dictadura tiene hacia ellos. En el seno del ejército se
desarrolla nuevamente una oposición que se resuelve con levantamientos e
insurrecciones (Sanjuanada de 1926, Valencia 1929). Visto el escaso apoyo con
que contaba el dictador, y muy delicado de salud, dimite en enero de 1930.
3.5.-
EL FIN DE LA MONARQUÍA: La dictablanda
El rey desea
volver a restaurar el régimen que quedara en suspenso, encarga al general
Berenguer el gobierno y restaura la Constitución, las Cortes y los partidos
políticos. Paro era demasiado tarde, la Corona estaba en entredicho y los
políticos opositores a la Dictadura habían acordado una coalición (Pacto de San
Sebastián) de signo republicano. Estallan sublevaciones militares republicanas
en Jaca. El nuevo gobierno de Aznar decide convocar elecciones municipales, el
12 de abril de 1931, que se tornaron como un plebiscito a favor o en contra de
la monarquía. Ganaron los partidos monárquicos, pero los republicanos fueron
mayoría en las principales ciudades. En varias ciudades (Eibar, Valencia,
Sevilla, Barcelona), los republicanos proclaman la República, mientras la
población salía a la calle alborozada. El rey se exilió el 14 de abril de 1931,
tras comprobar los insuficientes apoyos con los que podía contar entre los
mandos del ejército.