Portada » Historia » El regimen franquista entre 1960 y 1975
ELEMENTOS DE CAMBIO EN LA ETAPA FINAL.A finales de los años 60 las tensiones internas del régimen fueron creciendo hasta la muerte de Franco y se manifestaron con ocasión de la discusión de las leyes. El fondo de la cuestión era el presente y el futuro de un régimen sin el dictador.
Se posicionaron los aperturistas como Fraga que querían adaptar el régimen a la realidad social; los inmovilitas como Girón de Velasco que pretendían mantener intactas las características del régimen y los conservadores como Carrero Blanco, que aceptaban solo las reformas necesarias sin cambiar sus fundamentos.
En 1968 se abrió el debate sobre el asociacionismo, la posibilidad de crear asociaciones dentro del propio Movimiento que permitieran cierto pluralismo político. Los aperturistas lo consideraban necesario para no quedar aislados de una sociedad en transformación. Los inmovilistas se oponían.
En 1969 estalló el escándalo de la empresa MATESA, que contaba con amplios apoyos políticos y gozaba de la protección económica del régimen, escándalo conocido gracias a la nueva Ley de Prensa de 1966 que descubrió la corrupción del franquismo y transmitió la sensación de inestabilidad política que obligó a Franco a formar un nuevo gobierno en el que Carrero Blanco se erigió en el hombre fuerte quien endureció la política interna con estados de excepción del año 1969 y el de 1970.
También a lo largo de los años 60 la oposición al franquismo copó todos los sectores. A la oposición de las nuevas generaciones del régimen que no habían vivido la guerra civil se unía la oposición tradicional. Además el crecimiento económico de los años 60 no fortaleció al régimen sino al contrario, muchos españoles pasaron de la aceptación a la contestación del sistema.
Los partidos clandestinos y sus organizaciones sindicales fueron importantes para la movilización social que se extendió a través de manifestaciones callejeras y de la formación de asociaciones de vecinos, culturales, religiosas e incluso militares. El nuevo movimiento obrero creció y se hizo fuerte en los principales centros industriales en torno a las Comisiones Obreras (CCOO) que aprovechó la organización sindical oficial para organizar a los trabajadores a través de los convenios laborales y de las elecciones sindicales, en las que CCOO obtuvo buenos resultados en 1966. La organización fue perseguida y sus dirigentes procesados y encarcelados en el llamado proceso 1001.
Sin embargo la conflictividad laboral fue en aumento y preocupó al régimen al igual que las reivindicaciones de los estudiantes universitarios con mayor concienciación política, defensores de la democratización de la sociedad y de la Universidad y de mejoras de las condiciones laborales del profesorado. El SEU desaparecía en abril de 1965 siendo sustituido por la Agrupación Socialista Universitaria, el Frente de Liberación Popular o el Sindicato Democrático de Estudiantes en Madrid y Barcelona. Los sucesos del mayo francés de 1968 provocaron una permanente movilización estudiantil que convirtió la Universidad en verdadero foco antifranquista y que el régimen intentó solucionar mediante la represión policial, la ocupación de instalaciones, la sanción a profesores y el cierre de facultades. En enero de 1969 los estudiantes barceloneses asaltaron el rectorado y poco después moría en Madrid el estudiante Ruano.
Otro foco de tensión en el régimen fue el cambio de actitud de la Iglesia cada vez más alejada del franquismo como demostraba el cardenal Tarancón. Algunos sectores eclesiásticos comenzaron a comprometerse con la libertad y los derechos humanos participando en manifestaciones, encierros y publicaciones de cartas colectivas de protesta. El régimen lo consideró como una traición y reaccionó con la utilización de la cárcel de Zamora para eclesiásticos y actuó contra algunos obispos como por ejemplo el caso Añoveros lo que tensó aún más las relaciones entre el régimen y la Iglesia.
La oposición política la protagonizaron los partidos desde el exilio a través de sus organizaciones clandestinas. El más activo fue el Partido Comunista dirigido por Santiago Carrillo lanzando una huelga general en 1959 que fracasó y el PSOE que empezó a organizarse a partir del Congreso de Suresnes (1974) cuyo líder fue Felipe González, constituyéndose la Unión de Fuerzas Democráticas, formada por organizaciones de izquierdas y la posterior Plataforma de Convergencia Democrática. La oposición al régimen fue invitada al IV Congreso del Movimiento Europeo reunido en Munich en junio de 1962 donde se elaboró una declaración a favor de la democracia y de condena al régimen calificada por la dictadura como “contubernio de Munich”. En Cataluña el PSUC agrupó a las fuerzas democráticas y en 1971 crearon la Asamblea de Cataluña con un claro contenido reivindicativo nacionalista y democrático mientras en el País Vasco el PNV quedaba postergado ante el terrorismo de ETA la cual propugnó la lucha armada contra el franquismo a partir de 1968 y surgieron organizaciones de extrema izquierda y algunas terroristas como el FRAP. Incluso en el ejército nació un grupo disidente que formó la UMD.
El régimen como respuesta a la oposición política utilizó los estados de excepción y una dura represión, como el proceso de Burgos de 1970 que condenó a muerte a 16 miembros de ETA y que supuso una oleada de protestas internacionales que obligó a Franco a indultarlos y la victoria de las tesis inmovilistas sobre los aperturistas que hicieron que el nuevo proyecto de Ley de Asociaciones Políticas quedara paralizado y que la Ley Sindical se convirtiera en una simple recopilación de normas ya vigentes.
En junio de 1973 Franco separaba la jefatura del gobierno de la del Estado nombrando a Carrero Blanco presidente del gobierno pero el 20 de diciembre era asesinado por ETA desapareciendo así la figura capaz de mantener la unidad del sistema y su continuidad.
Fue sustituido por Carlos Arias Navarro quien expuso el 12 de febrero ante las Cortes su programa, prometiendo la apertura mediante una nueva Ley Municipal que permitiera la elección de alcaldes y de las diputaciones provinciales, anunció reformas sindicales y una nueva Ley de Asociaciones. Se habló del “espíritu del 12 de febrero” como una esperanza pero las presiones inmovilistas provocaron la paralización de las reformas demostrando la debilidad del presidente criticado por inmovilistas y aperturistas.
El gobierno tuvo que hacer frente a la crisis económica iniciada en 1973, a los problemas cada vez más serios del orden público, al terrorismo y a la influencia en España de la revolución de los claveles en Portugal que provocó el final de la dictadura salazarista.
Para ello aprobaron una nueva Ley Antiterrorista volviendo a utilizar la represión como respuesta a los problemas del país que llevaría a la ejecución del anarquista Puig Antich y en septiembre de 1975 la de dos miembros de ETA y tres del FRAP provocando que trece países retiraran a sus embajadores. El 1 de octubre aparecía el GRAPO que asesinaba a cuatro policías en Madrid.
La cada vez más evidente debilidad del régimen influyó también en la política exterior. El rey de Marruecos, Hassan II, quería apropiarse del Sahara español aprovechando la crisis española mientras que el Frente Polisario, creado en 1973, reclamaba su independencia defendiendo la realización de un referéndum de autodeterminación tal y como apoyaba la ONU. La Marcha Verde marroquí llevó a España a firmar el Acuerdo de Madrid el 14 de noviembre, entregando la colonia a Marruecos y a Mauritania con el fin de evitar la guerra y debido a la inquietud por el futuro del país ante la inminente muerte del dictador que se produjo el 20 de noviembre dando fin al régimen franquista.
En cuanto a la evolución de las mentalidades y la cultura en los últimos años 60 se dio una importante crisis social que afectó a las convicciones y mentalidades del mundo occidental. Un movimiento de protesta que afectó a la juventud caracterizado por la revolución sexual, permisividad moral, rechazo de la autoridad, defendido por la llamada generación Pop y Rock, movimiento Hippie, el pacifismo y el uso de drogas.
En España, el crecimiento económico provocó transformaciones en los usos y costumbres de la sociedad entre las nuevas generaciones cuyos valores chocaban con las bases doctrinales, culturales y morales de la dictadura. El contacto con las democracias a través de la emigración y el turismo transmitió el deseo de libertad y consumo, una sociedad muy joven tras el baby boom de los sesenta que comenzó a exigir libertad de costumbres, cuestionamiento de la autoridad o la expansión de anticonceptivos. Se cuestionó el papel de la mujer en la sociedad española.
Los rasgos estéticos se convirtieron en señas de identidad y contestación juvenil contra los valores impuestos por la dictadura. Jóvenes cantautores se convirtieron en portavoces de aspiraciones democráticas como Raimon, Serrat o Llach.
Frente a la cultura del régimen se desarrolló una cultura con influencias europeas. Aparecieron publicaciones como Revista de Occidente o Cuadernos para el Diálogo, se publicaron obras prohibidas (Sender, Max Aub, Machado), se desmitificó la guerra (Delibes, Buero Vallejo, Cela), se empezaron a utilizar el catalán (Espriu), el vasco o el gallego. En el plano artístico destacaría el abstraccionismo con Joan Miró, Tápies o Chillida.