Portada » Lengua y literatura » El Realismo Literario Español del Siglo XIX: Características, Autores y Obras Clave
Las transformaciones sociales y económicas que trajo consigo la Revolución industrial marcaron la segunda mitad del siglo XIX en toda Europa. Estas transformaciones supusieron la consolidación de la burguesía y la aparición de movimientos obreros y sindicales como el socialismo, el marxismo y el anarquismo.
En el caso de España, la segunda mitad del siglo XIX comenzó con el reinado de Isabel II, hija de Fernando VII. En 1868 estalla una revolución de signo progresista, «La Gloriosa», que obligó a la familia real a exiliarse. Se abrió de este modo el llamado Sexenio Revolucionario (1868-1874), durante el cual se proclamó la I República (1873). En 1875 se reinstauró la monarquía borbónica en la persona de Alfonso XII, hijo de Isabel II. Comienza así una época conocida como la Restauración, en la que se intentó sin éxito solucionar los graves problemas socioeconómicos que aquejaban a España.
El Realismo sustituyó la exaltación sentimental y el despliegue imaginativo de la literatura romántica por la observación y la representación fidedigna del entorno. Su intención no era evadirse de la realidad ni formular ideales inalcanzables como en el caso del Romanticismo, sino retratar con verosimilitud y con intención crítica la sociedad de su tiempo, con el deseo de transformarla y mejorarla a través de la literatura.
La narrativa realista se caracteriza por estos rasgos:
La novela realista vivió un gran auge en Europa a lo largo del siglo XIX; destacan especialmente las aportaciones de las literaturas francesa y rusa.
El Prerrealismo comenzó en 1849 con la publicación de La Gaviota, de Fernán Caballero (1796-1877), seudónimo de Cecilia Böhl de Faber.
Las novelas del Prerrealismo presentan un tono costumbrista y un propósito moralizador, como se observa en La Gaviota, donde se cuenta la azarosa vida sentimental de una joven. La autora simboliza en la protagonista la transformación de la sociedad de la época y reivindica los valores tradicionales. Los autores prerrealistas no profundizaron en el análisis psicológico ni en la crítica social, sino que prefirieron el detalle colorista y pintoresco, y la defensa de los valores tradicionales.
El principal representante de la corriente prerrealista es Pedro Antonio de Alarcón (1833-1891), autor de cuentos y novelas. En su novela más célebre, El sombrero de tres picos, desarrolla un asunto folclórico: un corregidor intenta seducir a una molinera casada con un astuto molinero que, finalmente, se vengará de él.
La etapa propiamente realista comienza en 1870 con la publicación de La Fontana de Oro, de Benito Pérez Galdós, y se caracteriza por el afán de retratar con intención crítica la realidad coetánea. En general, el narrador adopta una actitud más objetiva, y los personajes son objeto de un retrato psicológico más minucioso. Junto con Galdós, destacaron Juan Valera y José María de Pereda.
El éxito de las novelas de Zola tuvo como consecuencia la aparición en España de los primeros textos naturalistas a partir de 1881, año de publicación de La desheredada, de Galdós.
En el Naturalismo se recrean los aspectos más sórdidos de la realidad. Los personajes son víctimas de su condición física, de la herencia genética y del medio en el que viven. Estos factores determinan su destino y les impiden ser libres. Los novelistas más destacados fueron Leopoldo Alas «Clarín», Emilia Pardo Bazán y Vicente Blasco Ibáñez.
Hiperónimos: palabras genéricas que, por tener un significado de gran extensión, incluyen otras más concretas específicas. La palabra flor , por ejemplo, es un hiperónimo respecto a palabras como clavel, jazmín o margarita.
Hipónimos: palabras específicas que tienen un significado restringido y más concreto que otras de significado más amplio. Las palabras clavel , jazmín o margarita son hipónimos de flor .
Las novelas de Galdós
La obra narrativa de Galdós suele clasificarse en cuatro grandes grupos:
GRAmÁTIcA
Las proposiciones adjetivas: características
Son subordinadas adjetivas las proposiciones que equivalen a un adjetivo.
Ejemplo: El arte que se hizo en la Edad Media estaba impregnado de religión= El arte medieval estaba impregnado de religión.
Las proposiciones subordinadas adjetivas van introducidas por un relativo y desempeñan
la función de complemento del nombre. En el ejemplo anterior, la proposición que se hizo en la Edad Media es complemento del nombre arte.
Las proposiciones subordinadas adjetivas van generalmente introducidas por un relativo que
tiene un antecedente explícito. Ese antecedente es el núcleo sustantivo al que la proposición
adjetiva complementa.
Los relativos desempeñan una función sintáctica en la proposición subordinada que introducen
(sujeto, objeto directo, etc.).
Clases de proposiciones adjetivas
Existen dos clases de proposiciones adjetivas: