Portada » Filosofía » El problema del conocimiento en Ortega y la crisis social
Ortega hará una crítica tanto a la filosofía anterior a la modernidad, el Realismo, como al Idealismo, la filosofía que se desarrolló a partir de Descartes.
En el Realismo, la filosofía anterior a Descartes, la realidad es comprendida como el conjunto de las “cosas” que existen independientemente del sujeto. Esta realidad es algo acabado, estático, y se explica con los conceptos de “esencia” o “sustancia”. Además, en el Realismo el sujeto es una cosa más siendo el yo absorbido por el mundo.
También criticará al Idealismo, la filosofía que surge con Descartes. Con el Idealismo el conocimiento de la realidad se fundamenta sobre el sujeto, sobre el pensamiento, llegándose a afirmar que todas las realidades no son sino ideas del sujeto. Este sujeto es a su vez una sustancia estática que no evoluciona con el tiempo. Por ello, y al contrario que en el Realismo, las cosas son absorbidas por el yo (subjetivismo).
Frente a esto, para Ortega la verdadera realidad está en el yo con las cosas, no siendo el yo ni las cosas algo acabado e independiente, sino dependientes ambos en su constitución y desarrollo. Esta relación mutua del sujeto y del objeto se da en la Vida y por ello ésta es el fundamento de toda realidad. Así, la vida se constituye como el elemento fundamental, la vida es la Realidad Radical.
Ortega estudiará las categorías o características fundamentales que definen la Vida: primero, la vida es autoconciencia de vivir, reconocerse, saberse como conciencia; segundo, la vida es encontrarse en una circunstancia que es la mutua relación de mi vida y mi mundo; tercero, vivir es algo imprevisto pues no hay una elección en vivir aquí y ahora ni sobre las cosas que puedan ocurrir; y, este imprevisto, genera la vida como un problema ante el cual debe surgir la decisión personal guiada por un proyecto con lo cual la vida se va fabricando por uno mismo; por fin, y relacionado con este proyecto, la vida es temporalidad, es futuro permanente pues se vive para y hacia él.
De esta forma, la vida es primordial pero también lo será la Razón, pues es la única que puede clarificar la propia vida. Surge así el Raciovitalismo donde la razón no es algo que esté fuera o antes de la vida, algo que existe de forma abstracta, «pura» o «a priori», sino que se encuentra en la vida concreta de cada uno. Por eso, la Razón solo puede entenderse como Razón Vital. Y, a su vez, como toda vida se da en unas circunstancias históricas determinadas la Razón Vital es siempre Razón Histórica.
Razón Vital y Razón Histórica no son pues dos razones distintas sino una misma racionalidad que asume a la vida y a la realidad en su devenir. La razón histórica o vital no acepta nada como un hecho fijo, sino que estudia el proceso de la realidad mediante esquemas intelectuales, categorías y conceptos, que van cambiando y modificándose con la vida misma. Por ello, la razón vital e histórica es algo móvil, igual que la realidad que trata de conocer, siendo un proceso que nunca acaba.
Por todo esto, Ortega defenderá el Perspectivismo: cada individuo tiene una perspectiva, una verdad propia. Estas verdades individuales son perspectivas de la realidad y no pueden ser, por tanto, tomadas como verdades absolutas. Así, la realidad se dará siempre en perspectivas diversas y cambiantes de cada uno, el cual se relaciona con ellas también desde diversas perspectivas cambiantes, desde las que les da un significado, un valor y un sentido, creando así un mundo, el mundo propio. A su vez, estas perspectivas propias podrán unirse con la de otros formando perspectivas más amplias y verdaderas, pero nunca se llegaría a la verdad absoluta pues esto implicaría la suma de todas las perspectivas pasadas, presentes y futuras.
Además, el propio sujeto tendrá en su mente Ideas y Creencias: las primeras, son aquellas con un puro contenido intelectual; las segundas, las creencias, tendrán un contenido vivencial o existencial que se vivirá en la propia existencia individual.
Para Ortega, la historia se puede analizar de acuerdo a las generaciones. En su Teoría de las generaciones, Ortega asume que en toda sociedad humana conviven distintas generaciones. Estas generaciones se cumplen en periodos de quince años y hay dos tipos fundamentales: las establecidas, las mayores que ya poseen el control social, y las emergentes, las nuevas. Cuando los presupuestos teóricos de ambas son compatibles, la sociedad se desarrolla sin sobresaltos; cuando, sin embargo, hay una ruptura entre una y otra, surge la crisis social.
Además, según Ortega, en nuestra época se da una crisis concreta en la sociedad pues ha ocurrido un fenómeno especial: la rebelión de las masas. Para Ortega los hombres se dividen en hombre masa y en minoría selecta. No se trata de una división de acuerdo al puesto social que se ocupa sino de acuerdo a una forma de ser y actuar en la vida. El hombre masa es aquel que se encuentra satisfecho de sí mismo creyéndose completado moral e intelectualmente y actúa como el niño mimado que pretende que todo esté para él sin exigirse nada. Sin embargo, y frente a esto, la minoría selecta es aquel tipo de persona que se exige a sí mismo más que a los demás y vive su vida buscando alcanzar ese desarrollo máximo ateniéndose a deberes y al trabajo vital. El problema actual, piensa Ortega, es que el hombre masa gobierna la sociedad sin atender a la minoría selecta, imponiendo su capricho uniformador y poco respetuoso con la auténtica libertad individual y creando, por ello, una crisis social.